Este libro, como buena parte de la colección de Almuzara, tiene una dosis de calidad; ya que con el mismo se realiza un apasionante viaje histórico, que sirve para poder descifrar los múltiples enigmas, en piedra, que rodean a la segunda ciudad destruida por el volcán Vesubio, en el siglo I d.C. La ciudad de Herculano se encontraba en la región de la Campania, era más pequeña que Pompeya, pero de mucha mayor pujanza, ya que sus ciudadanos eran más ricos, cultos e intelectuales. La erupción del Vesubio se produjo el 24 de octubre del año 79 d.C., sus víctimas fueron reducidas a esqueletos abrasados, a una temperatura entre 400 y 500ºC. El emperador de Roma, en ese momento histórico, es: Titus Flavius Vespasianus/TITO, de la Dinastía Flavia, quien reinó desde el 24 de junio del año 79 d.C., al 13 de septiembre del año 81 d.C., quien había nacido el 30 de diciembre de 39 d.C., en Roma. Gobernaría con el nombre de: Emperador Tito César Vespasiano Augusto. «¿Sabías que se han encontrado extravagantes grafitis con mensajes ocultos?, ¿o que los muros de una domus conservan un enigma religioso que revolucionó el mundo científico? ¿Y que el Vesubio no erupcionó un 24 de agosto? Situada más cerca del Vesubio, las cenizas golpearon con mayor fuerza sobre Herculano que quedó sepultada por completo. Por ello, frescos, mosaicos, casas, termas y tabernas están conservadas de forma impecable, mejor aún que en Pompeya, para dejar constancia del lujo que envolvía la ciudad antes de la erupción del volcán. En estas páginas descubriremos la vida social de sus ciudadanos llegando a ver las facetas más personales y sentimentales, desde sus pertenencias y gustos hasta sus propios cuerpos. Observaremos las grandes estructuras que se han conservado milagrosamente debido al flujo piroclástico del volcán Vesubio expulsado en el año 79 de nuestra era y conoceremos a figuras importantes que han aportado al estudio de la historia romana. También nos ilustrarán sobre los problemas que tenían sus ciudadanos y las demandas judiciales que se hacían gracias a las tablillas de cera perfectamente conservadas. Leeremos textos que fueron escritos por el propio Plinio durante la erupción o por el ingeniero español Roque Joaquín de Alcubierre durante las excavaciones. No podremos olvidarnos de la importancia marítima de la ciudad, pues se conserva una embarcación romana en el propio complejo arqueológico. Tampoco podremos ignorar la Villa de los Papiros, un complejo exuberante de riqueza romana que ha sido recreada con exactitud en la actualidad. Finalmente, conoceremos los avances y descubrimientos de esta ciudad, que aún a día de hoy, parece que siga viva». Continuaré mi acercamiento-ensayo a este volumen, con un texto esclarecedor y riguroso sobre lo que pasó en aquella malhadada jornada del mes de octubre del año 79 d.C., el mismo proviene de la acerada y eximia pluma del abogado, jurista y escritor Gaius Plinius Caecilius Secundus/Gayo o Cayo Plinio Cecilio Segundo, conocido como Plinio “el Joven” (Como, 61 d.C.-Bitinia, c. 112 d.C.), quien tendría una rica y variopinta carrera política o Cursus Honorum, conformada por haber ocupado los cargos de: Senador del SPQR, Tribuno de la Plebe, Gobernador romano, Pretor, Cuestor, Cónsul sufecto y Cónsul de Roma. Participó en muchos juicios, pero el único que se conserva de él es el titulado ‘Panegyricus Traiani’, pronunciado el 1 de septiembre del año 100 d.C., que se trata de una descripción aduladora y enfática del susodicho emperador, nacido en Hispania y llamado ‘Marcus Ulpius Traianus/Imperator Caesar Nerva Traianus Augustus’, que no es otro que el Emperador Trajano (Itálica, 18 de septiembre de 53 d.C.-Selinunte, agosto de 117 d.C., de un ictus masivo o apoplejía). Esta carta resume la explicación, sensu stricto, de lo que ocurrió, y fue dirigida al político e historiador romano Gayo-Publio Cornelio Tácito (c. 55-c. 120) “EPÍSTOLA, 6, 16: “El 24 de agosto, alrededor de la una de la tarde, mi madre le llamó la atención a Plinio el Viejo sobre una nube que tenía un tamaño y una forma muy inusuales. Acababa de tomar el sol y, tras haberse bañado en agua fría y haber tomado una comida ligera, se había retirado a su estudio a leer. Ante la noticia, se levantó inmediatamente y salió fuera; al ver la nube, se dirigió a un montículo desde donde podría tener una mejor visión de este fenómeno tan poco común. Una nube, procedente de qué montaña no estaba claro desde aquél lugar (aunque luego se dijo que venía del monte Vesubio), estaba ascendiendo; de su aspecto no puedo darte una descripción más exacta que se parecía a un pino, pues se iba acortando con la altura en la forma de un tronco muy alto, extendiéndose a su través en la copa a modo de ramas; estaría ocasionada, me imagino, bien por alguna corriente repentina de viento que la impulsaba hacia arriba pero cuya fuerza decreciera con la altura, o bien porque la propia nube se presionaba a sí misma debido a su propio peso, expandiéndola del modo que te he descrito arriba. Parecía ora clara y brillante, ora oscura y moteada, según estuviera más o menos impregnada de tierra y ceniza. Este fenómeno le pareció extraordinario a un hombre de la educación y cultura de mi tío, por lo que decidió acercarse más para poder examinarlo mejor”. La pavorosa descripción de cómo iban siendo quemados vivos los habitantes de aquella desdichada urbe romana, por toda la parafernalia vesubiana, está relatada en otra de su conocidas Epístolas a Cornelio Tácito (VI, 20): “En la oscuridad se oían los lamentos de las mujeres, los sollozos de los niños, los gritos desesperados de los hombres. Algunos suplicaban ayuda a los dioses, otros les suplicaban directamente a la muerte, pero eran los más los que creían que los dioses habían desaparecido y que el universo se había sumido en la más profunda de las tinieblas”. En este estupendo libro nos vamos a adentrar, dentro de la variada situación sociológica, sobre cómo era, literalmente, la vida en Herculano en esta época que hoy nos ocupa y preocupa, es decir: desde su gastronomía, sus costumbres, su economía, su cultura y su religión, además de cuáles eran sus sentimientos más personales e íntimos. Hoy Herculano es un extraordinario parque arqueológico, y temático, situado en la bahía de Nápoles, y se pueden observar los restos de una ciudad romana, que está muy bien conservada, porque está cubierta por 25 metros de cenizas volcánicas. Herculano tenía muy buenas comunicaciones, por carretera, lo que propiciaba que el poder político imperial del SPQR realizase un buen número de inversiones, todo ello conformado por una clase social con un estupendo nivel económico. En suma, estimo que estas pinceladas divulgativas pueden servir para que los lectores se acerquen ilusionados e interesados, a conocer sobre lo que ocurrió en la destrucción de esta urbe, que desapareció de la Tierra en 24 horas. «Nobis cum semel occiderit breuis lux. ET. Ex illa locatione columnarum». Puedes comprar el libro en:
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