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Antonio Daganzo
Antonio Daganzo

Entrevista a Antonio Daganzo: "Creo en la versatilidad como uno de los rasgos característicos del escritor de hoy"

sábado 01 de junio de 2024, 17:16h
Antonio Daganzo (Madrid, 1976) es poeta, narrador, ensayista, periodista y divulgador cultural y musical. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, es autor de los poemarios Siendo en ti aire y oscuro (2004), Que en limpidez se encuentre (2007), Mientras viva el doliente (2010; aparecido en Ecuador en 2014), Llamarse por encima de la noche (2012, editado en Chile), Juventud todavía (2015) y Los corazones recios (2019), de la novela Carrión (2017) y del ensayo Clásicos a contratiempo (2014), divulgativo de la música clásica.

Entre otros galardones, ha recibido el Premio de Narrativa “Miguel Delibes” – 2018, el Premio de la Crítica de Madrid – 2015 (en la modalidad de poesía) y el Premio “Sarmiento” de Poesía (Valladolid, 2017). Como poeta, ha sido traducido al inglés y al árabe, y, como narrador, su cuento ¿Qué tal Mozart? fue traducido al alemán, en Salzburgo, Austria, en el marco de las celebraciones de 2006 por el 250º aniversario del nacimiento de Wolfgang Amadeus Mozart. Presencia en antologías: Agua, símbolo y memoria (2006), 12+1: una antología de poetas madrileños actuales (2012), Foto Verso (2017), Sonetos para el siglo XXI (2017), Fugitivo y eterno (2018) o Versos para bailar o no (2019).

¿Podría usted contarnos un poco de su vida y actividad literaria?

Fundamentalmente soy poeta, aunque creo en la versatilidad como uno de los rasgos característicos del escritor de hoy. De ahí que no sólo cultive igualmente el ensayo y la narrativa –eso, al fin y al cabo, forma parte de mi cabal voz creadora-, sino que combine el ejercicio de la literatura con las actividades divulgativas en torno a las letras y a la música. Creo que mi condición de periodista ayuda a toda esa versatilidad.

¿Cuáles fueron sus primeras lecturas poéticas y qué autores le influyeron?

Es curioso: yo fui un lector muy precoz, pero de narrativa –narrativa decimonónica, para ser exactos-. La poesía llegó más tarde, y recuerdo bien aquellos días de mi primera juventud que pasé rodeado de la gran lírica española e iberoamericana, acervo donde me formé como poeta, y que me hizo valorar, desde el primer instante, todas las posibilidades musicales de la lengua castellana –y cuando hablo de música no me refiero solamente al ritmo-. Garcilaso, Bécquer, Juan Ramón Jiménez, Machado, Miguel Hernández, Neruda y, por supuesto, Vicente Aleixandre, junto con Claudio Rodríguez, siempre han sido y serán referencias para mí.

¿Cómo definiría su poesía?

Me gusta pensar en la capacidad del lenguaje poético para revelarnos cosas, para hacernos comprender mejor el mundo. En este sentido, creo que mi poesía es una indagación lírica constante. Búsqueda y emoción.

¿Cree que el poeta “evoluciona” en su escritura? ¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo largo de los años?

Sí. Al menos es lo que yo puedo afirmar, desde mi propia experiencia creadora. Creo que mi lenguaje poético ha ganado en transparencia con el paso de los años. Siempre digo que, en estas lides, la claridad es un accidente de la transparencia. Se puede ser más o menos claro, pero la limpidez tiene que ver con algo expresivamente más profundo, mucho más profundo. Mi segundo poemario llevaba y lleva por título Que en limpidez se encuentre; quizá, en efecto, todo se va encontrando en esa anhelada limpidez.

¿Cómo siente que un poema está terminado y cómo lo corrige?

No suelo realizar correcciones exhaustivas de los poemas; sí retoques, pero no modificaciones de fondo. Cuando los compongo suelo estar bien seguro de su profundidad y musicalidad; si no lo estoy, no inicio la escritura propiamente dicha, y prefiero el silencio.

¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su poética?

Lograr una comunión con el lector que llegue a trascender las emociones generadas por las palabras. Una comunión basada en la libertad interpretativa del lenguaje poético. Que la poesía no sea un lenguaje unívoco es una bendición, y la mayor y mejor prueba de que la música, en cuestiones de verso, es mucho más que ritmo y musicalidad.

Debemos interpretar bien el verso, como los músicos interpretan impecablemente su partitura

¿Qué lugar ocupa, para un poeta como usted, las lecturas en vivo?

Un lugar clave, porque creo también en la poesía como hecho sensorial. Debemos interpretar bien el verso, como los músicos interpretan impecablemente su partitura. Si recitamos bien, tendremos muchas más posibilidades de ganar buenos lectores para la poesía.

¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios cibernéticos, revistas virtuales, blogs, etc.?

Me gusta, porque ha supuesto una democratización de la palabra como no habíamos conocido jamás, en todo su alcance. Tengo fe en que, a la larga, los lectores sabrán descubrir perlas en océano tan inmenso.

¿Podría recomendarnos un poema de otro autor que le haya gustado mucho?

Podría recomendar muchos poemas. Por citar uno debido a un autor contemporáneo nuestro, y que nos sigue deslumbrando con cada una de sus obras más recientes, citaré el luminoso y conmovedor “Una verdad”, de Eloy Sánchez Rosillo, perteneciente a su poemario Oír la luz.

¿Qué libro está leyendo en la actualidad?

La antología con la que Augusto Rodríguez nos ha dado a conocer en España a un poeta de Ecuador absolutamente extraordinario: David Ledesma. Un lírico moderno y fabuloso. Paralelamente, me demoro con sumo gusto en algunas relecturas novelísticas de Manuel Mujica Láinez -Bomarzo, El laberinto-.

¿Qué consejos le daría a un joven escritor/escritora que se inicia en este camino de la poesía?

Que no se obsesione, ni cuantitativa ni cualitativamente, con la recepción que su obra pueda tener a corto plazo. Lo importante es la honestidad creativa, la solidez de la poética que va forjándose y, sobre todo, el cumplimiento de una vocación. Lo demás llegará después.

¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?

Muy viva, en consonancia con el panorama de explosiva creatividad que tenemos ahora mismo. Es algo positivo y reconfortante.

¿Qué libros ha publicado?

A comienzos de 2019, ha visto la luz el octavo de mis libros y sexto de mis poemarios: Los corazones recios, Siendo en ti aire y oscuro, Que en limpidez se encuentre, Mientras viva el doliente (con tres ediciones en España y reeditado en Ecuador), Llamarse por encima de la noche (publicado en Chile) y Juventud todavía fueron los poemarios precedentes. Clásicos a contratiempo es un extenso ensayo divulgativo de la música clásica, y mi primera novela, Carrión, alcanzó su segunda edición en 2018.

¿Cómo es su vida día a día?

Una lucha, día a día, por conciliar la vocación creadora de largo aliento y el trabajo más inmediato y necesario.

¿Cuál es la pregunta que le gustaría que le hubiera hecho y no se la he hecho?

Si ahora mismo tengo alguna nueva obra en el horno, je, je.

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