«El licenciado Ramírez De Aldana (Rúbrica).
E yo el dicho Antonio Capel escriuano público en cumplimiento de lo mandado por el dicho alcalde mayor doy fee que aviendo oydo el dicho requerimiento por mandado de Miguel de Ceruantes de Saavedra comysario de su Magestad y notificado e fecho saber a esta çiudad e concejo estando en su ayuntamiento como lo tienen de costumbre en seys días deste presente mes de julio del año de la su çierta comyssion dada por Antonio de Guevara del Consejo de la Hazienda de su Magestad e su provehedor general para que el dicho Miguel de Cervantes contraiga el pan [que] se tomó y embargó en esta dicha ziudad por el licenciado Diego de Valdivia alcalde de la ziudad de Sevilla e su juez de comysión como consta della a quien requirió Juan de Segovia en nombre desta ciudad y concejo en nombre de dicho comisario presento e hizo cierto auto a manera de Requerimiento cuyo tenor y de lo probeydo despues al dicho comysario dize ansi».
Por lo que atañe a los nuevos testimonios inéditos concernientes a la ciudad de Écija se documenta con toda seguridad que todos los datos y textos cervantinos se entrelazan y se envuelven unos en otros y no siempre confiesan en pleno las virtudes de tan quijotesco autor, sino tal y como lo vio la sociedad en su época antes de ser glorificado por las letras. Además es conocido que el autor de La Galatea (1585) en el año 1587 pasó por uno de los episodios jurídicos más complicados de su vida, fue tan enigmático y tuvo tal repercusión que con el tiempo casi todos los proveedores de galeras y fronteras que trabajaron con él fueron condenados por el Tribunal del Puerto de Santa María a muerte por ahorcamiento, sentencia que se ejecutó en enero del año 1593.
Al lado de ello, el infatigable investigador Alfonso expone que el origen del procesamiento fue el retraso de los aprovisionamientos de trigo para la fabricación del bizcocho de galeras para la partida de la «Grande y Felicísima Armada» a la conquista de Inglaterra, motivo que obligó a enviar a la ciudad y cabildo de Écija a Miguel de Cervantes para llevarse 5.000 fanegas de harina de trigo sin pagarlas antes de su molienda, como especificaba la Real Provisión de Felipe II, que había sido entregada anteriormente por el Alcalde del Crimen de la Audiencia Real de Sevilla, para que la ciudad entregase las existencias de harina y cebada, suficientes para la batalla final contra Inglaterra. También, huelga recordar que la escasa cosecha de trigo y el cambio climático llevaba años limitando las cosechas de cereales en los cortijos andaluces, cuyos campos debido a la persistente sequía con los años fueron convertidos en amplias dehesas para la cría de toros y vacas bravas.
Según el excelente documentalista Dávila Oliveda los testimonios descubiertos y transcritos dormían plácidamente en los legajos de la correspondencia del Consejo de Guerra y Armadas o Marina, sin que nos hubiésemos percatado que tienen la gran transcendencia de recoger la instrucción que abrió el alcalde y la justicia del corregidor de Écija contra el autor de Las Novelas ejemplares (1613), por cumplir estrictamente las órdenes emanadas del Proveedor General de Galeras y Armadas Antonio de Guevara, de acudir a Écija con vara alta de justicia del Tribunal del Consejo de Hacienda, para llevar a Sevilla la harina de trigo almacenada en su cilla o almacén de trigo para pan, a fin de fabricar urgentemente el bizcocho de galeras.
Ese bizcocho permitiría a la Armada Invencible partir de los puertos portugueses en el verano, todo ello a crédito, ya que no quedaba dinero en las arcas de la Real Hacienda. La información judicial que presentó el propio Cervantes al Consejo de Hacienda con las instrucciones exhibidas por Antonio de Guevara al cabildo de Écija, para que Cervantes retirase la harina de la molienda sin pagar, cuyo traslado certifica el escribano Antonio Tropel, el 14 de julio de 1588. Ciertamente dichos testimonios reflejan la inteligencia y la sangre fría del Comisario y Juez del Consejo de Hacienda, Miguel de Cervantes Saavedra, lo que le permitirá evitar que en años posteriores fuese procesado y ahorcado en el Puerto de Santa María junto a sus ayudantes, inter alia, Francisco Benito de Mena, Iñigo de Lezana, Pedro de Gárate y Pedro de Aragón, en enero de 1593.
Hoy, con la visión que nos proporcionan los cuatrocientos años de historia de los hechos que narran las declaraciones de los vecinos de Écija nos damos cuenta de que Cervantes parece el único superviviente de los compañeros de estudios del príncipe don Carlos en la Universidad de Alcalá de Henares. Añádase a esto que desde la perspectiva de los años, la denuncia de los vecinos de Écija y la instrucción judicial contra Miguel, de julio de 1588, no parece ser que tuviesen repercusión judicial ante los tribunales del Consejo de Hacienda, al menos aún no hemos localizado el correspondiente expediente judicial, pero sin duda sirvieron para acelerar el pago de la deuda contraída, de las 5.000 fanegas de trigo o harina de pan y las 500 fanegas en cebada para las acémilas de los porteadores, en septiembre de 1589, por un millón y medio de maravedís.
Habría que decir también que Miguel intervino en más disputas judiciales a lo largo de su trabajo de comisario proveedor de galeras o de recaudador de alcabalas y se testimonia que cuando recogía su trabajo como abastecedor de la Flota del Imperio en 1587, indicaba que había alcanzado el título de “Criado del Rey”, lo que le permitía exhibir vara alta de justicia, implicando su limpieza de sangre, su hidalguía y sobre todo su titulación como bachiller o licenciado en derecho, sin cuyo título universitario no podía ser juez del todopoderoso Consejo de Hacienda, cuyo Tribunal tenía rango semejante en materias económicas al poderío del Tribunal de la Inquisición y de los Tribunales de los Consejos de los Reinos, cuyas apelaciones como juez con vara alta de justicia solo podían elevarse ante el rey Felipe II (1527-1598).
Notemos, además que en Écija, el Manco de Lepanto no solo exhibe vara alta de justicia para llevarse el pan de galeras, en el mes de julio de 1587, sino que una vez requisada por sus alguaciles y los alguaciles de la ciudad, Cervantes parte raudo a Córdoba, donde debe acudir como Alcalde del Crimen, para asuntos del Tribunal de la Audiencia Real de Sevilla, dando poderes a su primo Rodrigo de Cervantes, para que se encargue de conducir la harina de Écija a Sevilla, eso sí, como juez, deja claro que oyó, el 11 de julio de 1588, las acusaciones, que contra él hizo la ciudad ecijana a través de la denuncia de Juan de Segovia, su procurador.
En «Civitas Solis» Miguel visitó, entre otros, la iglesia de Santa Bárbara, la iglesia de San Juan Bautista, la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Carmen, el Real Monasterio de Santa Inés del Valle, la parroquia de San Gil Abad, el palacio de los Condes de Palma, y el Palacio de Valdehermoso, y el 8 de septiembre de 1588 celebró la festividad de la Virgen del Valle, patrona y alcaldesa perpetua de la ciudad de Écija. Asimismo, es posible que haya tenido conocimiento del antiguo Alcázar Real de Écija, remontado a 1263.
En la «Ciudad de las Torres», Cervantes disfrutó de la gastronomía ecijana, sirva de ejemplo, de la sopa de gato, compuesta de ajos, almejas, espárragos, tomates, migas de pan, pimientos y agua; el salmorejo, una sopa fría preparada a base de aceite, ajo, pan, tomate, acompañada de atún, huevos duros, jamón en trocitos y patas fritas; el gazpacho; los flamenquines, un rollo de carne empanada rellena de huevo duro y jamón serrano, incluso queso y/o pimientos verdes o rojos; el mollete ecijano, y todas las sabrosas comidas fueron acompañadas de una copa de vino con miel. En cuanto a deliciosos dulces, tomó Yemas El Ecijano, las toras de aceite, y las toras de manteca, los célebres bizcoches Marroquíes, los bollos del Conde, los pestiños, las torrijas y las sopaipillas.
Antes de terminar, cabe agregar que dichas perlas documentales ya forman parte de mi nuevo libro: Documentos de Miguel de Cervantes Saavedra, 1547-1616, que abarca 1.115 datos vinculados únicamente al autor del Quijote, de estos 800 nuevos testimonios.
A fin de cuentas, le agradezco al meritorio historiador burgalés Alfonso Dávila Olivada su magnífica cooperación tocante a los nuevos diamantes documentales sobre el «Príncipe de los Ingenios que son de vital importancia para la Historia de Écija y la biografía documentada del héroe de Argel, los que deberían ponerse en los papales, rectificando así los desmedidos desaciertos en las enciclopedias, libros de enseñanza y revistas electrónicas. ¡Enhorabuena!
«Laus in Excelsis Deo»,
Krzysztof Sliwa
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