En la novela se rinde homenaje a los espectáculos de variedades, a artistas y compositores olvidados y recordados, así como a los teatros que animaban tanto a los pueblos de la España de los años 20 y 30 como a los concurridos music-hall barceloneses y los teatros madrileños. La vida de Estrellita Castro sirve como hilo conductor para explorar las convulsiones sociales de la época. Se aborda también la realidad de los movimientos obreros, en especial el anarquismo, y se analizan las perspectivas de la educación reglada. La búsqueda de libertad es el motor que impulsa y transforma a los personajes, revelando información inédita o innovadora sobre Estrellita Castro extraída de la prensa de aquel tiempo. ¿Cuál ha sido su experiencia en las Ferias del Libro de Madrid y Valladolid al presentar “La Estrella de la canción”? He comprobado que Estrellita Castro sigue viva, aunque la gente tiene una imagen más relacionada con sus años finales. Cuando en las ferias de Madrid y Valladolid se acercaba la gente a preguntarme por La Estrella de la canción, pensaban en la imagen de la mujer de los años 70 y comienzos de los 80, ya anciana, más que en la mujer de los años 20 y 30, que fue revolucionaria en muchos aspectos y que tuvo una vida que nada tiene que ver con los estereotipos sobre la época. Fue una mujer que trabajó incesantemente por ser una artista de primera línea desde la infancia, que creó la canción andaluza, que contribuyó con sus interpretaciones en los inicios de la radio sevillana y en el cine sonoro español, que cantó para todo tipo de público y a todo tipo de público conquistó. ¿Hasta dónde llegaron las actuaciones de Estrellita Castro? Si nos referimos a lugares, en España, a casi todos los rincones; en América: Argentina, Uruguay, Cuba, Perú, México... Pero si hablamos de lo que llegó a hacer, por ejemplo, en la novela relato que actuó en tres teatros distintos una misma noche, lo que sucedió de verdad y la prensa siguió con entusiasmo; y, por lo que hasta ahora he podido consultar de hemeroteca, fue la primera artista, mujer, en hacerlo. En el año 1936 cobraba un salario tan alto que apenas era rentable para la compañía en la que estaba. Quizá, más interesante como asunto de novela histórica, sea que, de cantar ante los reyes en su infancia, en la guerra civil se ve actuando en actuaciones benéficas para el Socorro Rojo y otras muchas organizaciones a favor del bando republicano. ¿Se puede decir que triunfo en el cine? Ella triunfó con “Rosario la Cortijera”, una de las películas más exitosas de 1935. Fue su primer largometraje, en la que era, además, la actriz principal. Lamentablemente, la guerra civil fue al año siguiente y truncó su trayectoria natural como actriz de cine. Una vez que consigue salir de España, se dirige a Cuba y, desde allí, la contratan para volver a filmar, pero se trata de otra situación tanto para España como para Estrellita. Sitúas a Estrellita Castro en medio de una época terrible y sus vivencias se entremezclan con hechos que fueron de gran importancia. En efecto, de 1921, año en que comienza la narración (con algún breve recuerdo anterior a esta fecha), a 1936 son solamente quince años, pero ¡qué quince años! Momentos como la Exposición Iberoamericana de Sevilla, la revolución de Asturias y la guerra civil aparecen en la novela, porque Estrellita los vivió de primera mano; esto se complementa con otros acontecimientos históricos que, o bien son mencionados, o bien forman parte de la novela, como la llegada de la república, la masacre de Casas Viejas, la defensa de Triana en los primeros días de la guerra civil o la matanza de los trenes procedentes de Jaén. Al comienzo de su carrera ella no parecía tener intereses políticos. Estoy seguro de que lo principal para ella era hacerse un hueco en el muy difícil panorama del espectáculo español, a lo que se dedicó durante los años 20, que, a fin de cuentas, coincide con la dictadura de Primo de Rivera; por ello, aunque no expresara una clara manifestación política en ese momento, conectaba con el público; es más, en la cuenca minera de Huelva, donde los movimientos obreros eran muy fuertes, era la preferida del público y hay noticia en la prensa que hablaban de que Estrellita había hecho la verdadera “revolución”. En el 33 expresó en el periódico El Liberal que era lerrouxista y en noviembre de ese año, en La Voz dijo: “yo soy republicana castiza y votaré a Lerroux”. Esto no debe sorprendernos, porque en los primeros años de la república casi toda España era republicana, tanto para izquierdas como para derechas, aspecto que hoy se tiende a olvidar; al igual que se suele obviar que la ciudadanía fue desencantándose, y con Lerroux del todo, ya que con los casos de corrupción de los gobiernos de su partido, de ser referente republicano pasó a ser todo lo contrario. Así debió de ser para Estrellita, porque, para entonces, estamos a finales de 1935, a su vida había llegado Jaime Cubedo, que era su representante desde meses atrás. Además de un representante muy bien valorado en los círculos artísticos, Jaime era conocido por su intenso compromiso con el anarcosindicalismo, pues estuvo involucrado en la fundación del Partido Sindicalista y, sobre todo, era amigo íntimo y secretario personal del líder del partido, Ángel Pestaña. Es, sin duda, este vínculo con Jaime y, por consiguiente, con el sindicalismo, el que establece que desde el primer momento apoye a la república. Estrellita Castro nunca se casó y vivió en pareja de hecho. ¿Cómo le permitió algo así el Franquismo y cómo borró el apoyo que brindó al bando republicano? Sobre lo primero, puedo decir que no me extraña que hubiera vivido así, algo que parece tan adelantado a su época, porque durante la República fue una mujer moderna, consciente de la política y de la situación del momento, aprendió a conducir, practicó deporte, participó en radio y en cine y, sin olvidar, que alcanzó la ambición de ser referente de la canción y el logro de tener su propia compañía. Respecto a borrar el pasado, puedo aventurar que, al igual que otras personalidades de la música, el cine y el teatro, ella aprovechó la oportunidad de irse de España, concretamente con un contrato para Cuba, y decidió volver directamente a la zona franquista. En verdad, creo que ella vivió el Madrid de la guerra con cierta seguridad, sobre todo por el nexo con Cubedo y con Pestaña, pero, al mismo tiempo, sí se percataba de las continuas delaciones entre vecinos, las matanzas, como la de la cárcel Modelo, en el que asesinaron a republicanos de derechas (aparte de falangistas y militares) y otros sucesos que le hizo entender que la República, como la había conocido, había dejado de ser para todos y no volverá a serlo. Puedes comprar el libro en:
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