¿Se puede construir un espacio que genere alegría? ¿O simplemente será un refugio para evadirse de realidades que nos amargan la existencia?
Imaginemos una Alegría Station, un rincón de las sonrisas, un espacio donde se generen buenas sensaciones, donde, todos, por el simple hecho de estar allí, aguantaran los recuerdos, malos, las dudas que nos hacen temer, las sombras que manchan nuestras relaciones personales.
Eso se imaginó, creo, Elena María Sánchez, la autora de este “survival” donde hay que pervivir intentando traer los sueños a nuestra cotidianidad, para poder estar en paz con nosotros mismos y con los demás.
El escenario se convierte es una especie de Taller de Autoayuda, de plató de concurso de televisión, de pantalla cinematográfica, de escuela para la alegría, donde los espectadores también toman parte en el asunto. Lo dirige, a modo de coach experimentada, Natalia Menéndez que imprime ritmo a cada personaje, situación, acción, donde solo dos intérpretes, Ximena Escobar Mejía y Leonardo Echeverri, que también han participado en la idea original, cambian de vestuario, de personajes, conducen con palabras y actitud la necesidad de que debemos ser conscientes de que la alegría es más que necesaria, es vital, y no debe ser ficticia, ni utópica, ni pretenciosa para lucimiento personal, sino para ofrecer a los demás como un regalo de escasas propiedades y de mucho valor interior que repercute en los demás.
No hay que confundir alegría, con felicidad, ¿o sí?, con confort, con humor, que también, con satisfacción, quizás sí, con la apacible serenidad de encontrarse a gusto.
Alegría Station, el prodigio de vivir, anhelar el bienestar, encontrar el optimismo por encima de todo, ir hacia el futuro queriendo que nos pertenezca y no que se lo lleven otros.
Decíamos al principio que en un momento puede cambiar nuestro estado de ánimo, dependiendo de las circunstancias. Y un buen día lo puede joder cualquiera. Esta es la esencia del espectáculo, que a pesar de avatares, de golpes imprevistos, de giros de viento, de pájaras ignotas,… no debemos hundirnos en el callejón oscuro de las tristezas y las depresiones.
Siempre hay una rendija de luz. Lo vimos durante la pandemia, en la que hubo mucha gente que le sacó partido positivo a lo mal que se estaba pasando. Siempre hay que tener la capacidad de la sorpresa, traducida en alegría, no caer en las trampas de la perdición y la desidia. Porque la vida es hermosa y el esfuerzo merece el cansancio.
Y fueron felices, no comieron perdices, pero se les puso una sonrisa en la boca.
FICHA ARTÍSTICA
De Elena María Sánchez
Idea original: Natalia Menéndez, Ximena Escobar Mejía y Leonardo Echeverri
Dirección: Natalia Menéndez
Con Ximena Escobar Mejía y Leonardo Echeverri
Diseño de espacio escénico y vestuario: Elisa Sanz
Composición musical y espacio sonoro: Mariano Marín
Diseño de videoescena: José Eugenio Montoya
Una coproducción del Teatro Español, Teatro Azul, Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo en Bogotá y Pérez & Goldstein
Espacio: Naves del Matadero (Teatro Español)