¿A qué momento histórico nos llevan estos idus de enero? Al año 121 antes de Cristo. Roma triunfaba en el exterior en todas sus guerras (habían caído Cartago, Numancia, Grecia…), pero en el interior empezaban a crecer tensiones sociales que estaban a punto de desembocar en un estallido de violencia. ¿Por qué elegiste este momento? Es una época menos tratada en novela histórica que el Imperio, pero me resulta más atractiva porque la vida política era mucho más intensa. Había competencia entre los miembros de las élites y una libertad de acción y palabra que con los emperadores quedaría muy reducida. Eres profesor de griego, la pasión por ese tiempo histórico se te presupone. ¿Qué te llama de esa época? Siempre me han atraído los lugares y los tiempos remotos y las culturas exóticas. Cuando hablo de tiempo remoto me refiero tanto al pasado como al futuro: me encanta la ciencia ficción ambiciosa. De esta época en concreto me llaman la atención las contradicciones de esta Roma grandiosa y a la vez mezquina, valiente y rastrera, opulenta y miserable. Una ciudad desmesurada, una época irrepetible. Pero has frecuentado otros géneros literarios. ¿Miedo al encasillamiento o necesidad de contar historias distintas para públicos diferentes? Más que por el público, cambio de género según el argumento y, sobre todo, los personajes. Aunque siempre busco elementos comunes: que esos personajes sean atractivos, que a los lectores les importen sus aventuras y desventuras y que la trama tenga elementos de intriga para obligar a pasar una página tras otra. Aunque sean las dos de la madrugada… ¿Qué papel tienen las mujeres en tus novelas? ¿El que tenían en el tiempo histórico real? ¿O hay, dados los momentos que vivimos, una necesidad de potenciar su presencia? No me planteo a las mujeres como personajes diferentes de los hombres. Cada una es tan individual como lo son ellos. A veces son personajes positivos, a veces negativos, a menudo se mueven en claroscuros… Lo que intento es no caer en el anacronismo por seguir ciertas modas. No hay senadoras, ni legionarias, porque no las había entonces. Lo cual no significa que no hubiera mujeres poderosas de otra manera. ¿Cómo se crea un mundo literario como el tuyo? ¿Cómo generas la cohorte de personajes que rodean a los protagonistas? Todo suele partir de un núcleo reducido de protagonistas. A partir de ahí, es como la pequeña luz que aparece en La historia interminable cuando Bastian se traslada al mundo de Fantasía: esa luz crece en círculos concéntricos y va alumbrando y creando al mismo tiempo tanto los lugares como los personajes que moran en ellos. En cierto modo, mi labor como autor es contemplar cómo se despliega esa creación y después reflejarla con palabras. Eres autor de varios ensayos históricos. Entiendo la diferencia entre el ensayo y la ficción, pero me pregunto cuál es más útil para contagiar la pasión por ese tiempo… Eso depende de cada lector, lógicamente. Conozco algunos aficionados a la historia que no ven con buenos ojos la novela histórica. Pero, si hablamos en general, creo que una buena novela puede resultar más eficaz, sobre todo con lectores más profanos en la materia. También has publicado fantasías mitológicas, y ucronías. ¿Te importa la etiqueta? ¿Cómo lidias con la necesidad de encasillar las obras narrativas? No me importa demasiado que me etiqueten, siempre que tenga la libertad de cambiar esa etiqueta en futuras novelas. Al fin y al cabo, todos tenemos la necesidad de organizar y catalogar para enfrentarnos a una realidad que es tan compleja y abigarrada. Alguien dijo, defendiendo la vigencia de Shakespeare, que no da respuestas, se limita a mostrar cómo funcionamos. ¿Te representa? ¡No me atrevería yo a compararme con Shakespeare! Pero es una buena forma de describir lo que intento. Me recuerda a lo que se decía sobre Sófocles y Eurípides. El primero representa a los hombres como deberían ser, y el segundo como son en realidad. Me apunto a lo segundo… aunque es inevitable que a cualquier escritor se nos escape algo de lo primero. Puedes comprar el libro en:
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