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Pedro López Adorno
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Pedro López Adorno (Foto: cortesía del archivo personal del autor)

Entrevista a Pedro López Adorno: “Develar, aunque sea por un instante, el enigma de la palabra”

lunes 15 de julio de 2024, 19:42h

El destacado poeta portorriqueño, nacido en 1954 y residente en Nueva York, revela detalles y características de su obra, tras haber sido publicada recientemente una antología de esta por el sello neoyorquino Pro Latina Press.

Formas de decir el milagro
Formas de decir el milagro (Foto: cortesía del archivo personal del autor)

¿Puede señalarnos las diferencias temáticas y estilísticas producidas entre uno y otro de sus poemarios publicados hasta la fecha?

Tu primera pregunta me pide señalar las diferencias temáticas y estilísticas entre uno y otro de mis poemarios publicados. Sería grato imaginar avezados lectores identificando la compleja red de relaciones temáticas y estilísticas a lo largo de mi trayectoria poética.

Se trata de más de cuatro décadas dedicadas al oficio sagrado de la Palabra como método de conocimiento.

Desde el libro inicial, Hacia el poema invisible (1981), poemario que terminé de revisar meses después de haberme casado (julio de 1976), descubrí que me dejaba seducir por el misterio de la expresión poética. Y ese tipo de seducción, de incansable labor de revisión e introspección que iba incorporando en los textos coincidía con el deseo de perfeccionar mi idioma materno dentro de un entorno angloparlante que podía arrebatármelo. La defensa del idioma marchó a la par con la defensa de mi identidad puertorriqueña. He ahí una serie de temas interrelacionados que siguen presentes en mi obra.

En mi segundo poemario, Las glorias de su ruina (1988), la exploración metapoética, llamada por Gonzalo Rojas “balbuceo visionario” en el breve prólogo que tan generosamente escribiera para el libro, va unida al uso de estrofas de nueve versos.

Cada estrofa de cada poema es una novena en verso y metro libres. Ese tipo de estrofa, usada por poetas del Renacimiento y el Barroco españoles (Góngora, entre otros) y poetas del mundo inglés como Edmund Spencer en La reina de las hadas, me permitió exponer lo que el propio Gonzalo Rojas caracterizó como “el enigma de la palabra que nos fue dada”. A partir de esos libros iniciales, he seguido relacionando matices léxicos, semánticos, tropológicos y simbólicos a ese rasgo temático que me parece permanente y pertinente a través de mi obra.

En mi tercer libro, País llamado cuerpo (1991), ensayo el poema en prosa para recorrer los lugares y estados anímicos y contemplativos del amor. Retomo el poema en prosa en varios textos de Terapia perpetua (2018). Aquí, como en otros libros anteriores- Los oficios (1991); Concierto para desobedientes (1996); viajes del cautivo (1998); Rapto continuo (1999); y Ópera ardiente (2009)- se entrelazan temas: el amor, la poesía, la música, la naturaleza, el eros, la muerte, el tiempo, el viaje, entre otros. Estilísticamente cada libro exhibe su particular registro expresivo y estructural. Si bien en Los oficios el hablante lírico es un escribiente que “da ejemplos” o “despierta a lo innombrado”, en Concierto para desobedientes se convierte en ejecutante de unas piezas divididas en cuatro movimientos.

Rapto continuo (1999), por otro lado, es un libro-objeto, un tarot poético que toma como punto de partida la máxima mallarmeana, “un golpe de dados jamás abolirá el azar”. En Rapto continuo se busca en el azar de posibilidades de lectura develar las diversas facetas del diario vivir. El objetivo es ambicioso: lograr una lectura infinita, una especie de semiosis ilimitada donde cada lectura/interpretación resulte nueva cada vez que el lector entre en ella. La poesía aquí también es juego de los jeroglíficos, proceso adivinatorio.

En Ópera ardiente los amantes ejecutan, a través del mundo de la música, “unas variaciones sobre el mismo tema”. El tema es el eros- cuarenta y cinco poemas cuyo registro abarca desde el amor sexual hasta la contemplación mística.

En Arca de la desmesura (2019) conviven los poemas breves (los “selfies”) con poemas en prosa y poemas líricos de variada extensión. Allí el hablante lírico (un nuevo “Noé”) quiere ser testigo de “la poesía fraguando el quimérico huracán”. El “arca” y “Noé” son, en esencia, símbolos de la poesía como desmesura.

En Versión del que surgía (2020) el enigma de la palabra vuelve a surgir como uno de los ejes temáticos del libro. Esta vez el protagonista lírico despliega un nuevo arsenal de imágenes para cantarle a la naturaleza y, al unísono, a la “vertiginosa cicatriz como si llegar a su cuerpo fuera abismo”, es decir, como llegar al Poema-espacio que es invisible a simple vista.

De aquí llego a lo que considero una larga meditación hecha de 128 haikus- El jardinero efímero (2023). Es un libro dividido en cuatro partes o estaciones con el espíritu de Matsuo Basho iluminándome el camino. Se busca en ellos, como luego en mi más reciente libro, Una eternidad en cada sombra (2024), un “matiz de fuga en lo infranqueable” que logre develar, aunque sea por un instante, el enigma de la palabra que nos fue dada, ese poema invisible que se eterniza entre nosotros.

¿Cuáles fueron los poetas que más influyeron en su obra y de qué modo lo hicieron?

Mis poetas de cabecera, me refiero a aquellos poetas a los que vuelvo una y otra vez, son los siguientes: Arcipreste de Hita, Fray Luis de León, Góngora, Sor Juana, Quevedo, Matsuo Basho, Darío, Huidobro, Vallejo, Borges, Neruda, Lezama Lima, Paz, Gonzalo Rojas, Olga Orozco, Palés Matos, Matos Paoli, Ungaretti, Montale, Dickinson, Yates, Browning, Ashbery, Merwin, Stevens, Rilke, Szymborska y Zagajewsky. Admiro en estos poetas la profundidad de sus respectivas visiones de mundo y, junto a ella, el rigor, el desenfado y el magistral manejo de recursos y técnicas.

¿Cómo se sitúa usted dentro del panorama poético latinoamericano actual?

Contesto con la mayor franqueza posible: no me sitúo de una manera específica dentro del panorama actual. Algunos me han situado dentro de la esfera de la poesía neobarroca y, aunque no niego esa filiación, pienso que soy heredero de varias tradiciones y corrientes que se entrelazan y bifurcan. Empecé a tomar la poesía en serio en 1974 bajo el ojo crítico de mi mentora, la poeta y catedrática de poesía Diana Ramírez de Arellano. Llevo cincuenta años enfrentándome a ese espacio llamado poema, pero vengo de un país (Puerto Rico) al que se le hace difícil reconocer el mérito (por humilde sea) de sus escritores. Con eso y todo, a través de los años he logrado cultivar lectores en diferentes lugares de América Latina y en Puerto Rico. Creo que la poesía latinoamericana actual goza de excelente salud debido a la calidad, cantidad y diversidad de los discursos que logra articular. En mi caso, he tenido la suerte de haber compartido con algunos grandes poetas contemporáneos como Gonzalo Rojas, José Emilio Pacheco, Antonio Gamoneda, José Kozer, José Luis Vega, Vanessa Droz, Áurea María Sotomayor, José Mármol, Alexis Gómez Rosa, María Negroni, Roberto Echavarren, Miguel Angel Zapata, Víctor Toledo y Roger Santívañez, entre otras y otros. De situarme algún lector junto a este grupo de artífices me sentiría sumamente honrado.

¿Cómo define las características temáticas y formales de Formas de decir el milagro (1), su último título publicado por el sello Pro Latina Press, de Nueva York?

Me consta que las diferencias temáticas y estilísticas que describí al contestar la primera pregunta son suficientes. Esperemos que los lectores de esta entrevista se animen a buscar Formas de decir el milagro, publicado por el sello Pro Latina Press de Nueva York bajo la magnífica dirección de María Amelia Martín. Estoy seguro de que encontrarán otros elementos de variada índole que no se han discutido aquí.

¿Cuáles son sus próximos proyectos poéticos?

Tengo otro proyecto antológico pendiente y un nuevo poemario que aún deambula dentro de su desorden creativo.

¿Cuál es su visión de la poesía latinoamericana contemporánea?

La poesía latinoamericana actual es un panorama tan vasto y complejo que aún los escribientes más asiduos e informados pueden caer en sus inesperados precipicios.

Hay grandes poetas y poemas dentro del ámbito, pero también mucha broza. Creo que ésta ha sido una característica de todas las épocas pero la actual rebasa por mucho todas las demás. Todo el mundo quiere escribir poesía pero pocos, muy pocos son Poetas.

Por eso es indispensable leer mucho. Hay que leer y estudiar tanto a los clásicos como a aquellos que nos rodean. Vencer la prisa por publicar. Escribir y callar. Estudiarse uno a fondo para que lo escrito tenga carácter de permanencia.

Sobre Pedro López Adorno

Pedro López Adorno nació en Puerto Rico en 1954. Desde 1965 reside en la ciudad de Nueva York. Doctor en Filosofía y Letras de New York University (1982) con una tesis sobre el Altazor de Vicente Huidobro. Es poeta, crítico literario, novelista y antólogo. Fue director de la revista de poesía, Tercer Milenio (1984-1987). Como poeta ha publicado los siguientes libros: Hacia el poema invisible (San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1981); Las glorias de su ruina (Madrid: Playor, 1988); País llamado cuerpo (Lima: Editorial Lluvia, 1991); Los oficios (Sevilla: La Cuerda del Arco, 1991); Concierto para desobedientes (Río Piedras: Editorial Plaza Mayor, 1996); El gran olvido -plaquette (Barcelona: Café Central, 1996); Cumpleaños –poema/plaquette (Nueva York: La Candelaria #10, 1998); Viajes del cautivo (Xalapa: Editorial Graffiti, 1998); Rapto continuo (San Juan/Nueva York: Ediciones Babel, 1999)- edición limitada de 78 poemas que representan un tarot; incluye caja de madera (obra del artesano puertorriqueño, Hipólito Figueroa) e ilustraciones de la grabadora puertorriqueña, Consuelo Gotay; Arte de cenizas/Poesía escogida:1991-1999 (San Juan: Instituto de Cultura, 2004; Opera ardiente (San Juan: Terranova Editores, 2009); Terapia perpetua (Rimini: Raffaelli Editore, 2018)- edición bilingüe español/italiano con traducción de Emilio Coco; Arca de la desmesura (Granada: Valparaíso Ediciones, 2019); Versión del que surgía (México: Editorial LaOtra, 2020); El jardinero efímero (New York: Nueva York Poetry Press, 2023) y Una eternidad en cada sombra (Madrid: Amargord, 2024). Aparece antologado en Nueva poesía latinoamericana (México: UNAM, 1999); Una gravedad alegre. Antología de la poesía latinoamericana al siglo XXI (Valladolid: Editorial Difácil, 2007); Puerto Rican Poetry: An Anthology from Aboriginal to Contemporary Times (Boston: University of Massachusetts Press, 2007); Jinetes del aire. Latinoamérica y el Caribe Poesía contemporánea (Ecuador/México: Mayor Books, 2008); Vapor transatlántico (México/ Lima: UNMSM, 2008) y Yunaites. Poesía en español en los Estados Unidos (Brasil: Lummer Editor, 2014), entre otras. Es el autor de tres importantes antologías: Papiros de Babel/ Antología de la poesía puertorriqueña en Nueva York. Río Piedras: Editorial de la UPR, 1991; La ciudad prestada/ Poesía latinoamericana posmoderna en Nueva York. Santo Domingo: Editorial Luna Cabeza Caliente, 2002; y Pedro Pietri/ Selected Poetry. San Francisco: City Lights Books, 2015. Como novelista ha publicado, La religión de los adúlteros (Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1996) y, en fecha reciente, Más allá de un bolero (Nueva York: Sudaquia Editores, 2021).

NOTAS

(1) Pro Latina Press, ISBN 979-8-218-43551-6, 240 pp., Nueva York, EE.UU., 2024.

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