Diez milloncejos son calderilla si lo comparas con la deuda catalana, pero te recuerdo que has tenido que ahorrar tacita a tacita la pasta que te reclama Hacienda, para que el Gobierno Vasco la despilfarre con estos “genios” del vanguardismo conceptual. Y eso no es lo peor. Lo que de verdad me toca las narices (y otros órganos vitales) es la frívola estolidez con la que llamamos genio a cualquier farsante que se pasee por la memoria histórica y colectiva del mundo del arte.
Hay varios niveles de impostura en el Olimpo de los elegidos. Pero utilicemos correctamente la semántica. Verbigracia: Picasso no era un genio. Picasso era un comerciante genial, que además chuleaba a sus aduladores. Su célebre frase: “Un pintor es un artista que pinta lo que vende” (O sea “lo que se vende”) Está considerado el “artista” más prolífico y veloz del mundo. Pintaba no menos de cuatro o cinco cuadros diarios. Y como teníamos pocas “obras geniales” a las que rendir pleitesía, parió la abuela. Ha aparecido una pieza inédita suya pintada en 1956 titulada “Niña saltando a la comba”. O “Niña haciendo un corte de mangas”, da igual. Cerrando así el glorioso 50 aniversario de su muerte. Hay más pardillos que botellines, tío. Pero con la que se nos viene encima, se nos van a quitar las ganas de gilipolleces.
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