La obra que nos ofrece la editora Actas forma parte, del habitual estilo documentado, y de mucha calidad en todos los temas que trata. Deseo indicar, a priori, al autor de este libro que se adhirió al Manifiesto por la Historia y la Libertad, y en el año 2019 obtuvo el Premio Nacional de Cultura Viva en el apartado Historia. Por consiguiente, es lógico pensar que estamos ante un historiador riguroso, que es lo que algunas veces falta entre algunos historiadores españoles. En las tierras septentrionales de lo que fue el virreinato de La Nueva España, la presencia española fue habitual, ya que serían los hispanos los colonizadores de todas esas vastas tierras, de climas irregulares, bien calurosos o bien secos. Los estados norteamericanos que abarcan ese espacio geográfico son: Arizona, California, Colorado, Nevada, Nuevo México, Utah, Oklahoma y Texas. Al amparo del Tratado de Tordesillas (7 de junio de 1494), los españoles serían los encargados de la colonización y poblamiento de estos territorios; su primer virrey sería Antonio de Mendoza y Pacheco (1490/1493-1552). «La historia de España en el suroeste de los EEUU implica un relato lleno de ilusiones, dificultades y frustraciones por parte de aquellos primeros exploradores y colonos que, con sus familias, trasplantaron desde sus corazones la tierra de sus orígenes en la península ibérica sembrando en la nueva tierra los topónimos de sus lugares conocidos en España y, sobre todo, aquellos que reflejaban sus creencias más profundas, inspiradoras de sus vidas y de la decisión firme de asentarse para permanecer en aquellos lejanos territorios. Los primeros europeos en explorar y colonizar estos vastos territorios, el Septentrión de lo que fue el virreinato de Nueva España, fueron los españoles tras la creación del virreinato, cuyo primer titular, don Antonio de Mendoza, dio inicio al cumplimiento de las directrices marcadas por el rey de España para la exploración, asentamiento y poblamiento de los nuevos territorios adquiridos al amparo del Tratado de Tordesillas y siempre en peligro frente a las apetencias de otras potencias europeas, peligro que siempre estuvo presente hasta la emancipación. Tras el itinerario épico de Cabeza de Vaca y el relato con sus noticias de la nueva tierra, Francisco Vázquez de Coronado sería el encargado de acometer el primer embate explorador, entre 1540 y 1542, esfuerzos que irían siempre acompañados de reconocidos marinos, como el del andaluz Juan Rodríguez Cabrillo, natural de Palma del Río, y actualmente apropiado como portugués, ejecutor de la primera exploración costera del océano Pacífico hacia Las Californias entre 1542 y 1543. Tras ellos, Juan de Oñate, en 1598, se convertiría en el fundador de Nuevo México, dirigiendo exploraciones hacia el Pacífico y las Grandes Llanuras». En el año de 1573 ya se dictarían las Ordenanzas de descubrimiento, nueva población y pacificación de las Indias, que serían el espíritu y la letra de las extraordinarias y esclarecedoras, sin parangón posible en ninguna otra legislación en América, de las ulteriores Leyes de Indias. Las cuales pretendían buscar una solución evangelizadora y, porque no decirlo, pacífica, en estas nuevas tierras, que tanto iban a representar para la Corona de los Reinos de León y de Castilla; ya que los navarros y los aragoneses tardarían en ir a Las Indias; aunque siempre buscando la limpieza de sangre, y nunca que delincuentes buscasen acomodo y medro entre los indígenas. El término ofensivo y altamente peyorativo de ‘conquista’ sería suprimido, para utilizar palabras más acordes a lo que se pretendía desde la mentalidad y el entendimiento tanto de Carlos V como de Felipe II; los cuales, asimismo, tenían oprobiosos e innumerables enemigos, sobre todo los Capeto franceses y los Tudor de Inglaterra. Las palabras nuevas utilizadas, de forma pormenorizada, serían aquellas de PACIFICACIÓN, POBLAMIENTO Y ASENTAMIENTO. Juan de Oñate escribe al virrey, tras su asentamiento en el territorio de Nuevo México, el Estado de los indios navajos, y plagado de nombres hispanos, tales como Santa Fe o Alburquerque o Las Cruces o Española, etc., entre otros de mayor o menor enjundia. “Aguardé su vuelta y subceso algunos días, y en ellos despaché a mi sargento mayor, al descobrimiento y beneficio de las vacas de Cíbola, hacia el oriente, donde halló infinita multitud d’ellas, y le subcedió lo que en singular relación avisó, él y ellos tardaron tanto, qué por no perder tiempo, luego, en principio de otubre, fundada esta primera iglesia en que se dijo la primera misa a ocho de septiembre”. La presión torticera de franceses y, sobre todo y con más peligro, de ingleses, en las dos vertientes oceánicas del Atlántico y del Pacífico, que serán las tierras de las Floridas y de la California, obligó a que tanto Carlos V como Felipe II indicasen, claramente, a sus virreyes que llevasen la línea de las fronteras más hacia el norte, fomentando la aparición de nuevos asentamientos, ya que de esta forma, y siguiendo el ejemplo de la Reconquista cristiana contra el Islam, se favorecía que los colonos, por la norma jurídica de la presura, defendiesen sus tierras con el mayor esfuerzo posible; no obstante no existían tantos colonos españoles como para tratar de dejar bien claro, incluso manu militari, que aquellas tierras eran españolas, por mor de un documento tan legítimo como era el Tratado de Tordesillas. “En 1578, la penetración de Francis Drake en el Pacífico, a través del paso interoceánico de Magallanes, actuaría como acicate y provocaría la reacción inmediata de la Corona en defensa de los derechos españoles que peligraban, como la seguridad de pobladores y comerciantes del Perú, donde poblaciones como El Callao, Arica o Valparaíso pronto sintieron el aliento del pirata poniendo el riesgo las corrientes comerciales entre el Perú y Panamá, desde donde se prolongaban por el caribe hasta la península ibérica. Tras el expolio de Drake se habilitó una escuadra para salir en su búsqueda. Se había refugiado en una caleta aledaña a lo que sería luego el puerto de San Francisco para carenar su nave, el Golden Hind, cargada su bodega hasta los topes con, los frutos del latrocinio. Allí tomó posesión de esa tierra el 17 de junio de 1579 en nombre de su reina Isabel, bautizando el lugar como Nueva Albión, partiendo a las seis semanas para no regresar jamás y penetrando en el Pacífico para emular la circunnavegación de la expedición Magallanes-Elcano”. La Reconquista, experiencia bélica y sociopolítica única en Europa, tuvo unos efectos sorprendentes entre todos los hispanos, mahometanos y cristianos, ya que el concepto de frontera medieval era incomprensible para las otras monarquías de Europa, que nunca pudieron comprender que, al otro lado de ciertos limes estaban otros sistemas políticos y religiosos, enemigos especiales, que en determinados momentos hasta pactaban o, incluso, se mezclaban. ¡Magnífica! «Igitur qui desiderat pacem, praeparet bellum». Puedes comprar el libro en:
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