Dentro de mundo historiográfico del Medioevo y de la Antigüedad, la editora Ático de los Libros no tiene nada que envidiar a ninguna otra. Hoy la doctora en Arqueología de la Prehistoria de la Oxford University, y profesora de Egiptología en la Manchester University, Joyce Tyldesley nos aproxima, con un rígor encomiable y esperado, a la figura del faraón-niño, llamado Tuthankamón, famoso en la Historia, no por su gobierno, sensu stricto, sino por haber pasado a la posteridad a causa de haber podido encontrar su tumba casi intacta, y con sus riquezas. Como es público y notorio, la riqueza social del Reino del Alto y del Bajo Egipto o del País de las Dos Tierras se circunscribe a su sistema político, bastante complejo, pero eficiente, si lo comparamos con otros sistemas sociopolíticos de la época de la Antigüedad, tales como Hatti, Mitanni, Asiria o Babilonia, y todo ello se fundamentará en el sistema denominado como dinástico y monárquico, siempre piramidal, con el Rey o Monarca en la cúspide, quien ya en la 19ª Dinastía será denominado como faraón, equiparándolo a su casa o palacio/PER-AA. «Faraón, icono y enigma: la historia definitiva de Tutankamón y su tumba. Hace cien años, Howard Carter realizó uno de los descubrimientos más asombrosos de la historia de la arqueología: halló, en el Valle de los Reyes, una tumba faraónica intacta. Este hallazgo desató una tormenta en los medios de comunicación de todo el mundo y una oleada de leyendas que hicieron que la verdadera historia tanto del rey como de su tumba se sumieran en el olvido. La eminente egiptóloga Joyce Tyldesley ha reunido por primera vez diez semblanzas únicas: así, conoceremos al faraón adolescente y a su familia, a los antiguos embalsamadores y a los ladrones de tumbas, a los famosos exploradores y a los arqueólogos egipcios olvidados. En este libro, emprendemos un viaje que abarca desde la antigua Tebas en 1336 a.C., cuando un joven rey con la misión de restaurar su tierra encontró un final inesperado y violento, hasta la moderna Luxor en 1922 d.C., cuando el descubrimiento de la tumba dio lugar a una lucha por su propiedad que continúa hasta nuestros días. Por encima de todo, esta es la historia de Tutankamón, tal y como él habría querido ser recordado. Este libro, que reúne tres mil años de pruebas y desvela la leyenda que rodea al rey más famoso de Egipto, ofrece una nueva historia de su vida, su muerte y su legado». Hacia el año 3100 a.C., cuando se produce la necesaria unificación de las ciudades-Estado repartidas por el valle del río Nilo y por el Delta del Nilo, se crea un estado fuerte y cohesionado que pasará a mejor vida cuando la pareja entre Marco Antonio y Cleopatra VII Filopator, sobre todo ella que es la reina-titular decida suicidarse. A partir de este malhadado instante, el Antiguo Egipto, que tantas vicisitudes pudo superar a lo largo de su riquísima Historia sería absorbido por el Principado o Imperio del SPQR (Senatus Populusque Romanus), que ya rije el Emperador César Augusto. A lo largo de todo su devenir histórico, Egipto se sostuvo por la existencia de un muy eficaz funcionariado, y poco o casi ningún tipo de esclavitud; lo que es prístino en los trabajadores-libres que construyeron la tumba del faraón de la XX Dinastía, Ramsés/Ramesses III, momento en el que tiene lugar la primera huelga de trabajadores de la Historia, quienes ganaron esta confrontación con sus patronos. Poseyeron todo un panteón, muy elaborado, de dioses y diosas y, sobre todo, una muy complicada y sofisticada teología de la muerte, ya que tenían la convicción de que existía otro mundo, donde era preciso llegar con una apariencia de vida, preservando el cadáver con vendas, en un más que elaborado proceso de embalsamamiento. Todo ello conllevaría que el Reino del Alto y del Bajo Egipto fuese, probablemente, la nación más rica y poderosa del Mediterráneo oriental. En la segunda mitad de la XVIII Dinastía, sube al trono un faraón extraño y críptico que mutará su nómina de Amenofis/Amenhotep IV por el de Akhenatón, obviando y enviando al ostracismo al dios Amón-Ra y toda su corte celestial, para comenzar un monoteísmo, en el que el disco solar es el reflejo de un solo dios, llamado Atón, creándose una nueva capital, que substituya a Tebas, y que será llamada como Akhetatón/Tell-el Amarna. Los sacerdotes de la ortodoxia de Amón se vengarán y condenarán a este soberano a la damnatio memoriae. “Los sacerdotes eran muy conscientes del paso del tiempo. Tenían el encargo de hacer ofrendas periódicas -a menudo cada hora- a los dioses en nombre del rey. Estas ofrendas debían complacer a las deidades, quienes, en agradecimiento, permitirían que Egipto y su rey prosperasen. Por tanto, la exactitud en la medición del tiempo era un asunto de gran importancia. Los sacerdotes vigilaban los movimientos del sol y las estrellas para calcular las horas, y mantenían las Listas Reales -un extenso registro de nombres regios y duración de los reinados que se remonta a la era mítica en la que los dioses, más que los reyes, gobernaban Egipto- para registrar el paso de los años. Estos años se contaban según los sucesivos reinados, y cada nuevo rey reiniciaba el ciclo con un nuevo año”. Este volumen presenta un interesante glosario de términos clave, donde se citan todas las definiciones que nos pueden aclarar esta obra. En el capítulo-4, titulado ‘El cuento de la reina’, se realiza el estudio sobre la hermana-esposa del faraón, que se llama Anjesenpaatón; en este texto se cita la extraña carta que una críptica reina egipcia, ya viuda, escribe al todopoderoso Rey Suppiluliuma I “el Grande” de los hititas. El reinado de Akhenatón es muy extraño, ya que el matrimonio entre hermanos era muy habitual, y aquí todo deja un poso de que lo único que interesaba es que estas uniones deberían ser beneficiosas para la dinastía. Cuando Tutankamón es coronado, su esposa real Anjesenamón será una consorte muy activa. No obstante, los diez años del reinado de su esposo son muy cortos como para dejar una huella arqueológica suficiente. La carta recibida en Hattusa conllevaría que el todopoderoso monarca de los hititas decidiera enviar a su quinto hijo varón, su preferido, el cual sería asesinado en el trayecto, se acusó en la corte hitita al nuevo faraón Ay, quien realizó numerosas protestas de inocencia, las cuales no fueron creídas en la corte de Hattusa, y la guerra se decantaría del lado de los indoeuropeos; pero, una epidemia de peste conllevaría el final del Imperio Hitita a medio plazo. “Mi marido ha muerto. Carezco de un hijo. Pero vuestros hijos, dicen, son muchos. Si me dierais un hijo vuestro, se convertiría en mi esposo. ¡Nunca escogeré de entre mis siervos a alguien para que sea mi esposo! (…) ¡Estoy asustada!”. El libro merece todo tipo de parabienes, por su calidad indubitable, sin prejuicios. «Si fas endo plagas caelestium ascenderé cuiquam est mi soli caeli maxima porta patet». Puedes comprar el libro en:
Noticias relacionadas+ 0 comentarios
|
|
|