Me reúno con Roxane Van Iperen en un conocido hotel de la Gran Vía madrileña. Viene con un traductor pese a que ella entiende el castellano correctamente, otra cosa es hablarlo. La primera pregunta es obligatoria: “¿el libro es de no ficción o una novela?”. Su acercamiento a la historia que cuenta viene de que vivió con su familia en la misma casa donde lo hicieron las hermanas Brilleslijper y por donde pasaron centenares de judíos que huían del exterminio nazi.

“Cuando empecé a escribir el libro era de no ficción. Mi primera versión se alargó hasta las 800 páginas. No utilice ninguna técnica. Era consciente de que no soy historiadora, ni tampoco judía, eso me hizo darme cuenta de que un tocho como ese no se lo iba a leer nadie. Así que para curarme en salud construí una novela dando voz a esas hermanas, a las que tuve la suerte de conocer, contando su historia. Así que creí que la forma adecuada de escribir el libro era la de una novela”, explica la autora.

La escritora neerlandesa, visualizó todo lo que había recopilado en sus conversaciones con las hermanas, que describe en el libro en forma de ficción. “La persecución de los judíos holandeses se llevó a cabo con lo que yo llamo la técnica del embudo, que consta de tres partes. La primera es la más ancha, la boca del embudo. Allí creían que todo iba a ir bien. Eran pueblos, el alemán y el holandés, hermanos y no había el temor que tenían otras naciones. El segundo paso, la parte central, fue cómo fueron catalogando a los judíos y los fueron aislando en barrios. Muchos buscaron un lugar donde esconderse. Es aquí cuando el narrador empieza a acercarse a los protagonistas del libro, y la tercera y última es donde se revelan las fauces de la bestia, donde se ven las diferentes técnicas que utilizan los nazis para el exterminio. Es la parte más difícil de leer”, cuenta con sentimiento Roxane.

“Toda la novela está basada en hechos reales, sobre todo lo que me contó Janny Brilleslijper. Quise ponerme en la piel de ambas hermanas; para ello leí las cartas personales entre ellas y tuve varias conversaciones. Tal fue mi deuda que, a las primeras que di a leer el manuscrito, fue a la familia y me dieron sus bendiciones”, cuenta con orgullo la escritora holandesa.

La novela está escrita en tercera persona, menos el capítulo inicial y el epilogo, que están en primera persona. “Lo hago porque así puedo contar lo que viví en su casa, que luego fue mía. Cuando nos fuimos a vivir allí empezamos a encontrar puertas escondidas y pasadizos, eso me hizo preguntarme para que se utilizarían y así empecé a investigar sobre las antiguas propietarias y fue cuando me enteré de lo que se vivió allí durante la Segunda Guerra Mundial”, señala Roxane Van Iperen.

“En todos mis libros siempre he escrito sobre temas con los que tengo una cierta distancia. En esta ocasión, no ha sido así porque yo viví en la casa donde ocurrieron esos hechos. Todo el mundo podría haber escrito sobre este episodio, lo que me diferencia es que es mi casa y conozco todos los vericuetos”, cuenta apasionada la autora.

“Hay muchas pequeñas historias de la Segunda Guerra Mundial que nunca verán la luz”

Eso es un hecho inusual, pero gracias a vivir en el Nido Alto se ha podido contar. “Hay muchas pequeñas historias que nunca verán la luz y no serán contadas. Hay muchos hechos que se quedan en el aire porque en todos los países hay una cierta narrativa de cómo queremos ser y escribir ese relato hará que tengamos una visión más compleja y eso a algunos no les interesa”, critica la autora y continúa diciendo “el resulta de esa vida tan truculenta que algunos no les quedó más remedio que vivir fue el alcoholismo, y que nacieran niños discapacitados o difíciles”.

Amsterdam fue la primera ciudad ocupada por los nazis en la que se hizo una huelga general

“Después de la guerra se habló de formar un relato, de cómo construir una autoimagen limpia. En las conmemoraciones se expulsaron a los miembros del partido comunista y se les quitó todo protagonismo, cuando ellos fueron, en parte, responsable de muchos actos de resistencia a los nazis y de los sabotajes que se produjeron. Hubo huelgas, que denominaron espontáneas, cuando en realidad fueron organizadas por los comunistas. Amsterdam fue la primera ciudad ocupada por los nazis en la que se hizo una huelga general”, relata la autora.

Para Roxane Van Iperen, “la parte más difícil de escribir la novela fue encontrar la composición adecuada para contar la historia; el tono y la voz también son importantes. Tuve tanta documentación en casa que ordenar todo fue muy complicado, pero también lo más divertido”. Para concluir, nos desvela que “para mí no es lo más interesante contar la historia de Anne Frank, ya se ha escrito mucho sobre ella y su hermana, lo sustancial era contar la historia de cómo la resistencia ayudó a muchos judíos a esconderse y poder huir de los nazis”.

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