Como dato anecdótico existen en Alaska nombres como el Glaciar Malaspina, o las ciudades de Valdez y Cordova que dan fe de una presencia hispana en aquellas tierras.
Sabido es que esa breve estancia en Alaska de London sirvió al californiano para escribir magníficos cuentos como “Una odisea nórdica”, “La casa de Mapuli”, “La historia de Keesh” o “El silencio blanco”, entre otros.
Menos conocida es la hazaña de Segundo Llorente, el aventurero, filósofo y escritor español, que estudió Humanidades en Salamanca, Filosofía en Granada y Teología en Oregón, quien experimentó largamente ese silencio blanco al que alude London y escribió cientos de historias compendiadas en libros como:
“40 años en el Círculo Polar”, “En las costas del mar de Bering”, “En las lomas del Polo Norte”, “Crónicas Akulurakeñas”, “Trineos esquimales” “Aventuras del Círculo Polar”,” Cartas desde Alaska”, “En el país de los eternos hielos”…
Segundo Llorente nacido en Mansilla Mayor (León) en 1906, tenía 10 años cuando en 1916 Jack London, a los 40, moría. Llorente alcanzó los 83 años. Treinta y cinco contaba cuando llegó a Alaska en misión sacerdotal este jesuita que contrajo, desde el principio, ese virus literario que le llevó a no dejar de contar historias propias y ajenas.
“ Por la mañana salgo de las mantas como oso de madriguera, enciendo una vela y me calzo las botas de piel de foca llenas de hierba seca para que los pies estén mullidos y no se enfríen más de lo razonable, enciendo la estufa, y si se heló el agua lo caliento para lavarme…”…
...”como salmón reseco a dentelladas y grasa de foca, visto pieles de nutria, castores o lobos…
Existen innumerables obras de viaje por las tierras más exóticas. Pero ninguna donde la travesía se prolongue 40 años. Esta gesta, al alcance de muy pocos, ha marcado la existencia de uno de los aventureros más extraordinarios del siglo XX, también uno de los más generosos y entregados.
Quien se adentra en las páginas escritas por Segundo Llorente: este pionero español de los hielos del Ártico, tendrá la extraña sensación de sumergirse en un mundo casi desaparecido. Pero, como les sucedió a quienes leyeron sus crónicas en los años 50 y 60 del siglo XX, viajarán con su imaginación por las tierras que se extienden desde las regiones akulurakeñas, hasta la desembocadura del Yukón.
La vida se hace aquí literatura, y la literatura cobra vida. Los azarosos viajes en trineo se mezclan con las crónicas de la vida en la tundra implacable. Los retratos de personajes singulares y llenos de humanidad casi primitiva, se interrumpen con las reivindicaciones políticas en el Congreso de los Estados Unidos en favor de unas mejores condiciones de vida para los habitantes de Alaska. Y todo ello, salpicado de interesantes reflexiones sobre los valores y motivaciones que hacen a los hombres hermanos de camino en cualquiera de los puntos cardinales.
No en vano Segundo Llorente fue elegido por los nativos, sin él saberlo, diputado por Alaska en las primeras elecciones de este Estado en 1960, tras su formación en el año 1959 bajo mandato del Presidente Eisenhower, como el estado número 49 de la Unión.
Segundo Llorente fue el primer parlamentario español en el Congreso de los Estados Unidos.
Cuando se creó el “Club de los Fundadores de Alaska”, los miembros debían cumplir la condición de: ser blancos, y llevar 30 años en Alaska. Segundo Llorente fue elegido Presidente de ese club por unanimidad y es considerado co-fundador del Estado de Alaska.
Le costó mucho abandonar su querida Alaska, pero cuando su salud empezó a resentirse le cambiaron a otros destinos más amables de Estados Unidos. Fueron éstos: Moses Lake, Pocatello y Lewinston, en el estado de Idaho.
Falleció en Spokane (Washington) en 1989. Está enterrado en Desnet, una reserva india en el Estado de Idaho. En ese cementerio solo pueden ser enterrados nativos indígenas americanos. Pero ellos quisieron que Segundo Llorente reposara entre ellos. En el epitafio que aparece en su tumba reza:
“En la vida y en la muerte, con aquellos que amamos”
Hortensia Búa Martín es autora de relatos cortos y de las novelas: “Madrid Blues: la extranjera”, “…y no estar locos”, y “El último tren”, también de la biografía: “María Moliner: la luz de las palabras”, entre otros escritos. Autora igualmente de varias colaboraciones en la revista: todoliteratura.es.
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