No estoy en contra de la divulgación de la Historia y, más si cabe, en todo lo relativo a las Españas, donde la ciencia de su Historia es de una riqueza y exclusividad paradigmáticas. Pero, esta característica historiográfica no puede estar reñida con el rigor y el conocimiento de la Historia. Los tópicos irreales y tabúes inexistentes no me agradan, y lo único que hacen es repetir los errores, tan eximios entre los españoles, incluyendo a los portugueses. Verbigracia, índice página-507: Corrijo ya la titulación errónea de los monarcas citados, sensu stricto: Alfonso I no de Castilla sino del Asturorum Regnum; Alfonso II “el Casto” no de Castilla sino de Oviedo (Ovetao Regnum); Alfonso III “el Magno” no de Castilla sino de León y de Oviedo, ya que Al-Qila ni tan siquiera existía; Alfonso VI de Castilla ¡nunca! sino de León, Castilla es territorio subsumido en el Regnum Imperium Legionensis; Alfonso IX de Castilla ¡jamás!, “el Legislador o el de las Cortes” de León, Rey-privativo y leonesista convencido; Alfonso X “el Sabio” de Castilla, de León y de Andalucía; y Alfonso XI de Castilla y de León. Es extraño como crece la anhistórica Castilla. No se cita, para nada, a monarcas medievales esenciales como Ordoño II de León, o el Magnus Basileus Ramiro II “el Grande o el Invicto”, el más grande de la Europa del siglo X. Muy interesante la reprobación a la falsía de Ummo y otras lindezas semejantes, pero yo me voy a ceñir al Medievo, que es mi especialidad como medievalista que soy. Sí es verdad que los grupos mahometanos que invadieron Hispania nunca fueron coherentes en sus tactismos, sino que mantuvieron diferentes guerras civiles, los árabes eran la elite oligárquica y prepotente de la conquista, indudablemente ya muy islamizados, mientras que los que realmente se enfrentaban a los cristianos eran beréberes norteafricanos, poco islamizados. A partir del siglo X la conversión, más o menos forzosa, de los cristianos residentes en Al-Andalus se fue incrementando, apareciendo los muladíes o cristianos conversos al Islam, frente a la minoría cristiana que resistía y que eran los mozárabes/mustarabib, con algunos de sus miembros sufriendo hasta el martirio. Los trovadores y los juglares fueron esenciales en el Medioevo y escriben, las autoras, que fueron honrados por el Rey Fernando III “el Santo” de León y de Castilla. Otro de los episodios narrados, ¡como era de esperar!, al estar las historiadoras tan vinculadas a Castilla, es todo lo relativo a Ruy Díaz de Vivar, que estimo, y no existe la más mínima reivindicación para ello, pudo haber sido nato en la urbe imperial y real de León, y no en Vivar. En ninguna circunstancia, página-84, existe una unión definitiva entre los Reinos de León y de Castilla en 1230, realizada, la hipotética por el primigenio infante leonés y luego monarca Fernando III “el Santo” de León y de Castilla. Yo puedo citar, con menor parafernalia, algunos caballeros tan buenos como el Cid Campeador, desde Pedro Ansúrez hasta García Ordóñez o Gómez Salvadórez de Candespina o Alvar Fáñez de Minaya, quizás menos conocidos, porque no tuvieron un Per Abbat que les enalteciera. “Sin duda fue don Rodrigo el mejor caballero de la Reconquista. Tenía arrojo y capacidad de diálogo, servía a la verdad, podía entenderse con los musulmanes si el corazón que animaba los pactos estaba movido por la voluntad de construir y, por sus proezas, paso a la inmortalidad. Y, precisamente, por ser auténtico, El Cid sufrió acoso laboral, bullying, de manos de su rey, Alfonso VI, que, en vez de agradecerle sus desvelos, no lo premiaba con títulos sino con destierros. Eso sí que es una realidad lamentablemente presente también hoy en la sociedad tecnológica”. Me encanta, irónicamente escribiendo, este afecto hacia el señor de Vivar, pero está claro que si existía un buen Señor (ALFONSO VI DE LEÓN) con un vasallo que tenía muchas debilidades. Rodrigo Díaz de Vivar , esposo de la condesa leonesa Jimena de Oviedo, tiene problemas con la corte del Rey-Emperador Alfonso VI de León por cuestiones de comportamiento paradójico, ya que cuando es enviado a Sevilla a percibir las parias debidas, utiliza esos dineros para preparar un ejército y luchar contra otro cristiano, el conde García Ordóñez, lo que era inaceptable para el monarca de León; inclusive no acudió a la batalla de Uclés, lo que era Alta Traición, ya que acudir al fonsado era obligatorio. «¿Era español alguno de los Reyes Magos? ¿Fueron los ingleses los inventores del Parlamento? ¿Estaba Juana, la hija de los Reyes Católicos, loca? ¿Por qué a Cervantes se le llama el Manco de Lepanto si tenía brazos? ¿Habían hechizado a Carlos II? ¿Supuso realmente un desastre la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898? ¿Es verdad que los italianos que combatieron en la batalla de Guadalajara, en 1937, pensaban que venían a España a grabar una película? ¿Hubo una gasolina ibérica en la dictadura? ¿Inventó Franco la Seguridad Social? ¿Por qué el Caudillo persiguió a los comunistas y masones, pero dio barra libre a la ufología? En este magnífico libro las historiadoras María Lara Martínez y Laura Lara Martínez diseccionan algunos episodios esenciales de nuestro país que han sido tergiversados, malinterpretados u ocultados, y aprovechan para desmontar tópicos y leyendas. Un ameno y didáctico ensayo para aprender más sobre el mayor imperio jamás conocido y el que más se preocupó por los derechos humanos». Realmente interesante, y estimo que lo más fehaciente del libro, es lo relativo a las Cortes del Reino de León del año 1188, convocadas por el Rey Alfonso IX “el Legislador o el de las Cortes”, que gracias al profesor legionense Rogelio Blanco Martínez se ha constituido como la Cuna del Parlamentarismo, por la Unesco, en junio de 2013. Donde por primera vez fueron convocados los ciudadanos elegidos por las ciudades, ‘civis singulis electis civitatibus’, junto al clero y a la nobleza laica. Los Decreta: “En el nombre de Dios: yo don Alfonso, rey de León y de Galicia, habiendo celebrado curia en León, con el arzobispo (de Santiago de Compostela) y los obispos y los magnates de mi reino y con los ciudadanos elegidos de cada una de las ciudades, establecí y confirmé bajo juramento que a todos los de mi reino, tanto clérigos como laicos, les respetaría las buenas costumbres que tienen establecidas por mis antecesores”. En suma, estimo que esta obra puede tener sentido, para que los hispanos conozcan los fundamentos históricos de las Españas, y lo que representó su Historia. Asimismo, es muy interesante el estudio que realizan sobre el Rey Felipe II, y lo que representó el monarca Habsburgo para el orbe conocido. Concretamente es muy descriptiva la definición fenotípica sobre el carácter del primogénito de Carlos V. ‘Felipe II no era antipático, sino que cohibía sus emociones’. Estimo que es un libro para conocer y analizar. «Confusa ebrius est non iens ut producat ex optimis in sobrii sint mulier». Puedes comprar el libro en:
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