La lectura de “Poeta en Madrid” (Huso, 2021) me ha impresionado desde varios ángulos, primero por su valiente estructura teatral como metáfora de la concepción de la realidad y también como lúcida y crítica mirada sobre el mundillo de vanidades y superficialidades que a menudo rodean el arte y la literatura, dentro del mundo como escenario. Su ritmo me ha recordado a "Las olas" de Virginia Woolf, y al "Ulises" de Joyce, como expresión incesante de pensamientos y sensaciones que suceden en el interior de los personajes en un instante.
Todo esto me parece de un valor extraordinario como escritor.
Desde la más extrema humildad en mi interpretación del texto, me atrevería a decir que también he apreciado en el fondo -ya que hablamos de teatro como estructura narrativa, y especialmente en el tercer acto-, una desnudez que deja ver sin máscara alguna el respeto profundo por la autenticidad del sentimiento poético como raíz de la creación, sin bufones ni otros aditamentos que no sean el puro acto de la inspiración, ese paisaje íntimo entre el autor y su obra. Es decir, en el tercer acto habla el creador, fuera del escenario, aunque también hable, pero de otro modo más irónico o burlesco o enmascarado en todos los actos a través de sus personajes. Tras la lectura de este libro queda un gusto que se multiplica en sabores desde un vocabulario gastronómico, crítico con el mundo de vanidades que denigra la profundidad que debiera tener como tal la cultura, convirtiéndola en un esperpento, en una falsedad. También dentro de esta muestra de miserias humanas, la novela trata de las relaciones de pareja, en las que la frivolidad y la falta de amor parece ser la tónica. Pero no solo están presentes la ironía y el escepticismo ante la oscuridad que lleva consigo la condición humana. Como he comentado hay en su tercer acto, si de lenguaje teatral hablamos, una declaración de principios sobre la naturaleza estética, en su más profundo sentido de autenticidad que debe llevar consigo el acto de la poesía, la creación en general. Hay muchos homenajes a admirados escritores y músicos también. La importancia de la música queda patente junto a la literatura.
Concluyendo, “Poeta en Madrid” me ha gustado mucho, me ha impactado, sería la palabra. Transparente a veces el texto en la herida del narrador por verse condenado a convivir con los simulacros del vivir, en los teatritos del mundo del arte y la literatura. Escritura de altura sin duda. No he pretendido aquí ninguna clase de crítica literaria, Dios me valga, no sería capaz de ello, solo sensaciones tras su lectura, que como toda interpretación que hacemos de las cosas pueden estar equivocadas.
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