En el año 23 a. C., Augusto, gravemente enfermo, se encuentra en una disputa de sucesión entre sus dos herederos, Marco Claudio Marcelo y Tiberio Claudio Nerón. Con el objetivo de ganarse el favor de la plebe, Marcelo decide gastar toda su fortuna en juegos circenses, obras teatrales y combates de gladiadores. Mientras tanto, una sequía atroz amenaza con poner en peligro el suministro de trigo hacia Roma. Además, un grupo de senadores encabezados por Fanio Cepión y Licinio Varrón Murena conspiran para reinstaurar la República. Como agente al servicio de Tiberio, Marco Vitruvio Rufiano debe infiltrarse en la escuela de gladiadores de Varrón Murena para descubrir sus planes y tratar de frustrarlos. Esta misión lo llevará desde los bajos fondos de la capital hasta los anfiteatros donde se decide el futuro de la República. Pronto se dará cuenta de que su hermanastra Vitruvia, quien dirige un negocio editorial, y Cintia, una actriz de mimo, desempeñan un papel crucial en la despiadada lucha por el control de la opinión pública. Parece que el control de la plebe se remonta a muchos años atrás… ¿Cómo ahora? De la plebe y de las élites intelectuales. Pan y circo es un thriller, con el trasfondo temático de la función que desempeñan el arte, los espectáculos y la cultura como herramientas al servicio del poder. Esto significa que la atención popular se aleja de los problemas reales que les afectan, pero también que antes el poder político ha de controlar a los artistas e intelectuales con prebendas. Esto no es algo que agrade reconocer a los que hoy nos dedicamos a escribir libros..., aunque es real. A lo largo de la historia, muchos cronistas y literatos han mostrado una actitud servil hacia el poder que resulta muy poco edificante desde un punto de vista ético. Además de a hacer puentes, ¿hemos aprendido, también de los romanos, a manipular la opinión pública? No creo que, en ese sentido, la sociedad romana sirva de guía de actuación. Sencillamente, cuando una sociedad alcanza ciertos niveles de bienestar, y la población ve cubiertas sus necesidades más básicas, resulta sencillo que su interés se diluya en distracciones banales. Esto es algo que sucedía con la plebs frumentaria de la Roma imperial y hacía que buena parte de la población de la capital del Imperio no se involucrara en la vida política, como sucedía durante la República. Aunque los mecanismos sean similares a los empleados en la actualidad, han evolucionado de forma independiente. Al abordar estos temas «de actualidad» en una obra de género histórico, siempre se corre el riesgo de caer en los presentismos, es decir, que la realidad pasada se convierta en una mera evocación de la presente. Hay importantes diferencias sociopolíticas entre la Roma del 23 a. C. y la España actual. El pueblo necesita ocio, pero también pan y soluciones. ¿Se pueden encontrar paralelismos con la historia actual? ¿El entretenimiento oculta la realidad? Las entregas gratuitas de pan no eran, ni son, una solución. No se puede mantener a la población eternamente subsidiada. La cura annonae, esa entrega institucionalizada de pan y otros alimentos en la capital, sólo fue posible gracias a los excedentes agrarios de provincias enteras del Imperio, como África, Sicilia o Egipto, lo cual suponía un privilegio para los habitantes de la capital y una injusticia para el resto. Se estima, no obstante, que éstos nunca supusieron más del 1,6% de la población total del Imperio. Lo que sí resultó muy positivo, en una era preindustrial en la que una o dos sequías podían arruinar las cosechas de amplios territorios, y propiciar hambrunas en las que perecían decenas de millares de personas, que el Estado romano poseyera la capacidad logística y administrativa de transportar cereales, aceites y salazones desde una provincia a otra, lo cual supuso una redistribución muy útil de los recursos. Su libro no es solo de historia, sino de psicología de las masas, ¿cómo se ha documentado? Una obra de referencia ha sido, precisamente, La rebelión de las masas, de Ortega y Gasset, aunque me he limitado a tomar prestadas algunas ideas. Buena parte de esa psicología son conclusiones o percepciones que he desarrollado a lo largo de mi vida. El protagonista indiscutible es Marco Vitruvio Rufiano, que ya lo fue en su anterior novela, Pax Romana, al que asigna un papel que poco se ha visto en la novela histórica ¿por qué? Me encariñé con el personaje y me atraía la idea de darle más vida. Las dos novelas forman un arco argumental unitario y, de hecho, cuando envié el manuscrito de Pax romana a la editorial, ya tenía esbozada la escaleta para la continuación. Fanio Cepión, el antagonista, es un personaje histórico real que, en el año 23 a.C., estuvo involucrado en un intento de asesinato a Augusto. Los dos libros están concebidos para ser una obra unitaria, aunque de distintos géneros. No quería que la segunda parte fuera un añadido torpemente zurcido. ¿Opina que hay que dotar a este género de nuevos ingredientes para que siga teniendo el auge del que ha gozado hasta ahora? Más que un género per se, creo que la novela histórica es un marco de ambientación que puede acomodarse a distintos géneros. El nombre de la rosa es una novela negra de ambientación histórica. En mi caso, Pax romana es de género militar o de aventuras, mientras que Pan y circo es un thriller de espías y conjuras políticas. Lo que define a un género son una serie de elementos, arquetipos y convenciones argumentales que afectan al modo de estructurar la trama. En la segunda parte, trato de despertar el interés del lector en la intriga, la curiosidad intelectual: fraguar una serie de interrogantes y que los vaya descubriendo página a página. La novela de aventuras apela más bien a la curiosidad emocional: el lector empatiza con el protagonista, que se ve sometido a una serie de peligros y desafíos, de modo que querrá saber lo que le sucede. Respondiendo a la pregunta, creo que la vieja fórmula, basada en seleccionar un personaje histórico célebre y novelar su vida, se está agotando y, en efecto, ese modelo «biográfico» está dando paso a nuevos paradigmas. Mi nueva novela es de género negro ambientada en el Renacimiento, un subgénero que está adquiriendo bastante auge. ¿Ha echado mano de su experiencia profesional para recrear la actividad llevada a cabo por los gladiadores y dotarla de más realismo? He practicado artes marciales y esgrima histórica, lo cual supone una experiencia práctica que me permite dotar de mayor realismo a las escenas de combate. También he trabajado como asesor histórico en películas, series y documentales, y colaborar con especialistas y coreógrafos de acción con una amplia experiencia me ha aportado mucho en ese aspecto. Los combates han de ser, ante todo, un duelo de personalidades; cada personaje posee una filosofía de lucha que refleja sus propios objetivos y carácter. Más allá de un simple intercambio de golpes y estocadas, un duelo puede suponer un extraordinario modo de construir a los personajes, y de mostrar su mundo interior. "El cine posee un repertorio de recursos expresivos de gran nivel y ha contribuido al arte narrativo contemporáneo"Muchas obras se han publicado sobre el mundo de los gladiadores y el cine los ha dedicado muchas películas. ¿Qué aporta su novela en este sentido? El cine es un medio artístico que posee un repertorio de recursos expresivos de gran nivel y ha contribuido, de forma decisiva, al arte narrativo contemporáneo, aun contando con apenas siglo y medio de historia. No obstante, a nivel de fidelidad histórica, aún tiene mucho que mejorar. Una película como Gladiator, a pesar de sus grandes aciertos, poco refleja sobre cómo eran realmente los munera, los espectáculos gladiatorios. Con Pan y circo me propuse reflejar esa realidad; no sólo lo que sucedía en la arena, sino cómo era el «reclutamiento», entrenamiento y vida cotidiana de un gladiador. Sus personajes están muy bien perfilados, nos hace partícipes de sus pensamientos, sentimientos y miserias; da un papel relevante en su novela a la mujer. ¿En qué personajes históricos se ha basado o corresponden a la creatividad del autor? Las mujeres conforman la mitad de la humanidad y ese papel relevante no es algo que yo, magnánimamente, les haya otorgado. Aunque es cierto que las crónicas tienden a estar centradas en las élites, y los hombres, de modo que tanto las mujeres como las clases populares suelen verse marginadas. Algunos libros de investigación, como Matrona Docta de Emily A. Hemelrijk, abordan la labor de las mujeres romanas como editoras, escritoras y mecenas, lo cual me resultó de suma utilidad para otorgarle vida al personaje de Vitrubia. De hecho, Los diez libros de arquitectura de Vitrubio, una obra que resultaría fundamental para el desarrollo de la arquitectura renacentista, estuvo financiada por Octavia, la hermana de Augusto, una gran bibliófila y mecenas.
¿A qué da más importancia Yeyo Balbás a la hora de escribir sus novelas? Mantenerse fiel a la historia, ficcionar y recrear la vida cotidiana, los personajes, el ritmo para atrapar al lector, adaptar el vocabulario a la época… A la hora de elaborar la trama, la documentación histórica marca unos hitos insoslayables que siempre respeto. Las lagunas en las fuentes de información trato de rellenarlas con una ficción plausible y razonable. El argumento jamás contradice lo que sabemos que sucedió. La vida cotidiana —costumbres, arquitectura, indumentaria— resulta esencial para otorgar vida a las sociedades pasadas, pues de lo contrario las descripciones se resienten y la acción se desarrolla en una especia de limbo indefinido. Tal vez lo más difícil sea reflejar la mentalidad y escala de valores de la gente de la época, que, en el caso de la antigua Roma, eran muy distintas: un romano consideraba la esclavitud como algo natural, y el buen amo, según la filosofía estoica, era quien no castigaba sin un buen motivo a sus «posesiones». Muchas personas conocen la historia a través de las novelas históricas porque, dicen, que nuestros historiadores son un poco aburridos ¿Qué opina al respectos y que riesgos entraña este tipo de formación? La novela histórica no es, ni debería ser, un «sucedáneo entretenido» de los ensayos. Supone, ante todo, una obra de ficción que aporta una visión personal sobre lo ocurrido. Lo que sí es cierto es que, tradicionalmente, la historiografía española ha producido obras de muy árida lectura y, en ocasiones, da la impresión de que, cuanto más críptico resulte un libro, tanto más científico o riguroso es. Esta mentalidad contrasta con la Academia anglosajona, que produce anualmente una gran cantidad de obras muy rigurosas y de amena lectura. Hace un par de meses, terminé de traducir The Anglo-Saxons de Marc Morris, para la edición española de Desperta Ferro, que supone una delicia tanto en su visión crítica de las fuentes como a nivel literario. Mucha gente se aproxima a la novela histórica española en busca de aquello que los historiadores no les ofrecen. Afortunadamente, cada vez hay más investigadores y divulgadores concienciados con la necesidad de trasladar el conocimiento histórico más allá de esa «torre de marfil» académica. Intrigas, poder, ambición, muerte, conspiraciones… ¿hasta cuándo seguirá siendo la historia romana fuente de inspiración para nuestros escritores? La historia romana es tan rica y extensa, y ha contribuido de forma tan decisiva a conformar nuestra civilización, que siempre supondrá una cantera de la que extraer material con la que esculpir nuevas novelas. ¿Le quedan muchas historias por contar sobre Roma o se decanta por otros conquistadores como ya hizo sobre la conquista musulmana? Mi nueva novela está ambientada en el Saco de Roma de 1527, aunque no se trate de una obra de género bélico. La guerra me seduce porque aporta un marco dramático, repleto de conflictos, capaz de sacar lo mejor y lo peor del ser humano. No obstante, de momento, me interesa explorar otros géneros y otras épocas. Aunque nunca te alejas del todo de Roma: en mis novelas sobre la conquista musulmana, está presente Constantinopla, su heredera, capital del Imperio romano oriental, y también lo está ahora en la renacentista. Al fin y al cabo, todos los caminos conducen a Roma. Puedes comprar el libro en:
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