- ¡Qué mono es, Puri!
- ¡Y qué ilustraciones! ¡Me ha encantado!
- Pero tía, yo no he visto tatuajes, solo la barba recortadita y esa sonrisa natural, encantadora y simpática que lleva Roberto puesta sin tener que forzarla. Cercano y un gran comunicador.
- ¡Jope Vani! Cien por cien en lo de Roberto, pero yo me refería al cuento que ha presentado en la librería La Fábrica: MI ABUELO PEPE. UN CUENTO PARA DECIR ADIOS, de la Editorial Destino. “Un proyecto coral y común” porque todo queda en familia. El texto es de Roberto Leal y su mujer, Sara Rubio; y las ilustraciones de Roberto Leal y su vástaga “mi” Lola Leal, su hija.
- Para llevártelo a casa, y no me malinterpretes.
- Un libro precioso que se gestó cuando la niña tenía algo más de dos años y falleció el abuelo Pepe, cuenta Roberto.
Los recuerdos que tiene de su abuelo, más allá de fotos, eran pocos. Junto con Sara, he querido que estuviese muy presente mi padre, porque Lola es una niña muy emocional y recordaba mucho al abuelo, lo mencionaba de pequeña… tiene en casa a su abuela, y sus yayos y se pregunta dónde está el abuelo Pepe.
Por contarle de alguna manera ese momento de tránsito, sin que sea un mensaje naif, ni en plan condescendiente…
- ¡Qué manera más bonita de recordar a su abuelo! Una historia en la que él está presente en cada página y que Lola, ya con cinco años, ha ayudado a ilustrar de la mano de su padre, que no solo tiene labia, sino que dibuja de maravilla.
- Ya apuntaba maneras el angelito de pequeño, cuando ha confesado que en el cole pintaba las carpetas de los compañeros. ¡A saber si era grafitero! Pero esa es otra historia, como la de publicar libros de cocina cuando andaba con la tele recorriendo el país.
- Tía, céntrate, que derivas. MI ABUELO PEPE es un mensaje de esperanza, más que de despedida; es una manera de quedarte tranquilo sabiendo que gracias a los sueños las personas que se han ido están más cerca de lo que imaginamos.
- Ha dicho que también es un libro de bienvenida, porque lo que pretenden con este cuento, es que todos los niños cuyos abuelitos ya no están en casa, pensando cada día en ellos, puedan volver a verlos. Esa bienvenida de que el abuelo o la abuela siguen estando con sus nietos.
- Una manera sencilla y bonita de superar el duelo, una tarea que no solo ha servido a Lola, sino también a Roberto y a su familia. Recordar con alegría superando el dolor de la perdida, teniendo presentes a esos seres queridos que hemos amado con la seguridad de que están muy cerca y velan por nosotros.
- ¿Y Yayolandia? ¿Eso qué es?
- Roberto y Sara han creado un espacio que no es el cielo, ni una estrella; es un planeta en el que están todos y como eran aquí; quien jugaba al dominó, juega al dominó; a la que le gustaba bailar, sigue yendo todos los domingos al baile y el crack que jugaba con sus nietos al videojuego, ese abuelo tiene allí una videoconsola. Es una manera de que los niños se queden más tranquilos y asuman mensajes como que los médicos, a veces, no pueden hacer nada por la vida de las personas y, contra esa realidad, no hay magia que valga.
- Está claro que, la intención de los autores es que, a través de un cuento, a los niños les resulte más fácil asimilar una pérdida. Porque las historias llegan mejor que un discurso deslavazado, afirma Roberto. Es difícil responder a las preguntas de un niño, sobre todo cuando van cargadas de sentimientos y emociones. Sobre todo, si nosotros también, en ese momento, estamos sufriendo. No siempre estamos preparados para ello. Este libro puede paliar esta situación a la vez de provocar una sonrisa en las caritas de los pequeños que sienten que personas muy queridas y cercanas a ellos ya nunca volverán a abrazarlos ni contarles un cuento. Los sentirán cerca y, es posible, que sean ellos los que compartan con esos yayos que no están sus preocupaciones diarias, sus tristezas, sus triunfos. Porque los sienten y se cuidan mutuamente. Podrán encontrar un refugio al saber que nadie muere mientras haya quién le recuerde.
- Afirman los psicólogos que las fases del duelo son similares en niños y en adultos, pero la forma de manifestarlas, es diferente según la edad del pequeño. Lo que es indudable es que siempre existirá un sufrimiento emocional. Roberto y Sara, acompañados de la pequeña Lola, ayudan a los niños, y no tan niños, a superar ese dolor. Desde la esperanza y la alegría. Desde la bienvenida.
- Tía, y algo muy importante que se te olvidó decir: todo el dinero que se recaude por este libro irá destinado a la investigación sobre la leucemia infantil. ¡Ahí lo dejo!
MI ABUELO PEPE es un proyecto personal de Roberto y Sara con la inestimable ayuda de “mi” Lola.
Solo tienes que cerrar los ojos para ver. Atrévete a soñar.
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