El evento fue conducido por el poeta y novelista mexicano Carlos Rubio, quien también leyó poemas del maestro de Elca y fue dando paso a los intervinientes. El primero de ellos fue el joven violinista Guillem Ponzoda, quien ejecutó dos piezas musicales con absoluta maestría y se llevó la ovación del público. Tras él, intervinieron los escritores y amigos de Brines Juan Pablo Zapater, Adelina Navarro, Paul Gunn, José Antonio Olmedo, Paco Mestre y Juan Luis Bedins, quienes leyeron poemas del poeta homenajeado y contaron singulares anécdotas que vivieron junto a él. Los escritores Carlos Marzal y Pedro García estaban convocados, pero por circunstancias no pudieron acudir a la cita.
El homenaje culminó con un vino de honor ofrecido por la empresa Destilerías Ferri. Este encuentro demostró que la memoria de Francisco Brines sigue muy viva en su tierra natal. Las diversas edades de los intervinientes constataron que Brines era un hombre generoso y abierto al mundo que supo hacerse querer y dejar una huella indeleble entre quienes lo conocieron. El acto, ajeno a la polémica suscitada por la Fundación Francisco Brines, contó con la colaboración del Ayuntamiento de Oliva y del Conservatorio Profesional de Música Josep Climent.