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"Los puntos cardinales", de Hugo Abbati

EDA, Benalmádena, 2024
jueves 20 de junio de 2024, 22:21h
Los puntos cardinales
Los puntos cardinales
Con la novela Paisajes del asilo (2020), sin olvidar sus libros anteriores, Correspondencias (2010) , En el campo (2012), Dos conversan: donde Beckett perdió el poncho (2015) y, ahora con Los puntos cardinales, no cabe la menor duda de que estamos ante una narrativa tan singular como brillante, pues la escritura de Hugo Abbati es pieza fundamental de nuestra memoria literaria y bagaje histórico. Sin duda, al término de esta nueva magnífica obra, las impresiones del editor cobran más vida si cabe, “es una fábula tiernamente distópica sobre un mundo alucinado, absurdo y conmovedor al mismo tiempo; tal vez un feroz alegato contra el tiempo que nos ha tocado vivido”.

En buena lógica, la buena literatura así lo requiere, el horizonte de perspectivas e interpretaciones variará dependiendo de la persona que abra el libro. En cualquier caso, también es una historia de libros, la literatura de parámetros excelentes no precisa fijar la autoría que, a todas luces, condicionaría el juicio crítico. Los libros son protagonistas indiscutibles de la novela, que, contra los fieros y perversos mundos distópicos no se queman ni prohiben, al contrario, circulan con absoluta libertad, anhelo máximo de los puntos cardinales. De hecho, el protagonista antes del cierre de la Biblioteca se llevará miles de libros. Puntos cardinales que debiendo ser guía, orientación, rumbo, el espacio y tiempo de nuestro contexto, son finalmente ilusorios, tópicos, aunque incluso en ese sentido conforman el eje vertebredor de la narración, especialmente, de las características propias del Sur que se enfrentan al deseado Norte. Como en su novela anterior, una obra maestra, Paisajes del asilo, que debería ser lectura obligatoria, o por ser exacto, recomendada, en todos los puntos cardinales del país, pese a la realidad dislocada que en ella encontramos, al caos que pueda reinar, se produce siempre el triunfo de la esperanza o del amor, que para el caso es lo mismo. En Los puntos cardinales, sobresale de manera espectacular el magistral uso del lenguaje. Una perfecta combinación de monólogos interiores, retrospecciones que recubren en parte algunos recuerdos e ideales, diálogos y prospecciones que desembocan a la caída natural de opresiones y fronteras. Una división tripartita, “La Historia (1)” que es la tesis de la novela, “La Historia (II)” que sería la antítesis, “Una Historia (continuacion)” que bien podría ser la resolución o síntesis. Tratar de clasificar la obra es tarea inservible, especialmente en la literatura de Abbati tan universal como original, tan experimental como fecunda. Se nos indica que el “motor de esta fábula sobre el ser humano y sus desplazamientos” es el regalo de cumpleaños para su esposa Almudena. Por consiguiente, cualquier intento de integrarla en la novelística de ficción, la narrativia metafísica o un post nouvelle vague, es tarea desaprovechada. Por si fuera poco, un paradigma constructivo de Los puntos cardinales es un cuento de Kafka de 1914 “En la colonia penitenciaria”. En efecto, el dominio carcelero que en nuevos tiempos se reviste de seudolibertad, abarcando desde una perspectiva propia la condición del hombre contemporáneo, la angustia, la culpa, la burocracia, la soledad, aunque libra su particular combate con la ironía, lo irracional, lo onírico si se quiere es uno de los puntales de la novela asociándose inevitablemente al expresionismo y al existencialismo. El título del cuento de Franz Kafka conlleva un sentido homenaje pero sustenta por las diversas repeticiones una parte conceptual de la novela con atención especial a la circularidad, en paralelo al círculo vicioso. Nos escribe Hugo Abbati “el tiempo en nuestra tierra era un cárcel circular en la que los presos ejercían de carceleros”. Una perversa normalidad forzada, con reglas, hábitos y creencias. En todo caso, coincidiendo con esa fábula distópica, el escritor zozobra entre la ansiedad de la ficción y la búsqueda del lenguaje , un malestar reconocible que supone torturas, asesinatos, secuestros, pero logra que la ficción narrativa la interceptemos como diagnóstico real. Es la contradicción, ley humana por excelencia la que transita a su libre albedrío por la novela (desarraigo frente a la búsqueda del bien estar, a veces desesperada donde el robo de un libro se traduce como esa hermosa sensación de paz, luz versus oscuridad, lo impecable y lo implacable, el bestiario como fórmula amorosa y un diario íntimo como fórmula dolorosa. Podrían percibirse algunos episodios históricos de la dictadura militar argentina, con miles de desaparecidos que en gran medida reaparecen a través de la palabra. Sin embargo, esos procesos de reorganizaciones nacionales, criminales a todas luces, se repiten en no pocos países. La memoria con todo se encarga de arrojárselo al escritor. Cuando desaparecen la disconformidad y la rebeldía, el narrador de Los puntos cardinales dejó de escribir. Seguimos en la maravillosa ficción literaria. Por fortuna, la editorial, Ediciones de aquí, nos anuncia que publicarán más novelas de Hugo Abbati.

Por cultura, educación sentimental y formación, la narrativa de Hugo Abbati comporta una intimidad inevitable entre el espíritu y las letras, una suerte de clandestina, cuando no ilegal vida de lo metafísico en literatura. No en balde, Hugo se ha limitado a escribir bellísimas novelas (vaya oxímoron más determinante) que, de haber contado, con mecanismos tradicionales de respaldo estarían directamente colocadas al lado de las grandes obras. La crítica literaria, en una gran parte, fija sus juicios a partir de la autoría, o peor aún, de las listas de editoriales bendecidas. No estaría de más que saliera de su zona de comodidad y empezara a ejercer como tal.

Por lo que a mí respecta, la novelística de Hugo Abbati comparte estantería con Romain Gary, Georges Pérec, Ian Mac Ewan, Maggie O´Farrell, John Maxwell Coetzee, Philip Roth, Italo Calvino, Henning Mankell, Annie Ernaux y un ejemplar de Las elegías de Duino de Rilke, por aquello de la conexión con ese bello espacio que es Ronda.

Hugo Abbati genera cierta materia literaria a partir de su especialidad como médico psiquiatra y a la vez como lector empedernido, con una inventiva e intelectualidad poco comunes. Ciertamente, el género narrativo de la ciencia ficción se concretiza bajo fórmulas muy diversas desde la novela hasta el cine pasando por el cómic. Ciertamente, quiere describir un estado futuro del mundo, apoyándose especialmente en la ciencia actual, anticipando progresos y consecuencias sobre la humanidad. Paradójicamente, mientras mayor sea el quebranto de la racionalidad más riqueza expresiva adquiere la novela.

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