Cuando analizo y estudio el índice de este libro, me quedo perplejo, porque de nuevo se siguen utilizando los tópicos medievales, reiterativos y equivocados, para acercarse a esta ubérrima época de la Historia hispánica. Y, todo ello referido a un momento histórico (abarcando cerca de mil años) que forma parte de mi bagaje e interés preferente y académico, como medievalista que uno es, humildemente, con siete libros publicados (ALFONSO VIII; FERNANDO EL CATOLICO; ALFONSO X EL SABIO; ALFONSO VII EL EMPERADOR; URRACA I DE LEÓN; RAMIRO II EL GRANDE DE LEÓN; LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA). Y todo esto viene a cuento, porque seguimos omitiendo hechos preeminentes, y datos nunca ocurridos, a la luz de las crónicas del Medioevo. Y, más si cabe, en esta obra que se anuncia, y titula dentro de ese fenómeno bélico, sociopolítico y jurídico de primera magnitud en la Europa medieval. Página-80, pasa de puntillas sobre la batalla más importante de toda la Reconquista, que es la de Simancas-Alhandega. Parece ser que Ramiro II “el Grande o el Invicto” de León, Magnus Basileus, estaba allí como figura decorativa. Se repuebla la leonesa Salamanca, se conquista Madrid, y se llega hasta Talavera de la Reina. Hay una constante en este autor, Iván Vélez, que es el vocablo de Castilla, ¡inexistente y anhistórico! en este momento. La titulación de los condes es de Burgos, así figura en la diplomatura de ellos, y siempre reconociendo la existencia del monarca que fuese, en León, como su señor natural; existen condes de Monzón, de Liébana, de Saldaña, etc., ¡y todos magnates leoneses! El Cid Campeador es un condotiero más en la Europa del Medioevo. En efecto, Alvar Fáñez de Minaya pierde la vida en Segovia, ¡pero luchando por la Reina Urraca I de León!, Imperatrix Legionis et Regina tuta Yspanie. En ninguna circunstancia Alfonso VI es Rey de Castilla y León, ya que Castilla inexistente está subsumida en condados dentro del Imperio de León, y mucho menos con esa titulación, ya que sería con la preposición ‘de’. Nunca fue Alfonso VII “el Emperador” rey de Castilla, nombre que no aparece ni una sola vez en su Crónica Adefonso Imperatoris, sino de León; de ahí su titulación imperial inherente a todos los soberanos legionenses. Desde Golpejara, revertida la primigenia derrota castellana de Sancho II, por las malas artes cidianas, Sancho II solo signa como Rey de León, y como tal se autocorona en la Catedral románica legionense. Existe un más que interesante texto del propio soberano, muy esclarecedor: ¡Imperando el príncipe Sancho en Burgos, y mi hermano el Emperador Alfonso en León! Alfonso I “el Batallador” se intitula ¡SIEMPRE! ‘Imperator Legionis et Rex Tuta Yspanie’. La nómina de Spania e ispagnoles aparece en el Rey Alfonso III “el Magno” de León y de Oviedo, con caput regni en la leonesa Zamora, y se refiere al territorio andalusí y a los mahometanos. «La Reconquista se ha convertido en los últimos tiempos en un gran campo de batalla ideológico marcado por visiones interesadas y maniqueas. Esta obra -desde Spania a la guerra de Granada, pasando por Covadonga, Uclés, Las Navas de Tolosa o Sevilla-, no solo narra y analiza con equilibrio y agudeza los sucesos históricos y sus consecuencias en la construcción de la España medieval, sino que además se sumerge en el significado de la Reconquista como mito fundacional y su evolución y utilización hasta la actualidad. Un libro reflexivo y muy necesario para comprender en todas sus dimensiones la magnitud de este decisivo acontecimiento histórico, político y social a lo largo de los tiempos». Página-233. Alfonso XI no es solo rey de Castilla, según figura en su: ‘Crónica de Alfonso el onceno de los Reyes de Castilla y de León’. Titulación del Rey Sabio. ‘Alfonso Rey de Castilla, de León y del Andaluzía’. La Crónica Latina, página-166, indica, de forma sesgada, lo contrario que El Tudense, ya que esa rabia de Alfonso IX “el de las Cortes o el Legislador” está provocado por la poca seriedad de Alfonso VIII en Alarcos, al no esperar la llegada del todopoderoso ejército leonés y del homónimo de Sancho VII de Navarra, que provocó la gran debacle cristiana. Asimismo, existen armisticios de Alfonso VIII con los almohades; el monarca de León debe, sensu stricto, recuperar las plazas legionenses en los Campos Góticos Cuando acaba lo de Las Navas de Tolosa, el Rey de Castilla reconoce el derecho inalienable de su primo. El libro no menciona dos hechos esenciales en la Reconquista, desde el punto de vista jurídico, únicos en Europa: EL FUERO DE LEÓN-1017 por Alfonso V de León y, sobre todo, la Cuna del Parlamentarismo-2013, por el Rey Alfonso IX de León y las CORTES DEL REINO DE LEÓN de 1188. Es indudable que soy un defensor, como medievalista riguroso, del concepto de Reconquista, que nace con la estructura del Ius Romanorum de la presura y la obligación del fonsado. En la página-181: “Fernando fue hijo del rey Alfonso IX de León y de doña Berenguela, primogénita de Alfonso VIII de Castilla. Cuando nació, dos Fernandos se interponían entre él y los tronos de León y Castilla. Por lo que respecta a León, se le anteponía Fernando, hijo del rey leonés y de doña Teresa de Portugal. En cuanto a Castilla, otro Fernando, hermano de doña Berenguela, era el legítimo heredero”. El futuro Rey Fernando III “el Santo” de León (1230) y de Castilla (1212) sería educado, cosa extraña en el Medioevo, por su madre en Burgos o Valladolid, y no por su padre en León como era la normativa del Fuero de los Jueces /Fuero Juzgo de León. En un momento determinado Fernando III “el Santo” de Castilla escribe a su padre, Alfonso IX “el Legislador o el de Las Cortes”, monarca que siempre genera envidias por el castellanismo. Alfonso IX no está de acuerdo con él. “¡Oh padre y señor don Alfonso, rey de León! ¿Qué saña o desventura es ésta o por qué me haces esto tan sinrazón, no mereciéndole yo? Bien parece que os pesa de mi bien y de que sea rey. Pero mucho os debía placer tener como rey de Castilla a un hijo que siempre estará a vuestro servicio y procurará vuestra honra. Y no hay cristiano ni moro que, por temor de mí, no os tema a vos. Así, pues, ¿de dónde os viene esa saña tan viva? Pues de Castilla, de donde antes os solía venir tan mal, no os vendrá en todos mis días sino honra y bien. Os debía venir a las mientes que, donde antes erais guerreado, sois ahora preciado y honrado. Y bien debíais entender que hascéis vuestro daño en el mal que a mí hacéis. Y, si bien lo consideráis, deberíais moderaros en hascerlo, ya que estoy en condiciones de impedirlo a cuantos reyes haya en León. Pero sería cosa guisada enfrentarme a vos, que sois mi padre. Por el contrario, quiero soportar esto hasta tanto entendáis lo que estáis haciendo”. «Benedictus dominus, adiutor meus, qui docet manus meas ad proelium et digitos meos ad bellum». Puedes comprar el libro en:
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