Recién terminé la lectura de ILIÓN de Mario Villén Lucena y aún me siento atrapado. Bien cierto es que no uso en mis reseñas calificativos o expresiones como me enganchó, me atrapó desde el minuto uno o desde la primera página, pero en esta ocasión es que ese “atrapado” no es, no viene a significar que no pudiera dejar de leer la novela, por ser tal su intriga, su fluidez, (que también). Lo expreso así porque sin duda, si hemos de convenir que la lectura de la Ilíada tiene su “aquél”, por los versos, por su longitud, por la aprensión o tendencia a determinado “aburrimiento” y ello cuando hubimos de leerla “por obligación”, quizá también mencionar, por qué no, por lo “infumable” de su comprensión al menos en aquellos venturosos años de la juventud, decir que me siento atrapado es sencillamente porque con una pasmosa soltura y sin dificultades léxicas y/o expresiones arcaicas, Mario Villén nos ofrece con su ILIÓN una visión muy directa, veraz, y sobre todo muy actual de aquella historia que el aedo griego Homero plasmase en su Ilíada. Pero, y no lo dejo para más tarde, tengamos presente que la novela de Mario no es la Ilíada, él lo dice claramente, sino Ilión. Podríamos preguntarnos, claro está, antes de leer la novela: ¿y dónde estriba la diferencia? Pues no es una, son varias y bien clarificativas. La primera ya casi mencionada o referida es el lenguaje. Aun pudiendo parecer obvio, considero muy importante esta premisa, la del lenguaje porque no olvidemos que se trata de una novela histórica. Un historiador escribe, cuenta los hechos con el lenguaje de su tiempo, del que vive, un novelista del género histórico se informa, se documenta y en la búsqueda de información y documentación persigue hacerse con el lenguaje, con las expresiones, con los dejes, etc. del tiempo que rememora en su novela. Pues bien, afortunadamente Mario Villén nos describe aquellas batallas narradas en la Ilíada con verbos, con expresiones, con lenguaje, en definitiva, de nuestros tiempos. Aplaudo desde ya su valentía y acierto. Otra diferencia, también mencionada más arriba es lo que nos dice el autor en la sinopsis a los lectores. Esto no es la Ilíada, sino Ilión. Ilión es Troya y Mario Villén ha bebido hasta la saciedad, el antes y el después de los acontecimientos narrados por Homero. ILIÓN es más que la Ilíada, porque como ha referido el autor en determinada entrevista de radio: “No me ciño solo a la Ilíada, también cuento algo de lo anterior, y de lo que sucede después, llegando hasta el saqueo de Troya”. Abunda el autor en dicha entrevista, y esta es la tercera diferencia que, habiendo seguido y respetado el guion básico, “más allá de eso, he añadido, he desarrollado a los personajes más en profundidad, he desarrollado otras historias transversales que complementan ese tronco principal y así he ido conformando una historia más rica y más actualizada, con lo clásico”. Y así es, Mario Villén, igual que ya hiciera con los personajes de su afamado “Nazarí”, ha echado el resto, si vale la expresión, en desarrollar los aspectos psicológicos de los personajes. Aquello de “por su obra lo conocerán”, cobra insignificancia respecto a lo que me estoy refiriendo, porque los personajes de Ilión son harto conocidos precisamente por eso, por sus hechos, por su papel en los acontecimientos, en las batallas ganadas o perdidas. En la novela del pinero (de Pinos Puente), granadino, Mario Villén, los personajes se nos presentan en su faceta más humana, más sencilla, natural y realista. Los presenta como lo que son: personas que tienen sus anhelos, sus ideas, sus sueños, sus sentimientos. Que añoran a sus familias. Que odian la guerra, o como en el caso de Héctor o Aquiles, que ni siquiera la quieren, ni quieren gloria, ni la persiguen. Son los acontecimientos los que los hacen vestir corazas, cubrirse con cascos y tomar lanza y escudo para la defensa y el ataque frente a quien, por otra parte, respetan como rival. No obstante, no son ajenos a lo que a unos y otros les va con ganar o perder batallas, por lo que sus corazones palpitan al lado y al ritmo de lo que va desencadenándose. Si bien la expresión “la madre de todas las batallas” es de cuño o acuñación reciente en la historia, las guerras fratricidas narradas en Ilion son cuanto menos las abuelas, aunque solo sea por la antigüedad. Pues bien, Mario Villén nos propone, aun cuando confiesa que le fue complicado el planteamiento sobre todo porque el punto de partida, el de la historia, está totalmente definido y la gente lo conoce, que con su novela quiere aportar algo novedoso, porque “tampoco, sin aportar nada ¿para qué va uno a escribir una nueva novela histórica? Y sin duda, aporta. A más de todo lo referido con anterioridad, revisa o pone en solfa aspectos tan conocidos y asimilados como si fue o no fue raptada Helena de Esparta. Casi nada la disquisición. Él considera que quizá más que rapto pudiera tratarse de “una huida con cómplice”. Apunta Mario, que Helena, hastiada de su matrimonio bien pudiera haber sido ella quien tomara la iniciativa de que Paris, hijo del rey Príamo de Troya, “la raptara”. En fin, sabido es que, según el poema épico, este hecho fue el detonante para que se efectuara el asedio de la ciudad de Troya por los aqueos, o sea, para rescatar a Helena, esposa del rey Menelao, raptada por Paris príncipe troyano. Después de este hecho se origina la guerra entre aqueos y troyanos. Más aún. Mario Villén también nos hace reflexionar, (lo pone en boca de algunos personajes) que quizá no fuera exclusivamente aquella la causa o casus belli, la del citado rapto. No. Propone y argumenta su propuesta a lo largo de las páginas de "Ilión", que Agamenón, el líder de los aqueos, lo que busca es controlar el comercio de metales, oro básicamente y cobre, para producir bronce, comercio que se hacía a través de Troya, por el Helesponto, con los pueblos del mar oscuro, del Mar Negro. Para el autor esta es la motivación principal, lo político y económico frente a lo doméstico o de violación de alcoba. La narrativa de Mario Villén en "Ilión" goza de frescura, de agilidad, de apasionamiento. Usa de llevar y traer al lector de un frente a otro con relativas cortas escenas. Así, arrancado de la acción última, el lector se presenta en un nuevo escenario que no le es ajeno pues ya lo pisó algunas escenas antes. Ello habla de la agilidad citada, de movimiento constante, de fluidez, como debe transcurrir una novela bien contada, una novela histórica, una gran obra literaria como sin lugar a dudas, y el tiempo lo dirá, es la novela ILIÓN de Mario Villén Lucena. Puedes comprar el libro en:
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