Estamos ante otra magnífica obra de la editora Ático de los Libros; en este caso se circunscribe a uno de los episodios más lamentables y sangrientos de la Segunda Guerra Mundial, trágico asimismo por la destrucción bélica irracional de uno de los grandes monasterios o cenobios del Medioevo. Ya en el siglo VIII d. C., el abad benedictino ad hoc, que se llamaba Desiderio, llegaría al lugar acompañado de 200 monjes de San Benito, y a partir de este momento histórico los códices miniados que serán creados en el escriptorio monacal deberán ser loados ampliamente, ya que su calidad era indubitable, en toda la cristiandad tendrán una fama al margen de todo tipo de críticas. En el año de 1349, el monasterio padecerá un devastador terremoto, aunque será reconstruido con la ayuda del Papa Urbano V. En todo momento, el monasterio sería un oasis de riqueza frente a la pléyade de aldeas paupérrimas de su hinterland. Un texto (Charles Dickens, enero de 1845) nos lo refiere: “no había ni una sola ventana, ni comida en ninguna de las miserables casuchas que pretendían ser casas”. En este contexto histórico y geográfico será en el cual se produzca el hecho histórico narrado. El 15 de agosto de 1943, el Führer Adolf Hitler, el desastroso jefe absoluto de la Wehrmacht decidió que su recién conformado Décimo Ejército, comandado por el capacitado y nuevo Coronel-General Heinrich von Vietinghoff se pusiese en marcha, ya que su superior inmediato el Mariscal de Campo Albert Kesselring le daba absoluta libertad. En este momento el frente italiano se está ya estabilizando, porque llegan muchas tropas alemánas bien preparadas para combatir. No obstante, Adolf Hitler, con su habitual inseguridad psicopática se estaba temiendo que los italianos pasados al bando de los aliados estuviesen, con estos últimos, capacitados para rodear y destruir, con cierta facilidad, a los soldados del Heer que se encontraban en la Italia meridional. «LA HISTORIA DEFINITIVA DE UNA DE LAS BATALLAS MÁS DURAS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. La batalla de Montecasino tiene, al fin, la historia que se merece. Este es, sin duda, uno de los enfrentamientos más virulentos de la Segunda Guerra Mundial, en el que participaron diez ejércitos de todo el mundo que no solo tuvieron que enfrentarse al enemigo, sino a un terreno hostil, un tiempo inclemente e incluso una erupción volcánica. En esta apasionante narración de la batalla de Montecasino, Peter Caddick-Adams nos ofrece el vívido relato de la pugna por hacerse con la monumental abadía que dominaba la ruta de acceso a Roma. Caddick-Adams, exmilitar y profesor de Estudios Militares, nos brinda una visión nueva y panorámica del gran enfrentamiento entre los Aliados y la Alemania nazi, analiza la estrategia militar de la campaña y nos traslada en el tiempo y el espacio hasta el fragor del combate para dar voz, mediante material inédito y testimonios que ha recogido personalmente, a los héroes que, durante cuatro meses, lucharon y perecieron en el infierno italiano». El 3 de septiembre de 1943, el capital general británico Montgomery cruzó el estrecho siciliano de Mesina, consiguiendo, aunque de forma esforzada, desembarcar en la región de Calabria. Pero, estaba claro que la Alemania de Hitler estaba en el inicio del final de su trayectoria sangrienta de esta Segunda Guerra Mundial desde 1939 hasta 1945; y una vez caído el Duce italiano, Benito Mussolini, el armisticio del Reino de Italia con los Aliados, del 8 de septiembre, ya era un hecho incontrovertible, lo que permitió la entrada en tierra italiana del Quinto Ejército del general norteamericano Mark Clark, que se acercaría peligrosamente a las playas de Salerno. Lo más gravoso y complicado era lo que tenía que realizar el mariscal de campo Kesselring, quien estaba obligado a plantar cara a las fuerzas norteamericanas y, a la par, desarmar al ejército italiano, que ya no era un aliado sino un potencial y destructivo enemigo, porque ahora luchaba contra los alemanes para defender a ultranza su patria. Cuando la noticia del pacto entre los italianos y los aliados llegó al conocimiento de Hitler, este con su estilo conocido de comportamiento, sufrió uno de sus habituales ataques de ira, que no conocería límites ante esa inesperada e inexplicable traición. “Los altos cargos alemanes de toda Italia pusieron en marcha la Operación Asche, el desarme forzado y la neutralización de las fuerzas italianas. Alemania se movilizó rápidamente para tomar las zonas de ocupación italianas en los Balcanes y el sur de Francia, y ‘neutralizar’ a las fuerzas italianas en Italia. En un acto de negligencia suprema, el confuso Alto Mando italiano se había olvidado de dar órdenes a sus subordinados en las que se especificara qué debía hacerse en el caso de un armisticio (que muchos sabían, o sospechaban, que estaba a la vuelta de la esquina). Según los informes del Décimo Ejército, muy pocas unidades trataron de resistirse, y la mayoría no hizo nada o se disolvió; en Roma, Kesselring persuadió a las cinco divisiones italianas posicionadas allí para que entregasen las armas y volviesen a casa, mientras que Rommel hizo lo mismo en el norte de Italia; el ejército que podría haber supuesto una amenaza y ayudado a los Aliados fue neutralizado de la noche a la mañana”. Se observa, con toda claridad, la categoría de esta obra, sobre todo en el acercamiento que realiza Peter Caddick-Adams al comportamiento de los mandos de la Wehrmacht, y con una forma muy rigurosa de acercarse a los dos ejércitos, sin olvidar que también es preciso escribir sobre los italianos. Poco más o menos unos setecientos mil militares italianos fueron llevados al Piamonte y a la Lombardía, regiones del norte de Italia, como prisioneros y sometidos, tal como las gastaban las SS, a trabajos forzados, una décima parte de esos soldados morirían de todo tipo de penalidades en su prisión. Para poder llevar a efecto este hecho, Mussolini debió ser aprisionado, por lo que su amigo Hitler se vio obligado a acudir a rescatarlo; de ello se encargó el SS-Sturmbannführer Otto Skorzeny, por medio de la denominada ‘Operación Roble’. El 3 de septiembre de 1943, el general británico Alexander inició la campaña bélica que conduciría a los aliados a luchar contra los alemanes en el monasterio de Montecasino. El mayor enemigo que los alemanes podían presentar a los angloestadounidenses era el Generalfeldmarschall Kesselring, uno de los más conspicuos oficiales alemanes, ya que era mucho más resuelto que la mayoría de sus compañeros de armas de la Wehrmacht, “…y llevó bien la difícil tarea estar al mando en el nivel más alto de la guerra, en el que confluyen la estrategia a gran escala y la política”. Con este preámbulo analítico estimo, modestamente, que se pueden acercar, luego con interés preferente a esta extraordinaria obra sobre un hecho importante de la genocida Guerra Mundial. «Fremitu iudiciorum basilicae resonant. ET. Non videre, sed esse». Puedes comprar el libro en:
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