Durante el proceso, y con las vidas de los acusados pendiendo de un hilo, el joven soldado del Tercio, Miguel de Cervantes, después de sufrir unos penosos años de cautiverio en Argel, llega a Valencia y su testimonio será vital para el destino de los acusados. Esta declaración desencadenará a su vez una serie de desorbitadas apuestas que alterarán la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad del Turia.
La autora, con gran oficio, narra y describe con admirable fluidez, el contexto social y el espacio-tiempo de ese siglo XVI que nos ocupa. Es un texto que ofrece grandes dosis de intriga, aventura y el género epistolar, como colofón, para mayor deleite del lector. Todo ello en una estructura que alterna dos líneas temporales y dos escenarios: Valencia en 1580, y Argel en 1575, ambas tramas, irán paralelas, hasta llegar al punto en el que confluyen en una sola; es ahí, donde, de forma trepidante, se conocerá en que situación quedan nuestros protagonistas. Unos protagonistas, reales y ficticios, cincelados a la perfección hasta el más mínimo detalle, así descubriremos y resaltaremos por su importancia en el relato, a un joven soldado de los Tercios de España, Miguel de Cervantes, valiente, ingenioso y leal a su Rey, Felipe II, que cautivo en Argel, deberá sobrevivir a todo tipo de penurias; conoceremos también, en Valencia, a Pere de Pax, hombre de principios, que lo da todo por sus creencias y amistad. Uno y otro son el ejemplo indiscutible de perseverancia, inteligencia y honor.
Un testigo llamado Cervantes, es una novela coral, en la que las mujeres tienen un papel muy relevante en el curso del relato, como son Empar, esposa de Pere de Pax; Magdalena Llaudomia, novia del pescador desaparecido; La Tiesa, prostituta del burdel de Les Fembres Pecadrius; y Marta, la joven viuda, madre de Tonet, entre otras. Ellas, serán ese punto de empatía y astucia que da a la historia ternura y emoción. Y es que Begoña Valero, con gran rigor histórico, fruto de una ardua investigación, expresa de forma muy didáctica los hechos acontecidos, brindando al lector una verdadera lección de historia aderezada con un puñado de misterio y actos vertiginosos.
Un testigo llamado Cervantes es, también, una novela que nos habla de la justicia, de la humana y de la divina, de la lentitud de los procesos criminales de la época y sus dudosas resoluciones. Nos habla, asimismo, de la influencia que tuvo el testimonio de un soldado nacido en Alcalá de Henares, en el juicio sobre el valenciano Jeroni, para inclinar la balanza para uno u otro lado y de como, con el tiempo, sus experiencias vividas en cautiverio, quedaron reflejadas en alguna de sus obras. Pero sobre todo es un libro que despierta todo tipo de sentimientos al mostrar la ambición, la crueldad, la traición y a esa Valencia convertida en un personaje más, con su huerta, sus pescadores, sus mercaderes, sus debilidades y sus grandezas. Una Valencia que acogió por unas semanas a nuestro escritor más universal: el ilustre Don Miguel de Cervantes Saavedra, que fue testigo determinante, de una apasionante historia.
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