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Amanecer nublado
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Amanecer nublado (Foto: Maudy Ventosa)

¡AL AMANECER!

Por MAQUE

Unos fuertes golpes en la puerta nos despertaron sobresaltados. Una voz: Mañana al amanecer.

El saber que aquello seria inevitable no disminuía la angustia y el miedo.

Hacía tiempo que el run run no cesaba, estábamos advertidos. No habrá vuelta atrás.

Es hora de vestirse, vamos, no tenemos todo el día.

El temblor acorralaba mis manos. Es hoy, pensaba que estaba preparado. Noches de vigilia tratando de imaginar, de poner freno a la angustia. Será rápido

!Al amanecer!

Trataba de evocar canciones que ensalzaran mi espíritu para no desfallecer...Hoy se acaba.

El camino de 50 pasos hasta la tapia, fue el camino más largo que jamás recorrería. El día invernal, la niebla y la escarcha no eran suficientes para parar el sudor que lentamente resbalaba por mi nuca. Lo notaba deslizarse hasta mi espalda húmedo y frio.

¡Apunten!... ¡Fuego!

Temblor angustioso, cierro con fuerza los ojos… y aprieto el gatillo. El ultimo disparo de gracia aún retumba en mi oído. Después todo silencio.

Rosas rojas florecían en la tapia, rojas también empaparon el húmedo suelo, las blancas camisas, la piel morena. Rosas rojas con sabor a muerte.

A medida que retrocedía hacia mi puesto en la armería, un flujo cálido y húmedo descendía pantalón abajo. No me avergonzaba. La náusea infinita y el temblor continuaban, cada paso, cada bocanada robada al aire era la lucha por acallar el estruendo de mi pecho, el latigazo en las entrañas revolviendo mis tripas.

Una palmada en la espalda... ¡Animo! Esto se acaba, seguro., está llegando a su fin.

Éramos jóvenes, demasiado jóvenes para tanta locura.

Junto a las rosas rojas en la tapia quedaron los sueños, la enamorada, la dulce madre, la boda anhelada, los hijos no tenidos, los besos no dados.

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