Es licenciada en Periodismo por la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Ha colaborado en prensa escrita y digital. Ha publicado once novelas históricas: La luna sobre la Sabika, Sueños del Albayzin, Noches en Bib-Rambla, Carolus o El último romántico. La última titulada Los ojos de Galdós (Edhasa, 2019), continúa la saga que comenzó con Guardianes de la Alhambra. Ha colaborado en diferentes antologías, bien como participante o como antóloga. Entre sus proyectos actuales está visibilizar la historia de las mujeres y sus desconocidos oficios, además de seguir divulgando el pasado de sus dos ciudades de nacimiento y adopción: Madrid y Granada. Es la directora de las Jornadas Madrileñas de Novela Histórica y presidenta de las asociaciones Verdeviento (Madrid) y Papel Bermejo (Granada). La saga comienza con "Guardianes de la Alhambra", que se publicó por primera vez en 2010, una novela que, por suerte para sus muchos lectores, ve de nuevo la luz. ¿Cómo ha resistido el paso del tiempo, según Carolina Molina? La novela describe la pérdida patrimonial y monumental de Granada en el s. XIX, los cambios que experimentó como ciudad y las desafortunadas decisiones que algunos gobernantes y restauradores tomaron en relación con la rehabilitación de monumentos. Esto, que nos parece de otra época, desgraciadamente sigue estando vigente en la actualidad. La destrucción de nuestro patrimonio histórico y artístico sigue produciéndose y somos incapaces de fomentar una sensibilidad artística al ciudadano, enseñarles respeto por nuestra herencia. Continúan las pintadas en los muros de iglesias o de arcos árabes, casas moriscas y palacios se desploman por falta de medios económicos y el expolio no ha desaparecido. Así que viendo todo esto creo que el mensaje que nos traslada "Guardianes de la Alhambra" sigue tan vigente como hace catorce años. ¿Cambiaría cosas, introduciría nuevos personajes o una nueva lectura sigue siendo tan satisfactoria como cuando la escribió? En esta nueva versión he pulido un poco el lenguaje, algún giro que en ese momento quise acercar a una literatura propia del XIX y también he eliminado un apartado dedicado a los hechos históricos más relevantes de los que se habla en la novela. En estos catorce años me he vuelto menos técnica en relación a la novela histórica y he aprendido a controlar la obsesión documental a la que nos enfrentamos todos los autores históricos, por lo demás también me gusta respetar cada novela en relación al momento en el que se escribe porque es fruto de la experiencia de ese momento. Por otro lado, también tengo que decir que al ser la primera de una saga he tenido la oportunidad de profundizar en los personajes puesto que aparecen en el resto de las novelas, así que no ha sido necesario matizar ninguno. ¿Puede existir una Granada que no sea romántica? Por supuesto, hay muchas Granadas, como hay muchas Barcelonas, Sevillas o Toledos, por poner ejemplos. Granada tiene una historia inmensa y en cada uno de sus periodos hay cosas que poder contar, desde la época romana, cuando era Florentia Iliberritana, pasando por su etapa zirí, nazarí o cristiana…todas ellas son tan interesantes como su actualidad. Lo que ocurre es que Granada mantiene todavía ese halo romántico del XIX en sus calles y sus leyendas la han hecho muy popular. ¿Cómo se enamoró Carolina Molina de esta ciudad con embrujo, mágica? ¿Fue la luz al atardecer, los rumores del Darro y el Genil, la fragancia de los jazmines cuando cae la noche, las conversaciones de los viajeros que quedaron allí atrapados para siempre, las huellas de lucha, la herencia cultural, la elegancia y majestuosidad…? Mi relación con Granada llegó de la mano del teatro, gracias a Federico García Lorca, de La Casa de Bernarda Alba salté a la granada lorquiana y de allí a la Granada ciudad que me llevó a su propia historia. La Alhambra es el eje central de Granada y no se puede comprender una sin la otra. A las ciudades hay que entenderlas y conocerlas primero, pasa como con las personas, solo después llega el poderte enamorar. Aunque si soy sincera, después de más de treinta años sigo descubriendo pequeños detalles que me hechizan, es una relación amorosa que sigue tan vigorosa como al principio. Ha escrito cuentos y ensayos, pero ¿lo que realmente le apasiona es la novela histórica, género al que ha dedicado once obras? ¿Por qué? Supongo que porque es el único género que me ofrece la posibilidad de aplicar mi formación periodística con la literaria. Siempre me gustó el periodismo de investigación y poderlo aplicar en el área cultural es magnífico, la historia y la literatura me parecen que se complementan muy bien. No obstante, el ensayo cada vez me atrae más y a él me estoy dedicando últimamente. ¿Qué se le debe exigir a una novela histórica para que sea considerada tal? Dificilísimo poder definir lo que es una novela histórica, no conseguimos ponernos de acuerdo ni entre los propios autores que nos dedicamos a ella. Es posible que haya una novela histórica por cada autor/a. Recuerdo haber oído que la novela histórica tiene que respetar las tres «eses»: sangre, sudor y sexo. Otros hablan de las tres “es”: enseñar, entretener y emocionar. Yo soy más de otras dos «es» : entender el pasado para comprender el presente y de estimular al lector para que no se quede en todo cuanto se dice en una novela, que al finalizarla sea capaz de buscar por sí mismo si lo que en ella se dice está acorde con una realidad documental. En cualquier caso, como siempre digo, hay que recordar que la novela histórica es sobre todo novela y debe cumplir las reglas de la literatura, además de plantear una trama verosímil que reconstruya un momento histórico pasado. ¿Se ha abusado de un género que lleva años cosechando éxitos de críticos y lectores? El sector editorial se rige por la oferta y la demanda, a fin de cuentas, es un negocio como cualquier otro. Si al lector le gusta un género determinado es lógico que se publique más que otros géneros que se demandan menos. Quizás en lo que se abusa es en los temas más que en el género. Es decir, ¿por qué se publica tanto sobre la Antigua Roma? ¿Por qué ofrecemos tanta batalla, por qué hay tanto rey o tanta reina de protagonistas principales? Es hora de buscar otras causas que perseguir. Hay mucha vida literaria más allá de César. “La novela histórica es novela, es una creación, el producto de la mente de un escritor o de una escritora. No podemos ponerle límites”¿Habría que poner límites y barreras a la ficción o el papel lo aguanta todo y se puede alterar la historia que muchos conocen solo a través de las novelas? La novela histórica es novela, como antes decía, es una creación, el producto de la mente de un escritor o de una escritora. No podemos ponerle límites, quizás deberíamos dar las bases a los lectores para que tengan criterio propio y diferencien que es «historia» de lo que es «ficción». Sin embargo, en esto tengo que hacer una aclaración. Incluso «la historia», lo que nosotros creemos real e infalible, es también producto de la interpretación de un cronista, de un historiador o un investigador, así que difícil discernir en una «novela histórica» lo que es «totalmente» real y ausente de manipulación. Por eso lo mejor es que el lector, una vez finalice la novela, se replantee conceptos y busque por su cuenta, se asegure si lo que ha leído tiene una base documental. ¿Para usted qué es más importante a la hora de escribir una obra de estas características: la trama, los personajes, los diálogos, el ritmo…? En una novela todo es absolutamente importante. En mi caso casi nunca suelo partir de un hecho histórico, parto de un concepto, de una tesis. ¿Qué es lo que pretendo decir con el desarrollo de la novela? Y con esa idea voy creando un entramado de personajes que debo adaptar a una sucesión de hechos reales: nacimientos, terremotos, guerras, fallecimientos, epidemias…lo que vaya sucediendo en ese momento del pasado que he elegido. El narrador es fundamental para orientar el ritmo y los diálogos ¡Me apasionan! Ahí se me nota que he escrito textos teatrales, me encanta que los personajes puedan expresarse. Todo esto, visto así, es muy complejo, cuando terminas de escribir una novela no puedes creerte que hayas sido capaz de hilvanarlo todo.
En cierto modo, ¿su novela busca reconocimiento para tantas personas anónimas que contribuyeron a conservar nuestro patrimonio un patrimonio tan excepcional como el de Granada? Exactamente, estos fueron los "Guardianes de la Alhambra". Primero los viajeros románticos que escribieron sus libros de viajes en donde plasmaron sus experiencias y denunciaron el abandono en el que se encontraba el recinto de la Alhambra. Fueron muchos los que vinieron por Granada, escritores, pintores…pero lo que más ayudó a la Alhambra fue, sin duda, la divulgación que hizo Washington Irving con sus Cuentos de la Alhambra. Un best seller de la época que se utilizaban como guía cuando visitaban Granada. En España siempre hemos actuado así, hasta que un extranjero no nos dice que algo nuestro es bueno no lo valoramos. Y eso ocurrió. Luego, hubo muchos granadinos que lucharon por mantener vivo el monumento, incluso personas anónimas en las que me he inspirado para mis personajes y en los miembros de las Comisiones de Monumentos que empezaban a formarse, verdaderos héroes de la defensa patrimonial en España. Escritores como Carolina Molina han hecho posible que gentes de todo el mundo amen y conozcan el pasado de esta ciudad, ¿considera que se ha reconocido debidamente su trabajo? Siempre estaré agradecida a Granada, a los granadinos y al resto de lectores que se interesan por mis novelas. Me siento mitad madrileña, mitad granadina y si mis libros pueden hacer que se conozca un poco más a esta ciudad y su magnífica historia cultural, seré feliz. ¿Sigue siendo la autora una romántica a pesar de los catorce años transcurridos desde que escribió este libro? Soy más idealista que romántica, aunque los dos conceptos tengan algo que ver. Y también pesimista y práctica. Lo cortés no quita lo valiente. ¿Por qué se ha decidido a reeditarlo? Quizás sea mi libro más demandado, con el que he hecho más actividades fuera y dentro de Granada y cuando se descatalogó seguían ofreciéndome clubs de lectura, incluso se aplicaba en la universidad para aprender la historia social de Granada. Los libros descatalogados entran en una espiral maldita: no existen pero se reclaman. Los libreros de segunda mano los venden a precios desorbitados, de 300 euros en adelante. No tiene sentido. Hay libros que deberían estar permanentemente en las librerías porque trascienden el concepto de novela, pueden usarse como una herramienta práctica para multitud de cosas. Y me ha costado trece años encontrar una editorial, en este caso, Baker Street, que ha arriesgado y ha demostrado una gran valentía. Aún le quedan historias que contar de Granada o, definitivamente da por concluido este ciclo ahora que se vuelve a reeditar su obra? ¿Se considera también, en parte, Guardiana de la Alhambra? Me hace gracia la pregunta…sí, me parece a veces que soy un poco «guardiana de la Alhambra», de esa imagen al menos que es para cada uno la Alhambra. Pero los temas que me interesan son muchos, algunos granadinos y otros no. Para las ferias del libro saldrá la continuación de Guardianes de la Alhambra, Noches en BIb-Rambla (otra reedición a cargo de Baker Street); mi próxima novela la espero para finales de este año, con muchos escenarios (Madrid, Granada, Jerez de la Frontera, Oviedo, Santander, Barcelona…) y con una tesis muy feminista que espero que interese no solo a las mujeres, también a los hombres, porque es parte de nuestra identidad. Y los otros dos proyectos, que son ensayos, uno es muy granadino y el otro no. Así que, tengo para todos los gustos. Puedes comprar el libro en:
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