Su nueva obra es un oscuro e inquietante thriller que combina terror y género policiaco, donde nos plantea la pregunta: ¿somos dueños de nuestro destino? En la ciudad de Sevilla, los cadáveres de varios gatos sacrificados comienzan a salpicar las calles, despertando a dos detectives de su letargo. De repente, se encuentran enfrentados a una serie de extraños acontecimientos y a una cuestión esquiva: ¿existe un sendero ya trazado que recorremos sin saberlo o somos realmente libres? A lo largo de la historia, desde Aristóteles hasta Einstein, han surgido intentos de responder a este gran interrogante de la humanidad. En este perturbadora novela, sobre el libre albedrío, se ofrecen algunas respuestas válidas y se plantean numerosas preguntas inquietantes.

¿Cómo surgió la idea para escribir "El demonio de Laplace"?

Fue una idea bastante simple. En aquellos días yo acostumbraba a salir en bici a esa hora en que la tarde se va y da paso a la noche, sin pretensiones, tan solo por hacer un poco de ejercicio, y daba una vuelta a Sevilla. Una de esas noches pasé bajo el puente de Triana y me fijé en un rincón oscuro a la vez que bello que me pareció propicio para que pasaran cosas, con un toque cinematográfico, o novelesco, en este caso. Y así empieza la novela. No tenía más que eso. El resto fue llegando más tarde, cuando unas líneas iban dando paso a otras, y con ellas a nuevas ideas.

El libre albedrío, dos jóvenes que creen que tienen la capacidad de tomar sus propias decisiones y determinar su propio destino… ¿es una falacia o tiene que ver con el super yo de Freud porque no han interiorizado correctamente lo que está bien y lo que está mal?

Si el que contesto soy yo, sin atender a la novela, debería contestar que nadie elige su propio destino. Hay demasiadas variantes y determinantes, además de la marea de un pasado que lo condiciona todo; se puede, eso sí, tentar a la suerte, desafiar a ese destino con acciones propias, e intentar moldearlo dentro de lo posible.

Lo que está bien o está mal es siempre subjetivo. Son conceptos que están sujetos a un determinado punto de vista. Si fabulamos un poco: ¿Está mal que el león persiga y mate a la gacela? Mal, no: Fatal, diría la gacela. El león posiblemente ni se lo haya planteado. Solo tiene hambre.

¿Sin conciencia no hay maldad?

Eso se afirma en la novela, y creo que es así. Si no hay ánimo de hacer un mal, el resultado de una acción no es más que eso, carece de moral. Si destrozo un hormiguero a patadas sin otro objetivo que desmoronarlo, soy consciente de lo que hago, y de las consecuencias para otros seres. Eso añade un peso moral a la acción. Si destrozo ese mismo hormiguero casualmente al pasar con los neumáticos del coche por encima en un recodo del camino, el resultado es el mismo para las hormigas, pero la maldad no existe. Si un chiquillo reconstruye después ese mismo hormiguero con el objetivo de configurar el poste de una portería para jugar al fútbol, tampoco hay bondad, aunque las hormigas que hayan sobrevivido lo agradezcan al dios de las hormigas. La maldad, o la bondad, necesitan de la búsqueda activa de un fin para existir.

El demonio determinista y todopoderoso de Laplace… ¿Intentan quebrar la irrompible cadena de causa y efecto?

En la novela se plantea la existencia de ese determinismo causal planteado por Laplace, donde, como en el conocido efecto mariposa, cada acción está determinada por otra anterior, y el futuro está condicionado por el pasado hasta el punto de estar escrito. Que el llamado libre albedrío pueda romper ese efecto es otro de los planteamientos de la novela. Que cualquiera de las dos cosas sea o no posible, yo no lo sé. Muchos hombres sabios intentaron dar respuesta a esto, sin llegar más allá de las hipótesis y teorías. Como afirma la sinopsis, me limito a plantear preguntas y a aprovechar lo ya planteado por otros para dar cuerpo a una novela.

¿Tenemos el futuro escrito o nuestras acciones pueden cambiarlo?

Personalmente, creo que el primer borrador está escrito y condicionado por el pasado, y que nosotros, con nuestras acciones, tenemos cierta capacidad para readaptar el guion e incluso, en ciertas ocasiones relevantes, romper las reglas y reescribirlo. O quizás, ¿ya estaba todo previsto, incluso los giros más increíbles? Quién sabe, jeje.

¿El riesgo forma parte siempre del espectáculo? ¿Cómo en los toros?

Habría que aclarar que la pregunta viene dada por el inicio de la novela, cuando uno de los personajes asiste a un corrida de toros y lo que sucede en ella actúa como la chispa que prende la mecha para lo que viene después. Debo confesar que nunca fui a los toros, y todas las corridas que vi las vi de pequeño, por la televisión y sentado junto a mi abuelo, que era un gran aficionado, pero es innegable que gran parte del encanto que los amantes de la tauromaquia pueden sentir en la plaza reside en el peligro intrínseco del espectáculo, en el riesgo. En la novela se pregunta algo así como: ¿Iría alguien a los toros si los animales no tuvieran cuernos con los que ensartar al torero? Muy pocos, diría yo. El poner la vida en juego y salir airoso reposa gran parte del éxito del toreo.

¿Qué opina de los que escalan sin ser deportistas?

No sé por dónde coger esta pregunta, podría tener múltiples interpretaciones, jaja. Una respuesta que valdría para todos los puntos de vista sería por ejemplo: me parece perfecto si lo hacen según las reglas marcadas. De lo contrario: que alguien corte la cuerda, por favor.

"Me gusta salir de lo acostumbrado dentro de unos márgenes"

Los gatos son animalitos, en general, amorosos, achuchables, cariñosos… ¿Por qué elegir esta figura para que sean asesinados en su novela? ¿Ha tenido algún desencuentro con un gato?

Me gustan los gatos, y en general, todos los animales, mientras no me muerdan ni piquen, y en todo caso sería un asunto personal, se podría decir. Tendemos a ver a las especies animales como un único ser con un comportamiento común e invariable, cuando son individuos diferentes, y como en los humanos, los hay buenos y malos, y hasta desquiciados. También me gusta salir de lo acostumbrado dentro de unos márgenes, y la elección de los gatos no se debió más que a que pensé que hay demasiadas novelas arrancando con un cadáver humano; y no digo que esté mal, es hasta un clásico, pero me pareció que empezar investigando a unos gatos se salía de lo habitual y lo hacía más interesante.

¿Puede unir tanto la muerte, o las actividades ilegales, como las experiencias positivas? ¿Es un vínculo más fuerte? ¿O es el temor a que se conozcan nuestras miserias?

Difícil respuesta. Yo soy de los que apuesta a que el hombre como especie, sin un posible castigo como represalia a un posible acto, no es más que un salvaje, el mismo de hace diez mil años, y que la seguridad del anonimato desata las mayores vilezas, así como las acciones camufladas dentro de un grupo brindan una ilusoria impunidad que aviva el fuego de esa maldad de la que hablábamos antes.

¿Cuál es el objetivo último de un asesino cuando recrea la escena del crimen?

Esa es una pregunta que me alegro de no poder responder. Entendería el objetivo escondido detrás de un asesinato, que suele ser el poder, el sexo (que diría Freud, o Wilde de manera menos aburrida y más mordaz), y cualquier variante que desemboque en una de estas dos cosas, aunque al final la segunda viene a desembocar muchas veces en la primera; y hasta puedo entender el arrebato que puede llevar a ello. Ahora bien, para recrear la escena, la mente ya tiene que estar del todo estropeada. Eso no lo puedo entender más que como un fallo del sistema operativo.

Actuar sin miedo nos hace sentirnos como dioses

¿Todo en esta vida es susceptible de empeorar, cuando de asesinos se trata?

Diría que sí. Creo que fue Verne el que dijo: todo lo que unos puedan imaginar, otros podrán hacerlo realidad. Supongo que Verne pensaba en otras cosas, pero la realidad nos sorprende y nos demuestra día a día que esto vale también para los asesinos.

¿Actuar con impunidad nos hace sentirnos como dioses?

Actuar sin miedo, ningún miedo en el sentido más amplio, nos hace sentirnos como dioses.

Una novela desasosegante, angustiosa… ¿qué sentimientos quiere provocar en el lector?

Me es igual el tipo que sea, mientras sean eso: sentimientos. La capacidad de generar emociones, además de otros tecnicismos mejor o medianamente bien ejecutados en el arte de juntar letras, es lo que hace buena a una novela.

Hace referencias a la Biblia, a escritores, películas y algún personaje de su libro anterior, y mucha filosofía. ¿Antonio Guisado es un escritor que se hace preguntas constantemente? ¿Le gusta también poner deberes a sus lectores?

Me gustan las referencias a lo cotidiano, y a la cultura que nos rodea. Es una manera de conectar con el lector. Buscar puntos es común es uno de los pilares básicos del buen entendimiento entre dos partes. Pero para ser sinceros, me hago preguntas a ratos; y a ratos se me olvidan. Todo no es más que mucha curiosidad y sobre todo entretenimiento. No doy demasiada importancia a nada, si me lo puedo permitir. Al fin y al cabo, como decía uno, no saldremos vivos de aquí.

No pretendo dar respuestas, porque no las tengo, y cualquiera de ellas no sería más que una opinión personal, sin peso. Pero sí me gusta plantear preguntas. Pensar juntos, dar opciones, y que cada uno decida.

El libre albedrío, my friend.

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