Un nuevo libro extraordinario de Historia Antigua, de la cuidadosa Editorial Gredos, en este caso nos refiere el momento histórico que definió el futuro de los griegos. Según Nicolás Maquiavelo, los hombres siempre son esencialmente los mismos, y presentan las mismas pasiones. En suma: las mismas causas llevan a los mismos efectos, en las mismas circunstancias. «La guerra del Peloponeso ha sido llamada la ‘primera guerra europea o mundial de Occidente’ y muchos autores han insistido ciertamente en esta contemporaneidad o modernidad de Tucídides, sobre todo a raíz de las dos guerras europeas y de la llamada ‘guerra fría’ entre los dos bloques encabezados por Estados Unidos y la antigua Unión Soviética (con el paralelismo del enfrentamiento entre las ligas de Delos y del Peloponeso por una parte y del de la OTAN y el Pacto de Varsovia por otra), y han pensado en la similitud general de dichos enfrentamientos y en analogías concretas entre acontecimientos terribles de la guerra del Peloponeso (como los sometimientos de Escíone y Melos y otros hechos similares, inspiradores asimismo de obras como las ‘Troyanas’ de Eurípides, una emblemática pieza antibelicista) e intervenciones de las grandes potencias contemporáneas. Podemos pensar en la soviética de 1956 en Hungría, en el Vietnam de 1966, y en hechos dolorosos y crueles que llegan hasta nuestros días: Sarajevo, Serbia y Kosovo, Chechenia… Hechos de esta naturaleza son objeto de la especial atención de Tucídides, en páginas lúcidas, dramáticas y memorables como las del famoso ‘Diálogo de Melos’ (v, 85-113), verdadero centro de su obra. Por ello se ha situado al historiador ateniense al principio de una corriente de pensadores realistas con una idea del poder como móvil básico de la naturaleza humana, una idea de la fuerza en la que se fundamentan sus concepciones sobre el comportamiento del hombre y de los Estados. Es una corriente en la que son puntos de referencia pensadores como Maquiavelo, Hobbes y Nietzsche, respecto a los cuales se han señalado importantes coincidencias con Tucídides. Los dos últimos, desde luego, lo conocían y admiraban, y Hobbes, cuya primera publicación fue la ‘Peloponnesian Warre’, la traducción de la ‘Historia’ de Tucídides, consideraba a nuestro historiador el punto culminante de la Antigüedad en cuanto a la narración de la verdad que debía ser puesta delante de los hombres como testimonio permanente para el futuro, como ‘posesión para la eternidad’». El valor historiográfico de Tucídides es inconmensurable, y varios historiadores de la Edad Antigua lo admiraron y utilizaron su forma de acercarse a los hechos históricos del momento. Se pueden citar entre otros a: Dion Casio, Herodiano, Arriano, Apiano, Procopio y Amiano Marcelino. En la Roma del SPQR (Senatus Populusque Romanus) siguieron sus pasos: Lucrecio, Salustio, Tito Livio, Tácito y Quintiliano. Asimismo, Stuart Mill estaba admirado por la narración, pormenorizada, sobre la retirada de los atenienses, lo que se cita en el libro VII, y la calificaba como: “tal vez la más intensa y patética pieza narrativa de toda la literatura”. El propio historiador nos define quien es y cuál era su personalidad, “Tucídides de Atenas escribió la historia de la guerra entre los peloponesios y los atenienses…”. Más adelante se cualifica como lo que era dentro de su categoría de militar, es decir ‘estratego ateniense’, ya que es un hombre de Atenas, la capital de la región del Ática. “Se ha dado la circunstancia, además, de que he estado desterrado de mi patria veinte años, después de mi mando en Anfípolis (el destierro se debió a la pérdida de este importante enclave junto al Estrimón), y, al vivir los acontecimientos en los dos campos, y sobre todo en el de los peloponesios, a causa de mi destierro, he tenido la calma necesaria para comprenderlos un poco mejor. Voy, pues, a relatar las diferencias que siguieron a los diez años (o sea, del 431 al 421, el primer período o de la guerra hasta la paz de Nicias, es decir, la llamada arquidámica), la violación de los tratados y la forma como se desarrollaron las hostilidades a continuación”. Tucídides nació en la antigua Atenas, c. 460 a.C., y murió en Tracia, c. ¿396 a.C.? El historiador griego vivió, siempre muy preocupado por las novedades historiográficas y culturales de su época… Entre estos hechos, se puede citar, sobre todo, la reflexión sobre la naturaleza humana, y la oposición entre la fuerza y el derecho o la ley, parámetros vitales para comprender el pensamiento de Tucídides. También, como doctor en Medicina que soy, deseo destacar el influjo, indubitable en este momento histórico, de la medicina y los galenos hipocráticos, ya que la inteligente metodología científica que suelen utilizar, indicando que el equilibrio de los seres humanos depende del mismo entre los humores y los factores externos, tales como los aires, las aguas, los lugares y el clima. El historiador ateniense camina por este sendero y lo aplica a la sociedad que estudia, por lo que considera, taxativamente, que las guerras ponen al descubierto las alteraciones de la sociedad, y sus tendencias elementales y, como ha ocurrido desde que el mundo es mundo, los seres humanos siguen peleando, sin descanso o moral, por el poder y la ambición política, es la fuerza frente al derecho. Por consiguiente, Tucídides traslada, con una inteligencia preclara, al mundo del conocimiento historiográfico los métodos de la medicina, sensu stricto, siendo la guerra una enfermedad; analizando que este enfrentamiento terrible que fue la lucha sin pausa entre Esparta y Atenas, quizás tenga una hipotética justificación defensiva de los lacedemonios, motivada por el afán expansivo imperialista de la capital del Ática, que siempre deseaba más, mientras que los lacedemonios se dedicaban a mantener una actitud más conservadora. La guerra del Peloponeso, cuando llega a su final el enfrentamiento entre esos dos bloques, ya en el año 404 a.C., la derrota de Atenas es total y absoluta, su imperio marítimo se ha hundido, y Pericles ha muerto sin poder contener este desastre para la polis de la filosofía por antonomasia. “Después de veinte años de exilio, Tucídides regresó a su patria. Cuando la había dejado, Atenas era aún la primera potencia de Grecia. En el año 424 a.C. ya faltaba Pericles, la gran figura que había marcado los ideales de juventud para Tucídides, pero Atenas, pese a la falta de dignos sucesores, seguía siendo una gran potencia naval, y entonces era totalmente imprevisible el trágico final de la guerra. A su regreso, la Atenas que encontró Tucídides no era ni una sombra de lo que había sido”. Aquella vuelta del cronista ateniense a su patria fue terrible para su sensibilidad, y esa tragedia marcó, definitivamente y para siempre la obra tucidiana, que sería un canto a la Atenas gloriosa de Pericles. Estamos, ya ante una obra literaria fuera de serie. «Totus aut nihil. ET. Soli Deo Gloria». Puedes comprar el libro en:
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