- No hay parto sin dolor ni hortera sin transistor.
- Ni pijo con descapotable que no luzca una rubia en el asiento del copiloto con la melena rizada surcando el viento cual velero.
- ¡Ay, tía! Nos hemos equivocado de profesión. Hemos sido engañadas desde colegialas con esa monserga de la autorrealización y ser autónomas a través del trabajo y el esfuerzo.
- Pico y pala, pico y pala, y arriba que levanto, Vani, como gilipollas para ser libres y mujeres de mundo que no necesitaban depender de nadie. ¡Error! Nos hemos deslomao sin remisión, sin disfrutar de una vida regalona y ahora, a la vejez, sin perrito que nos ladre ni nos lleve al Caribe. ¿Tanto trabajo pa qué? Cuando otras que no han dado un palo al agua en su vida lucen careto estirado y modelis cada temporada.
- Y nosotras pensando siempre en la subida de las pensiones para llegar a fin de mes y poder tomar una birra en la terraza más barata de la zona. ¡Perra vida! Todo por querer ser féminas emancipadas, no te jode.
- No te quejes, tía, que hasta que las arcas del estado no estén esquilmadas del todo seguiremos cobrando con el sudor del de enfrente, como hacen empresarios desalmados, politicastros progres, sindicalistas marisqueros y niños comodones que siguen chupando del frasco, carrasco.
- Pues yo quiero ser mujer florero, ahora que no me oye la Montero.
- Sin haberlo preparado te ha salido un pareado, pequeño saltamontes. ¡Quién iba a decir que semejante aseveración saliera de tu boca! Tú, que siempre enarbolabas la bandera independiente y eras replicanta profesional, que ni tu padre, ni la madre superiora te callaban, un suponer. Ahora te desdices cuando no hay remedio.
- Por eso no fui monaguilla, porque contestaba antes que el cura...
- Y poco has cambiado, Vani. Sigues perdiendo todas las apuestas cuando porfías y te embruteces, tía. Y quien bien te conoce puja a lo alto mayormente, incauta... y te toca, ya me entiendes...
- Como decía mi jefe, no existen los cambios profundos por mucho que nos empeñemos, y quien nace cochón, muere gorrino. Y no estoy pensando en nadie en concreto, que cuando me descuido se me va el cuerpo a lo de siempre.
- Queríamos ser misioneras, ¿recuerdas? Cada vez que venía una evangelizadora de África y nos ponía aquellas diapositivas con negritos felices que se agarraban a sus hábitos y cantaban a coro moviendo la cintura, nos removía ¡Y de qué manera! ¡Caritas dichosas! Quedábamos levitando con las imágenes y las anécdotas que contaban... pensando todas en ser apóstolas y maestras de niños que esperaban una vida mejor. Hasta que empezamos a crecer y se produjo la derivación.
- ¡A salvar el mundo, parias de la tierra! Fue lo siguiente, hasta que nos entró el raciocinio y nos hicimos revolucionarias, que ya se sabe, quien a los veinte no es de izquierdas es que no tiene corazón...
- Y quién a los cuarenta sigue siéndolo es que no tiene cabeza...
- Tía, tú siempre haciendo amigos y eso que nunca has tenido más carné que el de identidad y el de la biblioteca.
- Ya, pero estoy por joder al personal, ya se entiende, y quién no lo pille ¡que se joda!
- Y empezamos a realizarnos, alternando facultad y trabajo de sabaderas...
- Pico y pala, pico y pala... sin disfrutar de una tarde tumbadas en la pradera porque no llegábamos al tajo. Así era difícil pillar a desconocidos...
- Tía, ¡pillar! ¡Estábamos por encima de eso! ¡Éramos almas libres! Sin ataduras, sin depender de nadie que nos mandara ni nos dijera lo que teníamos que hacer.
- Y nos equivocamos gravemente. Siendo tan cultas, educadas, listas y monas, teníamos que haber puesto empeño en dar un buen braguetazo con un ricachón que tuviera descapotable y ático para asegurarnos un futuro placentero, en vez de ser mujeres trabajadoras independientes realizadas. ¡Cuántos errores se cometen en la juventud! Ahora solo quedan separados de vuelta y media con tirabuzón.
- Y los que tienen posibles las prefieren de veinte, ¡no te fa!
- Pues a difundir el mensaje, aunque me da que las que nos siguen están en otra onda y no son unas pringás como nosotras.
- ¡Mujeres del mundo, someteos! ¡La pasta es lo que pita si quieres vivir bien! ¡Abajo el trabajo y la explotación!
- ¡Viva la mujer florero! ¡Al ataque!
- Ahí lo dejamos, tías. ¡Ahí lo dejamos!