Con una narración cercana y trama en ritmo ascendente, la novela se desarrolla en dos líneas temporales; la primera, alrededor de 1828, que retrata los últimos días de vida del maestro en Burdeos; y la segunda, en 1889, que coincide con la investigación sobre la desaparición del cráneo de Goya; todo ello sucede a un ritmo vertiginoso, en una trama de intriga que contiene situaciones tan emotivas como inolvidables y diálogos tan inteligentes como reflexivos.
Uno de los principales valores de la obra, está en los personajes, Alandes, con gran oficio, ofrece al lector un amplio abanico de ellos, y los construye con absoluta precisión y peculiaridad, como ocurre con los personajes femeninos: Juliet, Leocadia y Chiara, mujeres empoderadas y adelantadas a su tiempo: dignas, resolutivas y orgullosas. A los hombres, como sucede con Diego Girad, Andrea Boscoscuro, y Gilles Leland entre otros, les concede su propio poder de decisión, de evolución, de aceptación y de redención.
A Goya, protagonista por derecho, el autor le otorga la parte más humana del anciano genio, y nos lo muestra sordo y sin apenas vista, creando obras de arte en las que plasma, una realidad que solo él veía a través de su mirada. Nos lo muestra, también, recordando, con alegría y tristeza, sucesos de su vida ya gastada y su afán de aprender a pesar de su sabiduría.
La última mirada de Goya, es una novela tremendamente visual, que raya lo cinematográfico por sus grandes escenas de tensión y aventura. Es un libro en el que veremos a sus personajes caminar por el espacio del amor y de la venganza, de la ambición y de la entrega, de la lealtad y del honor. Es, además, una novela adictiva con enigmas y conclusiones sorprendentes, pero sobre todo, es un homenaje al insigne Don Francisco de Goya y, cómo no, a su última mirada.
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