Lo que se suponía debía alejar las dudas sobre su avanzada edad se transformó en dudas sobre su capacidad para gobernar, su capacidad de desenvolverse en la realidad.
Veamos:
Frente al catastrófico desempeño en su debate con Trump:
-la culpa es mía, solo mía, debí dejarme llevar por mi instinto, estaba cansado, enfermo, había dado la vuelta al mundo.
Al argumento de que tuvo una semana para recuperarse antes del debate, respondía repitiendo lo mismo, que estaba agotado.
Pero dejemos atrás el debate, no se trata de UN debate, señor presidente, eso es el pasado, fue un primer llamado de alerta. Se trata de nuestro futuro.
El presente:
Resultado de las encuestas que muestran que su apoyo está bajando y que el expresidente Trump se distancia peligrosamente y puede ser electo, que subió de 3 a 6 puntos de diferencia sobre el presidente:
-negación: no existen, no son lo que yo pienso, es la prensa.
Al pedido de sectores demócratas para que renuncie a su candidatura y abra paso a un recambio que, con peligro, es cierto, pueda bloquear a Trump:
-negación, no es cierto, nadie me ha pedido nada.
A la pregunta de si ha considerado renunciar a su candidatura:
-rotundo no, solamente si el Altísimo me dijera, "Joe, renuncia, lo consideraría".
Nicolás Maduro conversaba con un pajarito, el presidente Biden se arroga el privilegio de que sea dios quien baje a la tierra y le diga lo que tiene que hacer. Peligrosa arrogancia y falta de conexión con la realidad.
En tiempos recientes, Bukele se creyó investido por la Gracia Divina.
A la pregunta sobre su capacidad, no pasada, la presente y sobre todo la futura, estamos hablando de 4 años y medio más, en un mandato que acabaría a los 86 años:
-negación, "no tengo necesidad de hacerme pruebas neurológicas, realizo un test cognitivo todos los días… no solo estoy haciendo campaña, sino que estoy dirigiendo el mundo". La frase explotó como una alerta en mi cabeza: "estoy dirigiendo el mundo".
Nunca un presidente de potencia alguna, por poderosa que fuera, se arrogó el poder de dirigir el mundo, quisieron conquistarlo, secretamente, y quizás en su mente dirigirlo, salvo dictadores que soñaron con un mundo a su imagen y semejanza.
Decirlo, es de una arrogancia insoportable, es un insulto para los aliados de los Estados Unidos. No son siervos, son aliados, tienen su propia voz, así como los Estados Unidos tiene su propia voz, el tiempo de imponer ideologías pasó y dejó una secuela de tragedias para los pueblos.
En fin, no es solamente la edad, es la falta de contacto con la realidad y ello es peligroso, ello puede abrir el camino al triunfo de Trump, y ello sí es un peligro. Ello significa un peligro en el momento de gobernar, no se trata de confundir nombres, de frases sin sentido, se trata de no ver la realidad la suya y la del mundo.
No es fácil, es doloroso, pero es un gran gesto que solamente un gran estadista, aquél que está dispuesto a sacrificarse por el bienestar de su pueblo, es capaz de hacer.
Señor presidente, no es el Altísimo quien se lo pide, somos aquellos que tememos que esté abriendo el paso a un autócrata. Por el bien del país, abra paso a una nueva generación, usted ya cumplió su tarea y se le agradece, renuncie.
En la espera, prendamos una vela a San Judas Tadeo, patrono de los casos difíciles y las causas imposibles.
Mientras tanto, Trump se frota las manos.
* Escritor, poeta, dramaturgo y hombre de teatro chileno, miembro del PEN Chile, miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) y académico de la Academia Tomitana de Constanza, Rumania.