“TODO POR LA REVOLUCIÓN”

“El camino del futuro miembro del aparato comienza antes de nacer”, escribe. Cierto, los captaban entre familias afectas al régimen, vehiculándolos hacia el Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú. “Por voluntad propia”, el joven voluntario se inscribe en el Konsomol, la juventud comunista, donde se le incita a mostrarse hiperactivo. Se muestra entusiasta en las convivencias. Colabora activamente en el periódico universitario. Pega carteles en la campaña para las “elecciones” al Soviet Supremo. Ya instituido en un pionero, comienza lo más divertido. El KGB emprende una sutil investigación en torno a su persona, entre sus amigos y allegados. Un día, pongamos en un tren, un simpático viajero “coincide” con él y le va haciendo preguntas jocosas: ¿Qué tiene cuatro patas y cuarenta dientes? Un cocodrilo. ¿Qué tiene cuarenta patas y cuatro dientes? El politburó de Breznev, donde sólo hay vejestorios.

Ya en confianza, comienzan las preguntas capciosas. ¿Qué piensas del arte abstracto? Cuidado con la respuesta: disentir del realismo socialista es alta traición, casi como leer a Savater, ahora también a Félix de Azúa. Una pregunta más: ¿Qué piensas del terrorismo friendly, el que liquidó a Trotsky con un amistoso golpe de piolet? Respuesta correcta: hagamos de la necesidad virtud. Todo por la revolución proletaria.

Concluyo con un axioma del general Mikhailov, al frente en su día de la Escuela de Inteligencia Militar de Novosibirsk: “El trabajo de un periodista y el de un oficial de inteligencia son similares en términos de actitudes psicológicas”.

Le sucedió a Milán Kundera, de quien supimos, al final de su vida, que en su juventud se afilió al Partido Comunista y delató a un compañero de universidad, lo que le costó a éste dos años de prisión. También a Gunther Grass, pero por el lado inverso: en su juventud formó parte de las SS.

“Ahora sé que es imposible revertir la locura del mundo. Ya no cabe más que una forma de resistencia: no tomárselo en serio”. ¿De quién es la frase, de Kundera o de Grass? Paladeo mi Martini dry, y ya sólo pienso: qué inteligente es nuestro Gobierno.

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