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Poeta en Madrid
Poeta en Madrid

Una novela como una sinfonía de Mahler

jueves 08 de agosto de 2024, 19:18h

Tras el éxito de la obra publicada por Justo Sotelo de sus primeras cinco novelas (La muerte lenta, 1995, Vivir es ver pasar, 1997, La paz de febrero, 2006, Entrevías mon amour, 2009 y Las mentiras inexactas, 2012), tres libros de cuentos (Cuentos de los viernes, 2015, Cuentos de los otros, 2017 y Un hombre que se parecía a Al Pacino (Cuentos del primer café), 2023), dos ensayos (Los mundos posibles en las novelas de posguerra de Manuel Rico. Universidad Complutense, 2012 y Los mundos de Haruki Murakami, 2013), y una parte de su obra poética, Ocho heroidas al estilo de Ovidio, en la Revista Hesperia, Culturas del Mediterráneo, 2008, Sotelo nos sorprende una vez más con la novela “Poeta en Madrid” que forma parte del tejido de la editorial Huso desde 2021 y realiza una apuesta segura por la literatura de la posmodernidad del XXI. El sello madrileño apostó por este proyecto artístico-literario de gran envergadura.

La poética de Aristóteles está viva y subyace dentro de la novela Poeta en Madrid de Justo Sotelo. El autor ahonda en los fantasmas, los amores, las manías y las obsesiones de un poeta que escribe y modela su escritura. Una novela que reúne la hibridación de géneros (desde el narrativo hasta el dramático, pasando por el poético) y enfatiza la figura del genio creador, del artista y su creación literaria. Para indagar en la forma como origen de la creación, Sotelo nos introduce del mismo modo que ya lo hizo Aristóteles en La poética en el siglo IV a.C. primero, en un verdadero espectáculo con una estructura de seis capítulos como si fueran los actos de una obra de teatro; segundo, en el canto surgido de forma similar a los intérpretes de La Bohème de Puccini, que aparecen y desaparecen continuamente de la escena como ocurre con la música de Mahler y Beethoven y, por último, en la elocución con el fin de reflexionar sobre la verosimilitud y la mímesis. Se puede considerar uno de los proyectos más innovadores y transgresores de la narrativa posmoderna en cuanto a forma, contenido y lenguaje, desde el punto de vista estético.

En una edición muy cuidada, una faja editorial con una cita de Santos Alonso y Juan Ángel Juristo, “La literatura de Justo Sotelo recuerda a las de Faulkner, Camus y Perec” envuelve la impresión en bicolor de portada y contraportada del libro y nos sitúa a los lectores frente a los referentes literarios que marcaron la escritura de Sotelo. La transformación digital ha supuesto una verdadera revolución en el mundo literario. Una de las novedades que nos ofrece la Editorial Huso a los lectores es la posibilidad de escanear el código QR de la novela y acceder a través de él a una breve sinopsis de las obras y de sus autores que forman el catálogo, así como a sus libros disponibles, novedades, reseñas y críticas. Es una manera inteligente e innovadora de promocionar y difundir un libro recién publicado. Podemos encontrar en blanco y negro entre las páginas del libro el copyright dedicado a su gran amigo Antonio Zaballos como homenaje a la gran amistad que les unió durante treinta años, deseo expreso del autor ya que él confeccionó todas sus portadas. La novela Poeta en Madrid está dedicada a su hijo Justo con una nota de agradecimiento por el tiempo que dedica a estudiar la carrera de maestro y a la vida de los niños, hecho significativo puesto que él también imparte clase a los jóvenes universitarios, así como su mujer Paqui.

Pensemos y reflexionemos un poco sobre el título de la obra. Cuando el lector adquiera la novela, la tenga en sus manos, mire su portada y contraportada, lo primero que le llamará la atención es el título en letras mayúsculas en color negro sobre crema perla. Leer el título Poeta en Madrid incita al recuerdo, quizás a Poeta en Nueva York de Federico García Lorca. ¿Será poesía o será novela? Posiblemente en su inconsciente, el lector lo relacione e identifique las percepciones y sensaciones que tuvo con Lorca del mismo modo que ahora las tendrá con Sotelo.

Sotelo reflexiona en torno a la forma y al fondo de la escritura así como el futuro de la creación literaria algo que se puede comprobar desde las primeras páginas y que desvelan las claves de la posmodernidad del XXI. La forma, la estructura, el diseño y el pensamiento que sustentan la novela son los aspectos que la definen como una verdadera obra artística. El creador que se desliga de la realidad del mundo se diluye entre el arte y el poder. Pero a nadie se le escapa el despliegue de la teoría del conocimiento que subyace en la novela y los mecanismos que laten en la escritura de Sotelo para llegar a ella, a través del lenguaje sin tergiversar a la verdad. Me refería antes a las similitudes entre la poética aristotélica y la de Justo Sotelo, ya que ambas reflexionan sobre los aspectos formales de la obra y tienen al conocimiento y al pensamiento literario como origen de sus planteamientos. Parafraseando a Ludwig Wittgenstein en el Tractatus: “Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo”, lo que nos conduciría a los límites del mundo de Sotelo, siempre sustentados en su lenguaje, a partir del cual adquiere un papel fundamental la “forma”, concepto de la Teoría Estética de Adorno, no como un espacio fijo sino como un continuo fluir.

¿Cuáles son los pilares en los que se basa la poética formal y retórica latente en la novela de Justo Sotelo? La circularidad de su escritura nos acerca a la que surgió hace muchos años con la teoría aristotélica centrada en la tragedia con el fin de ahondar en los medios, el objeto y la forma de la imitación. La realidad nos permite representar la imagen del mundo y acceder a ella a través del conocimiento, cambiante y en continuo fluir. Pero si nos centramos en la teoría platónica de las ideas, encontramos una afinidad con el concepto “idea” que aparece varias veces en el discurso de Poeta en Madrid. Sotelo nos plantea diferencias existentes entre lo particular y lo general ya que hace referencia en cierto momento del discurso narrativo a la muerte del teatro y de la cultura, de la cultura tradicionaL [1] Pero no de las demás disciplinas a las que se expresa en el texto.

¿Cuál es la lógica interna que subyace en la obra? Gabriel Relham, el personaje principal de Poeta en Madrid es un escritor que intenta modelar su escritura y, para ello, se plantea desde un principio los orígenes del lenguaje, del Logos, de la mímesis y las fases del acto creativo visto desde una perspectiva evolucionista-filosófica. El texto indaga, penetra y ahonda en la poética que define y articula, en definitiva, el pensamiento que late en el propio autor. Las referencias por intertextualidad nos acercan a escritores (Borges, Shakespeare, Cervantes, Harold Bloom, Goethe, Joyce, Coetzee, Toni Morrison, Neruda, Dante, André Gide, Aristóteles, Marlowe, Cortázar, Thomas Mann, Walt Whitman), compositores (Mozart, Beethoven, Mahler) artistas y directores de cine(Alfred Hitchcock, Orson Welles, Coppola, Ford, Allen, Rohmer y Erice) que marcaron su escritura y definieron su perfil como escritor, es decir, aquellos que se reflejan a lo largo de estas 105 páginas y nos salen al encuentro en cada capítulo y escena. Como diría Roland Barthes, a los críticos nos interesa encontrar al autor a través de su obra para desenredar y descifrar la estructura recorriéndola, no atravesándola. Es nuestro cometido a la hora de interpretar una obra entretejida por otros autores que subyacen a lo largo del texto que vamos a analizar. Uno se puede preguntar si Justo Sotelo es un híbrido de muchos autores, un escritor del XXI que define el texto por medio del lenguaje y se ausenta a todos los niveles del mismo puesto que ha nacido en la posmodernidad al mismo tiempo que el texto y, por lo tanto, el tiempo de la enunciación. Un ausente en medio de un texto que mezcla y da forma, articula y modela, crea y recrea para que el enfoque del crítico desenrede su escritura y ofrezca una interpretación verosímil y coherente a sus lectores. El autor indaga en la paradoja del arte de modo semejante al discurso de Theodor W. Adorno en su Teoría Estética, es decir, llegar a la expresión desde la reflexión para lograr un resultado estético. La consideración estética del arte de ambos intelectuales, Adorno y Sotelo, comparten la cognición sobre el arte, “Las obras de arte son inteligentes o estúpidas de acuerdo con su manera de proceder, pero no lo son los pensamientos que un autor elabora sobre ellas” [2].

El autor Justo Sotelo se convierte en el primer crítico de su obra que, a su vez, es un receptor y, por tanto, otro lector más. Esa escritura invisible es un proceso que aparece a lo largo de la novela y enlaza al escritor, el lector y el texto por un lado y, por otro, al actor, el espectador y la obra puesta en escena. Dos tríadas del proceso creativo que ya formaron parte de la poética de Aristóteles. El mundo sufre un proceso de transformación en pleno siglo XXI que afecta sin duda al mundo artístico y literario entre otros.

La felicidad del artesano que modela y crea es la verdadera esencia de la poética de Justo Sotelo. Esa felicidad es el sustrato de la creación y, en definitiva, del pensamiento que crea su escritura a través del conocimiento. El demiurgo o artista creador es el origen del proceso creativo, el que articula el orden objetivo del mundo para reconstruirlo y expresarlo a través del arte. El fin del escritor es alcanzar la Verdad con mayúsculas envolviéndola de lenguaje. Crea un personaje, Gabriel Relham, que es el centro de todos los demás que se van incorporando lentamente, y en penumbra, al escenario narrativo y que giran en torno a él mediante el arte, la música, la literatura y el cine. La figura del padre es el origen, el principio, la metáfora del inicio de la creación artístico-literaria que invade el yo más interno del protagonista o, quién sabe, si en realidad la del propio autor.

¿Cuál es el motor de la escritura de Sotelo? Como anécdota me atrevería a contar que cuando vi una foto del escritor dedicando y firmando uno de sus libros en las redes sociales, me fijé y sostenía el bolígrafo como si condesara toda su atención en aquel proceso, a veces puramente mecánico, de dedicar sus ejemplares a los lectores. Sin embargo, ese acto era lo le aportaba el sentido a su escritura y le definía como escritor posmoderno en el que establecía un pacto de ficción con el lector gracias a ese gesto de empatía y de agradecimiento al mismo.

La ambición literaria de Poeta en Madrid es inmensa ya que en ella se articulan todos los ejes que vertebran la posmodernidad y los grandes núcleos de significación de su poética. El autor deconstruye el sujeto y la realidad -como diría Jacques Derrida- ya que se plantea una transformación cultural y social a través del arte basándose en el estudio del método implícito en los análisis del pensador Martin Heidegger, sobre todo en sus análisis etimológicos de la historia de la filosofía.

¿Cuál es el grado de verosimilitud que percibe el lector en la recepción de la novela? A lo largo de estas páginas se establecen diversas corrientes filosóficas que avalan que esta “ópera posmoderna” se puede considerar una crítica al valor que adquiere la cultura en la sociedad capitalista. Un Gabriel Relham innovador se desvela como un donjuán que mueve los hilos a través de múltiples juegos ficcionales con otros personajes donde intervienen la ironía y la parodia intertextual. Gabriel Relham, ¿es un héroe o es el inverso de Mahler? ¿Es su verdadero “alter ego” o un yo posible o un yo coincidente con el autor en el espacio y en el tiempo – como quedó reflejado en una entrevista que le hizo Miguel Ángel de Rus en Sexto Continente[3]. Su poética necesita que el lector profundice y ahonde en la obra. No es fácil la lectura de Poeta en Madrid y, a veces, es necesario que se hagan diferentes lecturas consecutivas. El autor nos invita a realizar nuevos caminos, diferentes recorridos, múltiples trayectos y vericuetos por los que transitar, así como a traspasar la puerta a los mundos posibles de Poeta en Madrid. El lector debe rellenar los huecos que ha ido dejando Sotelo dentro del texto y, de esa manera, realizar su propia interpretación del mismo según sus competencias lingüísticas y características que le definen. Parafraseando a Wolfgang Iser y Roman Ingarden, la lectura de Poeta en Madrid sería como un fenómeno con dudas e incertidumbres en donde entrarían en juego un conjunto de perspectivas cambiantes con la sociedad, la cultura, la historia, el mundo de 2021.Teniendo en cuenta las estrategias del lector y la capacidad de reconstrucción que aparecería dentro de la novela, el lector “empírico” necesitaría participar en el proceso activo de la lectura de la misma. Esos “espacios vacíos” e indeterminados de Poeta en Madrid conducirían a una interacción texto-lector en el que es necesario que el lector desarrolle ciertas habilidades para completar y rellenar lo que el autor Justo Sotelo omite en el texto. Por medio de las “competencias literarias” los lectores podrán interpretar la novela. En definitiva, se puede afirmar que debido a complejidad de la novela existen diferentes niveles de lectura y de procesamiento de la información, como defendió el semiólogo italiano Umberto Eco

Dentro de un argumento aparentemente sencillo, en el que Gabriel Relham (cuyo nombre deriva del joven héroe de la Primera Serie de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós y la palabra Mahler al revés) un autor de teatro con poco éxito vive en una buhardilla de la calle Atocha en pleno centro de Madrid, nos explica a lo largo de sus intervenciones cómo percibe el mundo de la literatura en pleno siglo XXI. Una serie de personajes van aparecido poco a poco, a través de una aparente obra de teatro mediante escenas que aglutinan lo soñado, lo real y lo ficcional. Un protagonista que nace un 29 de febrero, coincidiendo casualmente con la fecha de nacimiento del autor, surge en un escenario y se interroga por la percepción de la realidad al que acompañarán en su viaje a través de la novela una serie de personajes. Sotelo encuentra el pretexto perfecto para invitar a esta fiesta de la literatura a algunos de los personajes que le han acompañado durante su vida. La polifonía de voces que articulan el tejido argumental nos presenta a Elvira, la ex amante de Gabriel; la pareja de editores que apuestan por el protagonista, Alfredo y Ruth; un bufón que recuerda a la tragedia de El rey Lear de Willian Shakespeare o a la “constelación animal-loco-payaso” que aparece en la Teoría Estética del filósofo Theodor Adorno; los bohemios (Rodolfo, Marcello, Mimí, Musetta, Colline, Schaunard) que coinciden con los personajes de La Bohème de Puccini; Luis; don Juan; Petronio; tres críticos de teatro; Sacha Espinosa; Alejando Álvarez; dos compositores (Mahler y Beethowen); Alma Mahler y un coro.

Se puede encontrar un paralelismo entre la novela Poeta en Madrid de Sotelo ambientada en la segunda década del siglo XXI y la historia de los cuatro bohemios que viven el Barrio Latino de París en la década de 1840 en la obra de La Bohème del compositor Puccini. El poeta Rodolfo, el pintor Marcello, el músico Schaunard y el filósofo Colline confrontan los caprichos de la modesta costurera Mimi y la cantante Musetta. Dentro de los mundos posibles de la novela aparece el mundo del espectáculo, desde la estructura y organización del libro en capítulos y escenas, al género del teatro, punto de referencia inexcusable en Aristóteles. Una novela “híbrida” compuesta por música, textos literarios y pasajes poéticos que amueblan la estructura de Poeta en Madrid incidiendo, principalmente, en diferentes aspectos sociales y culturales. En los planteamientos literarios de la novela, el autor centra el foco en la obra artística del teatro donde aparece la “forma” de la creación y los diferentes componentes que la articulan: el espectador, el actor, la obra de teatro, el escenario, la música, el vestuario, el actor o el intérprete, la escenografía, el telón, el bufón, el rostro, las facciones, la ópera, la sinfonía, el héroe, la interpretación, la actuación, la adaptación, etc. Todos ellos revisten las acciones que tienen lugar en la obra artístico-literaria y, sin los cuales, no puede haber escenificación ni transmisión al receptor de la misma. De forma análoga surgen conceptos que describen el proceso creador de la narrativa. Aparecen términos paralelos y similares a los anteriores como: el protagonista, la novela, el resumen, el pretexto, las palabras, el escritor o el autor, los finales de una obra, el editor, el crítico, los premios y las subvenciones, la lectura, el cuento, el lector, el mundo virtual.

Por tanto, como decíamos al principio, nuestro objetivo es analizar y descifrar la poética del autor y proponer la estructura y funcionamiento que rigen su discurso narrativo. En la novela se reflejan determinados rasgos de la posmodernidad que definen su escritura fragmentaria, la hibridación genérica, la intertextualidad o la autoficción y el ocaso de la utopía, el fin del tiempo y de la historia lineal a través de esta declaración de intenciones que su autor nos propone a los lectores. Ya hemos visto que el autor mezcla en estas páginas varios géneros dentro de esta ópera posmoderna en la que el creador protagonista de la trama puede ser Justo Sotelo o cualquier otro escritor. Aparecen marcas textuales que reflejan rasgos del siglo XXI (las redes sociales – Facebook, Instagram, Twitter, WhatsUpp; el buscador Google SXXI: los canales de Internet: Youtube, Google, Neflix, así como la moda actual - Valentino, Channel, Carmina Rotger, Hugo Boss, MakusHuemer, Custo, Jil Sanders, Exte, Francisco Valiente, Costume Nacional, Jeremy Scott, Cerruti, NaokiiTakizawa, Ágatha Ruiz de la Prada, Adolfo Domínguez).

Gabriel Relham lanza ante el resto de personajes en el escenario, un brindis por España, por la belleza y por el teatro de ideas. Surge la idea como origen de la creación, la idea platónica con el culto a la belleza en el arte. Dentro de la poética de Sotelo se encierran muchos temas de Platón y Aristóteles que articulan y ensamblan su discurso narrativo. La unidad estructural de la obra poética de Justo Sotelo alude al pensamiento y al conocimiento. El autor parte de una idea, crea, piensa y vaga por la escritura. Lo principal es el texto sin caer en la mera inspiración ya que, esta por sí sola no es suficiente en la escritura.

El autor focaliza su atención es la intención de esa idea como fin de la creación. La libertad es indispensable y necesaria para crear. “Sin libertad no hay creación” – expresó Sotelo en la entrevista antes referenciada. A través de sus páginas el protagonista se interroga sobre si es necesario caer en el materialismo o sumergirse en la espiritualidad. La soledad del creador, el ingenio, las pasiones, el talento, el sentimiento, la muerte del creador, la ficción. Sin embargo, a diferencia de Platón y Aristóteles, Sotelo reconstruye la realidad e incide al final de su obra a través del bufón, en los intentos del arte en estos tiempos por dejar de ser miméticos [4].

Se podría afirmar que este libro, este bombón literario que Justo Sotelo nos ofrece a los lectores es un fenómeno unido y asociado a un mundo en transformación a través de las imágenes, sucesos o acontecimientos del espectáculo reflejado en la teoría posmoderna de Fredric Jameson. Sotelo coincide con Jameson en que la vida es un mero espectáculo donde el tiempo se detiene y por tanto, se espacializa por lo que los elementos artísticos del pasado se establecen latentes en el horizonte. El collage que subyace en la novela Poeta en Madrid se refleja en la identidad que Sotelo asigna a los elementos extraños que toma de la realidad para modificar su sentido y su forma. Mezcla y fusiona ideas, entreteje discursos y reconstruye la realidad del artista en el XXI a través de su mirada puesta en la cámara, la fotografía, la voz, el tiempo.

La voz narrativa conoce muy bien los escenarios donde se desarrollan las escenas y los actos de una obra de teatro que articula parte de la novela. Una relación entre el sujeto y el entorno conduce a Sotelo a mostrar los escenarios de la vida madrileña a través de imágenes en blanco y negro o en sepia de un espacio privado situado en una buhardilla en la calle Atocha y de varios espacios públicos (el Café Momus, la Cafetería Embassy, el Teatro Fausto, el Teatro Real, la Bolsa de Valores Madrid, El Café de Los Artistas) atravesados por tan solo dos coordenadas temporales, el 23 de septiembre de 1983 y el 29 de febrero. Los enredos del amor, la duda, la incertidumbre, la reflexión y el diálogo de los personajes conducen a Gabriel Relham a describir sus fantasmas, sus amores y sus obsesiones. Una obra metaliteraria, metafictiva y de creación que refleja la ruptura realidad y ficción de un escritor posmoderno de una gran talla intelectual que apuesta por el arte, la estética y la literatura en una época en la que predomina “la muerte del autor” tal y como dirían Roland Barthes o Michel Foucault y aparecen las estrategias de las mezclas, la fragmentación y la reordenación en los textos en los que los lectores alteran y cambian la disposición formal, la composición y el montaje de ellos.

Igual que Walter Benjamín mantiene presente su compromiso entre el arte comprometido y “el arte por el arte”, Sotelo apuesta en esta novela por el ser creativo del XXI, el sentido de autenticidad de la obra artística y el receptor de la misma.

NOTAS

[1] Sotelo, Justo (2021). Poeta en Madrid, Editorial Huso, p.50.

[2] Adorno, Theodor W (2004). Teoría Estética, Traducción de Jorge Navarro Pérez, Madrid, Ediciones Akal, p. 198.

[3] De Rus, Miguel Ángel. Entrevista en Sexto Continente (20/2/2021). Disponible en: https://www.rtve.es/alacarta/audios/sexto-continente/sexto-continente-silbido-del-arquero-troya-siria-20-02-21/5797538/

[4] Adorno, Theodor W (2004). p. 105.

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