"Los no amados", de Juan Cobos Wilkins

En cualquier caso, vive y reivindica la poesía desde la sugerencia y la paradoja, en la precisión y en el simbolismo más meditado. Al fin y al cabo, como señalaba Roland Barthes, la poesía es lenguaje meditado. Sin duda, su escritura denota a partes iguales un tono intimista y una impronta comprometida, pues no permanece ajeno al mundo ni en la poesía ni en la vida. Compromiso y vitalismo con la edificación del tiempo, la memoria, en suma, las grandes preocupaciones del mundo configuran su discurso poético. Como botón de muestra, por no decir que se trata de una excepcionalidad, Juan Cobos Wilkins habló de su novela El mar invisible con los presos de Huelva, una extraordinaria novela que narra las vivencias de un condenado a muerte que pide como última voluntad pasar la noche con un poeta encarcelado por homosexual que además es un activista político. Por si fuera poco, años después, con el deseo de fomentar la lectura y la lectura, coordinó una iniciativa cultural durante un trimestre en la Prisión Provincial de Huelva. Poesía esencial, pura y auténtica es que la tendencia más certera en la trayectoria poética de Juan Cobos Wilkins. Este nuevo poemario se construye sobre la base de un viaje a lo que llamaríamos el “no amor”, es decir, una profunda reflexión a partir del reconocimiento de la contradicción, única ley que podría con voluntad universal, la condición humana. El poeta metafóricamente lanzaría una moneda al aire que en su caída podría disponer la cara o cruz, es decir, el amor o el desamor o que se me permita disponer el dicho a la inversa, el desamor o el amor. No obstante, existiría una tercera vía, tal sería la del canto, que por ende conformaría el espacio del “no amor”. Un canto rodado, liso, rugoso, imprevisible que toma caminos casi clandestinos. En gran medida, el tradicional verso y recto, anverso y reverso, encuentra en su esfera más aparentemente diminuta un amplio abanico de posibilidades líricas. Manuel Rico en la esclarecedora presentación que figura en contraportada, nos señala con tanto acierto como elegancia, una certeza: “En Los no amados, Juan Cobos Wilkins, consolida su trayectoria como poeta extremadamente singular y sintetiza en sus versos la profundidad de la reflexión con una expresión ágil, directa y, a la vez, cargada de lirismo, de temblor emocional y estético, de vida. Se trata de un viaje a la experiencia del ‘no amor’, algo que, como el propio poeta ha reconocido, no cabe identificar con el desamor, sino que intenta responder a una pregunta no exenta de misterio:¿Qué vive al otro lado de la relación amorosa, en su reverso?No el vacío, sino una compleja urdimbre en la que el dolor y el placer, la memoria y el olvido, la luz y la oscuridad, conviven extrañamente con la lucidez y la ensoñación, una realidad a la que solo el poema puede dar sentido y forma mediante la palabra”.

Ciertamente, para dar forma a todo este entramado, el poeta dispone el poemario en 3 partes, “Los no amados” un largo poema que secuencia en varios fragmentos cuando no esquirlas, donde la disyuntiva marcará el ritmo primordial de un grito que se moldea con el imperativo, una singular disposición tipográfica y un énfasis simbólico que se traduce por los efectos del oxímoron: “haz memoria, repite/una y mil veces/ateo dios con alzheimer,/mi nombre:/tu nombre/repetido en el nombre de todos los no amados,/porque la vida llega/y nadie está”. La segunda parte se titula “1+1=0”, un todo de 32 composiciones que presentan el amor y a sus representantes en contextos, materias y fórmulas en unan suerte de esperanza interdisciplinar que comienzan con el poema “Los amantes perfectos” para desembocar en “Los examantes amantes”. A mi humilde entender, el poeta discurre entre la tradición clásica y el dominio vanguardista, con apuntes a sus referencias literarias más influyentes, sea la generación Beat, Kerouak, Burroughs, Ginsberg, la literatura francesa, Proust, Verlaine, Rimbaud, la esfera Passolini, Pavese, o el ámbito nacional con Lorca o Gil de Biedma, sólo por citar algunos nombres. El lector podría percibir la voluntad poética de nuestro autor como un diálogo con el tema central de la poesía, es decir, el amor que, como otros entornos y situaciones no es un único todo sino un todo de únicos aconteceres, de formas diferentes con estancias para recurrir a la pasión y al sufrimiento, a lo místico y a lo profano, a lo singular y a lo universal. Un poemario que no está exenta de ironía. Ironía inteligente, sutil, elegante propia de un poeta que bucea en la cotidianeidad más asombrosa y la madurada originalidad de su escritura poética. El poeta nos lo expresa con mayor belleza: “Auscúltate/como el mago que usa un caleidoscopio/para explorar la cristalización del sonido del alma/a quien,/en el alma,/no cree”. Finalmente, la tercera parte, titulada “In nomine” nos remite inevitablemente a la fórmula trinitaria (in nomine patris et filii et spiritus sancti), tal vez, para reforzar esa imagen tripartita de anverso, reverso y tercera vía de la que partíamos, es un poema río que sigue los ajustes de la belleza, la desnudez de los amantes, los secretos armónicos, las deshoras, lo inmarcesible, el deseo, un espacio donde se produce la fusión y la confusión. Terminará el poemario con esa consideración “tanto amor/que por sublimación contiene sin ahogarse el amado./El no amado”.