Jorge Sánchez estudió psicología, de ahí probablemente lo bien trazados que están sus personajes, y graduado en Estudios Ingleses, trabaja como profesor de dicho idioma y ha traducido diversos libros cuando no está estudiando Neuropsicologia. En la entrevista, nos da algunas de las claves de su nueva novela publicada por RBA. ¿Cómo surgió la idea de escribir “El túnel de Oliva”? Hacía tiempo que quería ambientar una novela en municipios de la zona sur de Madrid, así como reflexionar acerca de cómo era la sociedad a finales de los noventa y principios de los 2.000. Quería hacer un homenaje a la cultura, la música y la forma de pensar que se fraguó en las postrimerías del siglo pasado, una época en la que yo mismo llegué a la mayoría de edad y leí La busca de Pío Baroja, un autor que hace más de cien años trató de captar una realidad mucho más cruda que la mía, pero con unos temas muy similares: la vida en la calle, la sensación agridulce, única e irrepetible de madurar, las desigualdades sociales y la lucha de los antihéroes por encontrar su lugar en el mundo. El nombre de Manuel, el personaje de mi novela, es un guiño a ese protagonista barojiano. Puedo escribir sobre Estados Unidos, Irlanda o Marruecos, pero era el momento de llegar a las miserias y grandezas humanas partiendo de una historia de barrio. ¿Cuál fue su experiencia al presentarse al Premio Planeta? Fue un reconocimiento importante. Nadie me ha regalado nada; yo era un poeta, autor de relatos y novelas cortas que se movía en el circuito de las pequeñas editoriales, y pronto me acostumbré a trabajar duro para conseguir objetivos, traduciendo mis propias obras al inglés, realizando firmas de libros y participando en eventos. Pese a las sombras y polémicas que a menudo rodean a este tipo de premios, fue una alegría que seleccionaran mi novela entre los finalistas. Muchas más son las veces que he concursado en otros certámenes de poesía, relatos o novela sin éxito. Aun así, en 2023 he ganado el Parkinson Astorga de Relatos y he quedado finalista en el Auguste Dupin con otra obra, aún inédita. Todo suma cuando te mueves en un camino de piedras como el mercado editorial actual. Por último, tener un libro en una colección como la Serie Negra de RBA es un logro aún mayor. ¿Todos los policías esconden “pecados veniales”? Creo que todos los escondemos, las aristas y contradicciones no son específicas de los cuerpos de seguridad. Almanzor, el policía de la novela, tiene unos valores morales contundentes, pero es capaz de llegar hasta donde haga falta para conseguir sus objetivos, muy en la línea del Philip Marlowe de Chandler y el hard-boiled. Cuando he ido leyendo a autores como Donald Westlake, David Goodis y Patricia Highsmith, he evolucionado más bien hacia la novela negra más oscura. En cualquier caso, cuando quieres caracterizar a un personaje, sea un policía o cualquier otro, has de pensar en su posicionamiento ético, en cómo toma sus decisiones, cuál es su personalidad, si tiene amigos y enemigos, cuáles son sus deseos y contradicciones. Solo así te puede quedar un personaje complejo y humano. ¿No es necesario acudir a los bajos fondos para montar un buen thriller en Madrid? No diría que esta novela es estrictamente un thriller, tiene elementos policíacos y también de novela negra, ya que como obra coral toma múltiples perspectivas y el caso termina difuminándose, siendo una excusa para hablar de otras muchas cosas. Ahora bien, el Madrid de “El túnel de Oliva” es uno de contrastes. Comienza en discotecas, polígonos y urbanizaciones con bloques de ladrillos en Alcorcón, Parla y Fuenlabrada y después vemos la Universidad Autónoma de Madrid, los rascacielos de Azca o el poblado de Valdemingómez. Ese viaje, paralelo al de los protagonistas, permite al lector entender la realidad acerca del tráfico de drogas, la corrupción empresarial y política, los delitos de mayor o menor gravedad y el funcionamiento de las bandas organizadas, además de las oportunidades y las dificultades que presenta una ciudad tan diversa. Hay muchos psicólogos escribiendo novela negra en estos momentos, ¿Juegan con ventaja al valerse de sus conocimientos profesionales para dar una visión más rigurosa y precisa del comportamiento humano? La formación académica en Psicología te aporta una perspectiva diferente, al nutrirte de conocimientos sobre la conducta normal y patológica, las adicciones, los hechos delictivos y el proceso de desarrollo de la personalidad, por poner solo algunos ejemplos. En “Nunca debiste atravesar esos parajes”, me serví de mis nociones de Criminología para detallar el perfil psicológico de un asesino en serie, al haber trabajado con el Informe VICAP del FBI para recrear el razonamiento de los forenses. También Almanzor está inspirado en un profesor que me dio clase en aquel seminario, muy agudo, observador e irónico. En cuanto a Filología, me ayuda a conocer los recursos literarios, el uso de la función poética o las diferentes corrientes que ha habido a lo largo de la historia. Dicho esto, también un abogado, un policía, detective privado, militar o incluso alguien que ha pasado por la cárcel, como Chester Himes, utilizan sus conocimientos para dar un punto de vista diferente. No existe una única carrera, ni tampoco es necesario que se tenga. Eso sí, un escritor que se precie debería leer, no para batir ningún récord, sino para tener sus referentes. Por añadidura, le conviene vivir. Este verano tuve el honor de conocer a Juan Madrid, y él me enseñó una respuesta a la típica pregunta de cuánto has tardado en escribir una novela: decir la cifra correspondiente a los años que tengas en ese momento. A lo que añado otra cita, la de Henry David Thoreau: “Cuán vano es sentarse a escribir cuando aún no te has levantado para vivir”. Los pensamientos de los protagonistas van entrecomillados ¿por qué utiliza esa técnica? La novela está contada en tercera persona, y me sirvo a menudo del estilo indirecto libre: ese en el que el narrador se mete en la cabeza de los personajes, sin para ello utilizar verbos de dicción como “dijo” o “pensó”, sino combinando narración e introspección de manera natural. Técnicamente, es un narrador equisciente de perspectiva limitada, es decir, se mete casi todo el tiempo en la cabeza de Almanzor u Oliva, siendo el resto de los personajes el fondo, a no ser que interese resaltar lo que pasa por la mente de alguno de ellos, sobre todo Rebeca y Desi, las amigas de Oliva. Pero cuando quiero destacar un pensamiento literal, uso las comillas, algo que se hacía mucho a principios de este siglo. También empleo el monólogo interior, diarios, cartas y mensajes. Intenté no abusar de la cursiva. ¿Mantiene más la intriga un desaparecido cuando es policía, que un asesinado? Cuando un policía desaparece o muere, eso descoloca a las fuerzas de la ley, como pasa en Odio, de Ed McBain, el del Distrito 87. El policía es el novio de Oliva, la protagonista, y el hecho de que compartan amistades genera una confusión que aporta tensión narrativa. Además, me permitió arriesgarme a generar subtramas y compensar el hecho de que también hay una muerte al principio, mediante un misterio que tiene que ver con un personaje al que al menos hemos visto en acción durante unas cuantas páginas. En otras novelas se puede usar el suspense, la anticipación, o poner a los personajes en peligro, depende un poco de lo que quieras contar y cómo. “El ser humano no está en completo equilibrio, aunque aspira a mantenerlo en cierta medida”¿Siempre se encuentra la salida al túnel de la vida? Por desgracia, no siempre es así. El ser humano no está en completo equilibrio, aunque aspira a mantenerlo en cierta medida. Muchos sueños y vidas se quedan por el camino. En la época de esta novela, muchos se mataron por conducir borrachos o acabaron segando su vida por problemas de salud mental, por ejemplo. Aquellos años no fueron tan duros como los ochenta, pero bajo la fachada de los felices noventa había una cara oculta. Eso sí, sin ser consciente de los riesgos, es difícil que podamos valorar el presente y las esperanzas. ¿Por qué este título? El Túnel fue una discoteca de Fuenlabrada, construida sobre unos antiguos cines. Para entrar había que bajar unas escaleras. También se refiere a la visión en túnel que se tiene hasta que se toma conciencia sobre quién es uno mismo, al túnel que separa el comportamiento adaptado del delincuente, a ese túnel que suele decirse que se ve antes de morir y al puente o protuberancia del mesencéfalo, una masa de cuerpos neuronales que tienen que ver con la conciencia. Oliva es el nombre de una rapera a la que conocía de vista, una morena de ojos achinados que bailaba funky, aunque en el libro sea un poco "bakala", y cuyo físico mezclo con rasgos psicológicos de otras personas, e incluso míos. En una suerte de coincidencia, ya que no fue a propósito, también un poco más abajo de la zona del tronco del encéfalo descrita hay unos núcleos que se llaman de la oliva, relacionados con la audición. Por si fuera poco, es indirectamente una referencia al aceite y a la necesidad de engrasar la vida.
¿Cuánto de real hay en esta historia? Pese a ser una historia ficticia, la ambientación tiene una precisión milimétrica, en gran parte gracias al corrector. Desde quién salía en la portada de una revista hasta qué libro o canción se estrenó en un determinado año, todo se muestra con exactitud. También hay un retrato vívido de ciertas zonas de Madrid. La ropa, el uso de primeros móviles, el estado de ciertas zonas que han cambiado, la mención de ciertas bandas organizadas reales, el modo de entender la vida, de relacionarse, el habla juvenil de entonces, todo está muy cuidado. También pasé un año leyendo la crónica de sucesos, viendo documentales y recordando experiencias que luego transformé a mi antojo. No es un true crime, pero sí se ha catalogado como una crónica generacional. ¿Le interesa especialmente el mundo de los jóvenes? ¿Indagar sobre las relaciones en los grupos de referencia? Trabajo como profesor de inglés con gente joven y además hace mucho fui monitor en un centro de acogida para menores tutelados. Según la teoría del desarrollo de la identidad del psicólogo James Marcia, el adolescente experimenta una serie de crisis hasta que llega a alcanzar su lugar en el mundo. Al hacerse preguntas sobre el trabajo, la sexualidad, el sentido de la existencia y sus relaciones personales, puede pasar por todas o alguna de estas cuatro etapas: identidad-difusión, en la que aún no ha explorado sus opciones; identidad hipotecada, en la que se escuda en lo que otros decidan por ellos, por ejemplo sus padres o sus amigos, o trata de seguir sus pasos; moratoria, donde se dedica a vivir el momento y a probar diferentes roles sin llegar a un compromiso, lo que da lugar a ansiedad e incertidumbre; y, finalmente, al logro de una identidad coherente, que es cuando ya puede tomar sus propias decisiones. La mayoría encuentran una luz al final de este túnel, aunque podría no ocurrir nunca o hacerlo solo de manera relativa. Rebeldía, búsqueda de emociones nuevas, insatisfacciones, frustraciones cuando no salen las cosas como esperábamos… ¿son etapas obligatorias por las que pasan todos los jóvenes hasta salir del túnel? Como dije antes, un joven puede quedarse anclado en una de esas fases o pasar por varias en diferente orden. La adolescencia es un período intenso, para bien y para mal. Además de la evolución normativa, pueden ocurrir eventos traumáticos que compliquen aún más el camino. Estos pueden ser separaciones, pérdidas, conflictos familiares, fracaso académico y laboral, abuso de drogas, ansiedad, depresión, desempleo o simplemente insatisfacción con lo que les ha tocado. Se pueden dar desde el grado más leve al más grave. "El túnel de Oliva", además de una trama que engancha, es una novela de personajes en la que se pueden ver reflejados muchos jóvenes y otros que no lo son tanto. ¿Tiene que ver con su historia personal, con su experiencia profesional o con su interés por bucear en el comportamiento de las personas? Mi historia personal es la de un estudiante que intenta encontrar trabajo al acabar su formación, en medio de múltiples reformas educativas, con una crisis económica creciente y con poco conocimiento sobre cómo iba a evolucionar el mercado laboral. Jamás se me olvidará el día de los atentados del 11 de marzo. Yo me salvé porque había una huelga, pero pasaba por Atocha a esa misma hora y por esa vía, por mi manía de llegar a los sitios con mucho tiempo de antelación. Llámalo azar o destino, pero me cuesta mucho creer que un joven actual no pueda empatizar con todo eso. Como en El Rey Lear, la amistad, el amor y el desamor, la codicia, el poder, la lealtad y la traición son temas universales que intento trabajar en mi obra. Por eso tengo lectores de todas las edades. Mi experiencia también es la de un escritor a tiempo parcial que trata de abrirse paso en un sector tan difícil como es el editorial. El mensaje es claro, encuentra tu propia voz, no dejes que nadie te la quite y no te rindas. Ten los pies en la tierra, pero no dejes de volar. Se dicen muchas cosas sobre por qué se elige la carrera de Psicología. ¿Algo parecido ocurre con la policía? Supongo que sí, cuando escribía sobre Estados Unidos e Irlanda me dio por mirar en foros para estudiar qué motivos alegaban los policías. Encontré desde la fascinación por ciertas series o libros a haber presenciado un robo, la mera curiosidad, el placer de tener la autoridad, la empatía y el deseo de ayudar a los demas, el salario, el acoso escolar sufrido por un hermano o el sentido de la justicia. Cada persona tiene sus motivos para seguir una vocación. Puedes comprar el libro en:
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