- ¡Cómo me gusta recorrer la ciudad y observar cada rincón con ojos de viajera, que no turista, para dejarme sorprender en cada plaza o rincón con las ocurrencias de los que quieren que esta gran urbe sea cada vez más moderna y cosmopolita! ¡Madrid, city of the world!
- En el coche de San Fernando se palpan mejor los latidos de las gentes que lo pueblan, Puri. Puedes detenerte, percibir y paladear a gusto los sentimientos de los viandantes, observar sus caras, escuchar las conversaciones que mantienen consigo mismos o con el acompañante de turno… eso también te da pistas para entender a la tropa.
- ¡Y cómo lucen las calles cuando se acerca la Feria del Libro! Los ídem invaden el Retiro y este año dicen que han sido más de dos millones y medio las personas que lo han visitado. Otro cantar son las cifras de ventas, que nunca satisfacen a todos. Pero a lo que vamos, durante unos tres meses, para abrir boca al Día Internacional del Libro y las ferias del Libro de Madrid y del Libro Antiguo de Primavera, se colocan on the streets bancos para asentar las posaderas en forma de libros gigantes. El lema es ¡Siéntate a leer!
- Lo que no parece una invitación, sino una orden… por el imperativo del verbo, digo yo, bonita… y encima, la mayoría pasan desapercibidos por eso del andar garboso siempre con prisa de los madrileños y foráneos ya mimetizados con los oriundos.
- ¡O te paras de golpe porque algo llama tu atención, tía! Como el título elegido para colocar delante de la Iglesia del Buen Suceso en el madrileño barrio de Argüelles: Las bragas al sol, de la psicóloga nacida en Puigcerdà, Regina Rodríguez Sirvent. Gracias a las almas pías, me han contado que lo han ido retirando poco a poco de la entrada del templo hasta el final de la plazoleta, pero no sé si es cierto o no, dada la envergadura de la obra o si se ha hecho con nocturnidad y alevosía entre varios fuertotes, un suponer.
- Pero si es un libro desternillante y divertido sobre lo que sucede cuando nos atrevemos a vivir, según reza en la sinopsis. ¡Define sol, tía! Porque bragas… puede escandalizar…
- ¡Ahí está la clave, pequeño saltamontes! Que no todas son de cuello alto como las que llevaban nuestras madres para sujetar la barriga. Tendrían que haber elegido otro sustantivo menos escandaloso, como culote -o culotte-, tanga, pantaleta, panti, panty, blúmer, bombacha, trusa, calzonario, pachucos, churrín… que mira que hay palabras para sustituir el vocablo, pero escogen las bragas a secas, ¡ya les vale!
- ¡Ya te digo, tía! Tenían veintiséis títulos para el banco y optan por este que socaba la decencia y el pudor. ¡Atrevidos sin decoro! Y no es porque haya tantos que se la cogen con papel de fumar, pero haberlos haylos.
- Yo hubiera elegido el de otro psicólogo, prestigioso psicoterapeuta, que aboga por controlar el pensamiento para controlar las emociones, Rafael Santandreu, No hagas montañas de granos de arena.
- ¡Ya estamos con la profundidad y la reflexión! No me creo que hubiera mala intención en poner las bragas frente a la iglesia… sería sinqueriendo.
- Cómo tantas cosas que hacemos en la vida sin tener en cuenta el sufrimiento que provocamos en los otros porque, para nosotros, esos actos son menudencias que se sacan de contexto y lo justificamos diciéndonos que hacemos lo que teníamos que hacer, que no es para tanto, que no hagas una montaña de un grano de arena… y cosas por el estilo.
- Todos herimos sin querer, lo que no nos convierte en personas malvadas.
- Cien por cien, Vani, pero todos, todos, somos responsables de nuestros actos. Lleven o no mala intención. ¡Hasta los cementerios están llenos de cadáveres que fueron asesinados sinqueriendo, por un golpecito de nada que no querían dar! Estoy hasta el culo de tanto sinqueriendo. Somos cienes y cienes los que vamos por la vida sin ser capaces de pedir disculpas ni asumir nuestra responsabilidad sobre hechos consumados. ¡Ni culpa ni arrepentimiento mostramos! Porque tenemos el ego tan grande que nos desborda. Algunos porque tienen un plan propio que deja fuera al otro y lo debilita; otros por mostrarse dominantes; los más por tener nula empatía; los menos desconocen el término compasión.
- ¡Y dale, tía! Si te pones en plan confesor de confesionario apaga y vámonos, aunque percibo que no estás por dar la absolución con tres padrenuestros… Hacemos daño a los que más queremos sinqueriendo normalmente, tanto cuando ponemos penitencia como cuando decidimos imponer una sanción que también te castiga a ti. No veo solución si no es a través del amor, como dice mi sabia amiga Rosa.
- Desde el amor siempre se cede y se hacen gilipolleces.
- Ese es el amor mal entendido, que me lo acaba de explicar. Si no eres capaz de que el otro entienda por qué tomas una decisión que lo desconcierta y cabrea, no has avanzado nada. Cuando pasa el berrinche del niño que todos llevamos dentro, porque le has quitado la videoconsola, es cuando puedes empezar a hablar con él. Desde el amor, no desde el rencor ni las ganas de resarcirte por eso de que el que la hace la paga. Sencillo.
- Jo, tía, me desconciertas… Se puede joder desde el amor, te puedes jorobar desde el amor… Creo que me voy al banco de las bragas a reflexionar para tomar la mejor decisión… desde el amor.
- Y aprender desde el amor queriendo… porque no todo vale, aunque sea un buen libro y se haga sinqueriendo. ¡Ahí lo dejo!