No los cuentos de hadas de mi niñez, los cuentos que describen la crueldad de los ogros de tiempos modernos. Ayer me pregunté: ¿qué es peor, el robar las riquezas de un pueblo o el robar sus sueños?
Se parte de un cuento de hadas, se eliminará al ogro del hambre, la bruja de la desigualdad será derrotada, los frijoles mágicos alimentarán al pueblo, los tambores de la guerra se alejarán y reinará la paz, se podrá caminar por su tierra y no los pies sangrando en tierra ajena buscando la esperanza.
Los lobitos serán buenos y no tendrán necesidad de vestirse con piel de ovejas.
Ayer vi transformarse lentamente, durante todo el día, un cuento de hadas en una historia conocida, la bestia siguió siendo la bestia y el reino de la dictadura triunfó en Venezuela.
Érase una vez un país en el que un nuevo rey Midas todo lo que tocaba se transformaba en oro, oro negro, pero oro negro canjeable por oro verde, reía Midas Chávez, veía su imagen reflejada en el mundo, en los espejos dorados de la abundancia, el petróleo, el gas fluían, eran la fuente del eterno bienestar.
El gas fluía, los barcos llevaban el oro negro por el mundo, las arcas fiscales se vaciaban, no era necesario invertir, modernizar, era la época del maná brotando de la tierra, era la época en que los banqueros del mundo abrieron sus bóvedas al oro de la corrupción, era la época del festín de los corruptos.
El sueño del bienestar se extinguía llevado en los bolsillos de la camarilla que gobernaba. Muerto el rey Midas fue reemplazado por otro ogro; esta vez la riqueza no brotaba al ritmo del robo, fue necesario hambrear para satisfacer el hambre de la camarilla, romper el sueño de tanto repetir el sueño, la constitución se redujo a un pequeño librito en los insaciables bolsillos del aprendiz de dictador, la constitución y los derechos del pueblo venezolano cupieron en el puño de Maduro.
Ayer robaron la esperanza; al dar el veredicto de las urnas, los esbirros se justificaron, no se suspendió la transmisión del resultado de las mesas de votación para falsear el conteo de la voluntad de un pueblo, fue un acto terrorista, no hubo fraude, nos decía el cuento, fue el terrorismo internacional que quiso desconocer el triunfo del ogro.
Junto al resultado el nuevo-viejo cuento justificaba el robo de la esperanza.
Los caminos del exilio se preparan a recibir millones, los cuentos de hadas terminan con un amargo despertar, millones de pies cansados se sumarán a 8 millones y medio que abandonaron el sueño. En el interior se mostrarán pruebas del robo, al igual que se muestra el producto del saqueo en los palacetes en el extranjero. Se pedirá el recuento de los votos, se mostrará el robo de los sueños, pasará el tiempo, y como en todo cuento de hadas de mal despertar caerá la noche, las hadas desaparecerán y el ogro devorará las ovejas que quedan, a menos que..., a menos que ayudemos a Venezuela a escribir una nueva historia.
Érase una vez un lobito bueno… Sonó el despertador, el mundo al revés no existe.
* Escritor, poeta, dramaturgo y hombre de teatro chileno, miembro del PEN Chile, miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) y académico de la Academia Tomitana de Constanza, Rumania.