Deseo felicitar a los autores y a la editorial, ya que comulgo con ellos en lo que indican relativo a la URSS en el inicio del Primer Capítulo, y que voy a dejar constancia tal cual: “Antes de comenzar a describir los sucesos ocurridos en el siglo pasado, nos vemos obligados a hacer una afirmación: toda la historiografía soviética, es decir, los libros que se ocupan de contar la historia soviética publicados en la URSS en el período que transcurre hasta, aproximadamente, 1989, esos millones y millones de volúmenes, no contienen ni una sola palabra de verdad”. A lo largo de su malhadada historia, el comunismo soviético mintió a sabiendas, pero es que partían de un autócrata acostumbrado a decir aquello de que es preciso mentir que siempre algo queda. El desiderátum del engaño paradigmático sería lo relativo a denominar democrática a una dictadura genocida como la de la Alemania del Este, con el vergonzante muro de Berlín evitando el anhelo de libertad de sus ciudadanos orientales. Los historiadores pro-soviéticos eran los principales artífices de la flagrante mentira sociopolítica que fue el comunismo bolchevique. «LA RUSIA DE PUTIN NO ES UN ESTADO, ES UNA ORGANIZACIÓN MAFIOSA. Vladimir Putin es el dirigente ruso con el mandato más largo desde Stalin, modelo que sigue para perpetuarse en el poder: Putin prevé ser presidente hasta el año 2036, lo que supondría tres décadas al frente del país. En este libro, los prestigiosos académicos Yuri Felhtinsky y Vladimir Popov se proponen exponer cómo el presidente ruso, que no procedía de un clan o familia oligárquica, llegó a la dirección de este Estado mafioso. Lo hizo como representante del sistema en el que había desarrollado toda su carrera: como miembro del KGB. La llegada de Putin al poder fue el punto álgido de la historia de los servicios especiales soviéticos, formados en 1917 bajo las siglas VChK. Estos servicios secretos, famosos por sus atrocidades y la masacre de millones de personas, sobrevivieron bajo los distintos gobiernos y pasaron a formar parte de la estructura misma del Estado ruso. El año 1991 marca el momento en el que el Partido Comunista de la Unión Soviética, que ejercía el control político sobre los servicios de seguridad, cedió y finalmente renunció al poder, dejándolo en manos del KGB. Su jefe, Putin, construyó a su alrededor un nuevo Estado gobernado por una junta mafiosa que opera al margen de la ley y según el principio de lealtad personal absoluta al presidente. La segunda fase de la implantación del Estado mafioso es su actual afán de expansionismo. Con la invasión de Crimea en 2014, Putin consolidó el nuevo nacionalismo bajo el principio de que, para proteger los intereses del ‘mundo ruso’, hay que anexionar las tierras vecinas pertenecientes al antiguo Imperio y a la URSS. Un proyecto de reunificación de todos los rusoparlantes dentro de las fronteras de un único Estado que explica la actual guerra de Ucrania. Estas páginas diseccionan el actual régimen cleptocrático construido en torno a la figura de Putin y son la clave para entender cómo un país que fue socio de la Unión Europea ha pasado a ser un adversario estratégico de la OTAN y el mayor obstáculo para la paz en Europa». Cuando se produce el triunfo, digámoslo así, de los rojos frente a los blancos, en la guerra civil subsiguiente tras la caída del zar Nicolás II Románov, Lenin desea crear algo que controle la posible crítica contra su régimen autoritario y criminal, y esa entidad será denominada como la Cheka, encargada de liquidar a todos los adversarios políticos durante la época del Terror Rojo; al frente de esta estructura colocó a otro hombre de hierro, que era totalmente implacable, se llamaba Félix Edmúndovich Dzerhinski (11 de septiembre de 1877/20 de julio de 1926), desgraciadamente para los que estamos en esa religión, católico no practicante, y de origen polaco, este personaje provenía de la baja nobleza polaca. Su familia de origen tártaro había llegado a Polonia en el siglo XVI. El partido bolchevique de Rusia tenía unos componentes solidarios de fidelidad absoluta al jefe, que era como no Vladimir Illich Ulianov ‘Lenin’. Este personaje carecía total y absolutamente de los más mínimos principios éticos, pero encontró un gran apoyo en el presidente del Sóviet de Petrogrado, Lev Trotski, un ser humano inteligente, pero siempre poseyendo un número importante de complejos, incluyendo el de inferioridad por no haber sido nunca bolchevique y además judío, como nos indica su apellido Bronstein. Lenin tenía una indubitable contestación dentro del complicado sistema revolucionario soviético. Pero, es preciso no olvidar que los ideólogos del socialismo revolucionario eran dos alemanes, sui generis, uno Karl Marx y otro Friedrich Engels. “Hasta 1917, Alemania parecía ejercer el liderazgo del movimiento revolucionario socialista gracias a su numeroso proletariado. De ahí que se tuviera la percepción de que Alemania estaba en ciernes de vivir una revolución. No se pensaba que fuera obligatorio que la ola de la revolución se iniciara precisamente en tierras alemanas, pero sí se tenía la certeza de que la victoria de la revolución mundial pasaba por una victoria en Alemania. El dogma socialdemócrata de la época no contemplaba otra interpretación del proceso revolucionario. Por lo tanto, hasta el mes de febrero de 1917, el revolucionario ruso Vladímir Lenin no concebía otro rol para sí mismo que el de líder del ala extrema del movimiento socialdemócrata ruso, un papel muy de segunda fila y dependiente del movimiento socialista y comunista alemán”. No obstante, Lenin con su habitual y frío pragmatismo decidió, en octubre de 1917, tomar el poder, manu militari, y favorecer, sin el más mínimo escrúpulo una revolución mundial. Tras el triunfo de la sangrienta y pavorosa revolución de octubre, se constituyó en el líder de: “un país ‘atrasado’, ‘subdesarrollado’ y ‘analfabeto’ que perdería todo interés, una vez instalada la revolución en Alemania.” Estamos ante un libro extraordinario, con una cantidad de datos que dejan muy claro que fue esa falsamente blasonada Revolución de octubre de 1917. Los dos autores han nacido en Moscú y poseen un conocimiento exhaustivo sobre su País de nacencia. “La URSS tuvo un dirigente que la gobernó durante muchos años. Fue Iósif Stalin. Ahora, en la Rusia postsoviética, hay otro dirigente que parece querer darle alcance: Vladímir Putin.”. El error cometido por el gobierno del kaiser Guillermo II con la firma de la Paz de Brest-Litovsk, para tratar de acabar con el frente oriental, en la Primera Guerra Mundial entre 1914 y 1918, y así poder dedicar sus esfuerzos a la lucha en occidente, fue un error mayúsculo, cuando trasladaron a Lenin desde su dorado exilio suizo hasta la Rusia de Kerenski, que nunca previeron los alemanes lo que supondría para el futuro de la humanidad. En suma, obra ¡sobresaliente!, esclarecedora y muy recomendable. «Alea iacta est. ET. Veni, vidi, vici». Puedes comprar el libro en:
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