“TOP SECRET” es un interesantísimo recorrido sobre todas esos personajes que han colaborado a cambiar el mundo. Fernando es experto en política internacional, en especial de Europa del Este y la antigua URSS. Los años que pasó como corresponsal en Moscú y La Habana hicieron que se convirtiese en un versado erudito en este tema. Además, ha codirigido varios cursos y congresos sobre espionaje bajo el título de “Letras y espías”. Su nueva obra no dejará indiferente a nadie al que le gusten estos temas. ¿Cómo surgió la idea de escribir el libro? Viene de lejos, de la lectura y búsqueda de casos vinculada al espionaje durante años. En principio el libro se iba a titular Un mundo de espías, y pretendía recoger una serie de casos notables o insólitos de los servicios secretos desde la Primera Guerra Mundial hasta nuestros días. De la elaboración de este material surgió el libro con el título actual. ¿Sigue el espionaje ganando batallas en la sombra? Por descontado. El espionaje continúa ganando batallas que una gran parte de la población ni siquiera sabe que existen. La acción secreta es una de las armas de cualquier combate y su influencia ha sido decisiva, o al menos crucial, muchas veces. Sin una inteligencia aplicada a cualquier acción o empresa, en condiciones de paridad de medios, el adversario lleva siempre las de ganar. Lo dijo el gran estratega chino Sun Tsu, hace más de 25 siglos: “Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo; de lo contrario contarás tus combates por derrotas”. ¿Desinformación o engaño? ¿Qué es más peligroso en la actualidad? En la práctica son términos sinónimos. De un modo u otro, el espionaje está basado en el engaño, que puede ser dirigido a escala individual o a un pequeño grupo. La desinformación también utiliza el engaño, pero se suele utilizar en mayor escala. Tiene carácter más global y continuado, orientado al control mental y político con el fin de desmoralizar, influir y controlar de forma engañosa a un gran sector de la población a través de los medios de comunicación masiva. Una definición sencilla podría ser: “Desinformación es igual a engaño difundido globalmente a través de los medios o las redes sociales”. ¿Se puede poner cordura a esta locura cuando lo que impera en mentes obtusas es el odio y la lucha por el poder sin límites? Difícilmente, aunque haya que seguir intentándolo. Sería necesario un contrapoder para limitar ese poder siniestro. Pero, ¿dónde está ese contrapoder? Tendría que ser mayor que ese poder maligno imperante citado. Podría haber sido la ONU, pero las grandes potencias, en la práctica, solo acatan sus recomendaciones cuando les son de utilidad o a cambio de algo. Hay casos muy claros recientes, como la falsedad de los famosos “medios de destrucción masiva” en poder de Irak, que llevó a la invasión y catástrofe de ese país. “Hay tres motivos que suelen repetirse con mucha frecuencia en el espionaje: el dinero (y las ventajas que ello comporta), el chantaje y el patriotismo”¿Qué hace que una persona normal se convierta en un espía y deje a un lado sus convicciones morales que le llevarán, sin duda, a saltarse sus principios? Las motivaciones pueden ser múltiples, y figuran en el inmenso catálogo de las razones humanas conocidas y hasta desconocidas, ya que- como decía Pascal- : “El corazón tiene razones que la razón desconoce”, incluyendo además todos los impulsos del subconsciente que estudian los psicoanalistas. Pero simplificando mucho los términos, creo que hay tres motivos que suelen repetirse con mucha frecuencia en el espionaje: el dinero (y las ventajas que ello comporta), el chantaje y el patriotismo. Motivaciones ideológicas, económicas, morales, religiosas, personales… ¿qué les mueve? ¿hay también un afán aventurero en ellos o son marionetas del poder? El afán de aventura influye también, por supuesto, en especial entre los jóvenes y los desesperados sin recursos, y en muchos casos va ligado a ese patriotismo que antes mencionaba. En otros casos, en efecto, los espías son marionetas del poder o gente que actúa para ganarse el sueldo con su trabajo lo mejor que pueden.
¿Qué características personales, además de las “profesionales”, debe tener un buen espía? Conocer el terreno que pisa, tener intuición y pasar desapercibido en su entorno; nada de “hazañitas” peliculeras a lo James Bond. Lo menciono al final de Top Secret: “el anonimato… nada que lo distinga del resto de la gente que pasa por la calle”. Ese es el verdadero espía perfecto. ¿La historia y las películas han creado verdaderos mitos en este ámbito, ¿cuánto hay de realidad y cuánto de ficción? La ficción es siempre ficción, pero los buenos escritores de espionaje y las buenas películas saben imprimir un toque de realidad a sus obras, lo que hace que ficción y realidad se confundan muchas veces en la mente del lector, creando personajes que parecen reales. Por el contrario, hay muchas historias de espionaje reales – como algunas de las que aparecen en este libro- que casi podrían leerse como novelas o películas de espías, y cualquier lector podría pensar que se trata de historias inspiradas en la ficción. La realidad como ficción verosímil, o la ficción como realidad inverosímil se entremezclan con más frecuencia de la que somos capaces de asumir. ¿Quién espía a los espías? Los agentes dedicados al contraespionaje, que es una de las dos grandes ramas de cualquier servicio secreto, junto al espionaje exterior. Aunque a veces también el encargado del contraespionaje puede ser objeto a su vez de vigilancia, en una espiral de sospechas o juego de espejos sin límite. Los avances tecnológicos están cambiando el mundo, ¿ acabarán con la convivencia, la confianza en el ser humano y las relaciones como las conocemos? ¿Es más peligrosa que las bombas? Los avances tecnológicos han transformado en una escala inimaginable el mundo de los espías hace solo tres o cuatro décadas. Se trata de un poder inaudito, que supera lo fantástico, y que en realidad está solo en manos de unos pocos países, mientras que para el resto, esa información sigue vedada. Una situación que pone en riesgo las relaciones humanas y entre naciones tal como las conocemos actualmente. En ese espionaje de gran altura y continuamente actualizado, con los servicios de inteligencia al servicio de los poderes políticos y de los grandes poderes económico, la vigilancia sobre el ciudadano medio es cada vez más aplastante, y la democracia, tal como la conocemos ahora, está en riesgo permanente de ser una democracia deformada y espiada sin control. La tecnología sin base moral y descontrolada puede ser, en efecto, más peligrosa que las bombas.
Todo el mundo sabe cuáles son los países que albergan el mayor número de espías, antes y ahora; al resto ¿les da igual mirar para otro lado o “perro no come perro”? Por desgracia hemos entrado en una nueva Guerra Fría más peligrosa incluso que la anterior, en lo que se refiere a riesgo de guerra nuclear, con destrucción mutua asegurada, y esto hace necesario extremar las cautelas en lo que atañe a represalias o actuaciones secretas sin control. En una situación de incertidumbre estratégica como la actual, los espías de uno y otro lado, seguramente, siguen manteniéndose en contacto, y ojalá sea así, aunque sean contactos esporádicos, para saber exactamente qué es lo que se negocia bajo cuerda y para que el “apocalipsis” atómico no sea irreversible. Una vez más vale la pena recordar que en la guerra (sea o no secreta) como en la política, lo más importante es lo que no se ve. En ocasiones, ese “mirar hacia otro lado” supone mirar en la dirección correcta y ampliar el campo de visión. En este sentido, los países neutrales ofrecen a veces un campo de tolerancia muy valioso en el mundo del espionaje, siempre que esta actividad no perjudique a sus intereses y no interfiera gravemente en asuntos propios. Por otra parte, es cierto que cuando se trata de servicios secretos de países amigos, se da la colaboración entre ellos con frecuencia, y eso obliga muchas veces a “mirar para otro lado”, dependiendo del momento y las circunstancias. Su libro ha exigido una amplia labor de documentación. ¿Qué dificultades ha encontrado para realizarla y qué es lo que más le ha llamado la atención y no sabía? En el mundo del espionaje hay una frase que se repite con frecuencia: “Todo está en los archivos”. Mi libro está construido básicamente con material de archivo sacado de fuentes muy diversas y siguiendo pautas de investigación periodística. Quizá, lo que más me ha llamado la atención ha sido la facilidad con la que los bulos pasan por verdades en los titulares de prensa, cuando una sencilla indagación bastaría para desmentirlos. Su personaje favorito es… por... Por citar solo dos, en la ficción, el agente secreto Alec Leamas de la novela El espía que llegó del frío, de John le Carré. Conoce la realidad de los dos lados de la Guerra Fría y sabe que ambos son malos y no hay que hacerse ilusiones. En cuanto a un personaje real, elegiría a Francisco de Quevedo, que espió largo y tendido en Europa y se llevó a la tumba muchos secretos, como suele hacer un buen espía. Qué puede contarnos de los espías que ellos callen… Poca cosa. Los espías de verdad tienen la obligación de callar, y si hablan mucho seguramente es para despistar. ¿Conoce a algún espía que sea feliz? Alguno hay, pero si son felices es para olvidar. Puedes comprar el libro en:
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