Afganistán es el punto de encuentro de las rutas que conducen hasta India o China desde el Oeste, y a Persia, Oriente-Medio y Europa desde el Este. Por todo lo que antecede, siempre fue una pieza muy codiciada por las grandes civilizaciones, ya desde la Antigüedad, pero su clima y su orografía no eran lo mejor y más fácil que podían encontrar sus diversos enemigos para conseguir domeñar a estos afganos. Hasta el perro-lebrel que lleva su nombre es especial y diferente.
«Si bien Afganistán adquirió protagonismo durante el siglo XIX al ser una pieza fundamental en el Gran Juego entre Gran Bretaña y Rusia, lo indómito de sus pobladores ya se habían manifestado en siglos anteriores: Alejandro Magno, en su persecución de Darío III llegó a Bactria y Sogdia no solo para descubrir su incapacidad para someterlas por las armas. Los árabes, en la edad Media, comprobaron lo mismo durante la expansión del Islam. No obstante, será en los siglos XX y XXI cuando Afganistán adquiera un mayor papel en la escena internacional: la invasión soviética de 1978 y la estadounidense de 2001 hará que la mirada del mundo se centré allí. Las grandes potencias (la URSS, Estados Unidos, y “ahora” Rusia o China) han continuado desarrollando un Gran Juego en el que también han participado potencias regionales como Irán o Paquistán, todo ello sin olvidar a los muyahidines, los talibanes o el ISIS. En suma, una Historia turbulenta y apasionante de una tierra que, por derecho propio, se ha llegado a definir como Cementerio de Gigantes».
El libro realiza una rigurosa aproximación a la historia de Afganistán en diversos capítulos. El primero nos aproxima a la conquista realizada, manu militari, por el gran monarca de Macedonia, Alejandro III “el Magno”, quien tras la derrota de su enemigo persa Darío III “Codomano” consiguió, ya que el hecho era inevitable, sojuzgar a las antiguas satrapías persas de los bactrianos y de los sogdianos, que se habían levantado contra el soberano helénico, la guerra fue tan difícil y complicada que el avance del monarca de Macedonia hacia la India se vio, claramente retrasado. En el segundo capítulo los autores, regidos por sus editores, nos acercan a la evolución espacio-temporal entre los imperios de los persas Aqueménidas (siglos VI a IV a.C.) y Sasánidas (entre los años 224 a 651 d.C.).
Este último, es el imperio persa preislámico; además: “Afganistán será sojuzgado sucesivamente por los Aqueménidas, por Alejandro Magno, formará parte del reino greco-bactriano surgido tras la muerte de éste, será el centro del reino de los Sakas (escitas orientales) que ocuparon Afganistán tras el fin del reino greco-bactriano y, tras la destrucción del reino Saka, Afganistán será campo de batalla entre los partos y los Kushan, que ocuparon el país hasta su derrota a manos de los Sasánidas. El dominio sasánida de Afganistán estuvo marcado por el largo conflicto entre los Sasánidas y los Hunos Heftalitas o Blancos, nómadas de las estepas, que se prolongó durante casi dos siglos y que terminó con la victoria sasánida poco antes de la invasión árabe musulmana del Imperio Sasánida”.
En el tercer capítulo, los autores se acercan al Medioevo afgano, época que transcurre desde la invasión de los agarenos hasta la llegada de los mongoles en el año de 1231. Hasta finales del siglo VIII d. C., el territorio estuvo bajo el poder de los califatos, primero el de los omeyas, y luego el de los abasíes; aunque la lejanía de las metrópolis de Damasco y de Bagdad conllevó que los califas tuviesen un interés mínimo en este Afganistán que, por su lejanía geográfica evidente, se le puede considerar casi independiente, serían sus régulos quienes dirigirían a los afganos, hasta la llegada del Gran Khan Gengis Khan, quien con sus hordas de mongoles tomaría el poder. En el cuarto capítulo, ya se nos aproxima a la historia contemporánea, con la desastrosa intervención del Reino Unido de la Gran Bretaña, en el año de 1842.
En este siglo XIX, se está produciendo una implacable y críptica guerra por el poder entre dos Imperios, igual de voraces, el de los británicos y el de la Rusia de los Románov. Ambas monarquías tienen un interés preferente en los territorios del Cáucaso y del Asia Central. Los británicos deseaban y dominaban ya en la India, mientras que los zares de Rusia tenían una apetencia importante sobre Persia. Con este caldo de cultivo, entramos en el quinto capítulo, que trata de la invasión de la URSS, entre 1978 y 1989, para apoyar el gobierno comunista que manda en Kabul, el nombre se las trae, ya que es típico del cinismo comunista antidemocrático, el título fue el de la República Democrática de Afganistán, con su último secretario general comunista, asesinado por los rebeldes, sería Mohammad Najibulá (1986-1992. Castrado y asesinado en 1996) que derivaría en la República socialista islámica unitaria, entre 1987 y 1992. Tras la masacre criminal de los seguidores de Bin Laden contra las Torres Gemelas, los EE. UU de América decidieron intervenir en Afganistán, desde 2001 hasta 2021, lo que será el sexto capítulo. La huida norteamericana que ha dejado al pueblo afgano a los pies de los radicales talibán, es el séptimo capítulo.
El octavo capitulo está dedicado a quienes fueron los protagonistas de la política afgana entre los años 1989 y 2021, señores de la guerra y grupos islámicos están en la narración de este texto. Mujeres y cristianos serán eliminados por estos pseudoestudiantes del Corán, que no aplican nada del aceptable comportamiento ético del Islam, sino todo lo contrario. El noveno y último capítulo analiza como ha quedado el poder y la situación política en las tierras del Asia Central y Meridional tras el ascenso de los talibán en el año de 2021; y sobre todo, lo que representan estas personas para la ralentización o la regresión de la evolución de los afganos hacia una mayor cuota de libertades, ahora total y absolutamente abolidas. Los talibán pertenecen, casi mayoritariamente, a la etnia de los pastum, que han tenido casi nulas relaciones de consciencia sociopolítica con las mujeres, por lo que la situación ha evolucionado a peor. Por consiguiente, recomiendo esta obra, para tener un conocimiento amplio sobre el polvorín afgano. «Honorum populi finis est consulatus. ET. Panem et circenses».
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