Fernanda lleva publicados 15 libros, 3 de poesía, otros 3 de cuentos, dos libros escritos a cuatro manos y, la experiencia ha sido positiva. El resto son novelas, tan cortantes como los cuentos que se incluyen en este volumen. “Nación Vacuna” y “Sulfuro” han sido publicados por su editorial española. La autora está a medio camino entre las dos orillas del Atlántico. Pasa largas temporadas en uno u otro continente. Ahora está escribiendo cuatro libros a la vez de diferentes géneros; hay que recordar que ella viene del teatro, lo importante es escribir, expresarse “Voy detrás del lenguaje, no del género”, afirma con acento porteño, matizado por el mucho tiempo que pasa en nuestra península.

Para ella, “cada género es un terreno diferente, aparentemente, y con su propia velocidad. Yo quiero encontrar la palabra justa para cada cuerpo, para cada estilo”. Y lo consigue. Su expresividad lingüística tiene muchos matices. En cuanto a su manera de escribir, puede parecer algo caótica, pero no lo es. “Voy improvisando según van apareciendo una frase, un paisaje mental o una imagen”, dice. Lo que sí hace en todos sus relatos es no detenerse en las descripciones de los lugares, prefiere detenerse en las hipérboles del lenguaje. “Llegué a la máxima en el relato Persona en alquiler, donde la protagonista alquila su vientre para tener un hijo de una pareja de homosexuales, antes se lo había propuesto su hermano. “Eso es la máxima hipérbole. Llevarlo al extremo. El vientre como espacio alquilable. La ciencia nos permite en la actualidad cosas que antes sólo podíamos imaginar”, sentencia con decisión.

“La literatura es eminentemente visual”

Otra de las cosas que nos llama la atención es el título del libro. “Lo del tacto es el primer mal entendido. Cuando se habla de tacto, se habla de conocimiento. La literatura es eminentemente visual, se describen espacios, colores; después se encuentra el olfato y el oído, el tacto queda en un segundo plano. El tacto no tiene moral. Siempre lo relacionamos con lo erótico, pero va mucho más allá”, argumenta con precisión de narradora.

Se puede dar la palabra y también quitar

“El libro, para mí, es el objeto perfecto. Y el tacto es muy importante. Me gusta sentir el libro en mis manos, llego incluso a olerlo. Todos los sentidos entran en juego. Muchas veces, leo en voz alta, es más podría decir que escribo en voz alta. También puede llegar a ser un veneno. La palabra lo es. Es algo que te infecta. Duele más que muchos actos”, elucubra Fernanda sobre el poder de la palabra. “Se puede dar la palabra y también quitar”, señala. Es otra forma de tocar.

Casi todos los relatos de “Teoría del tacto” están escritos en primera persona. Tanto del femenino como del masculino. “Para mí, es fácil meterme en la piel de los personajes, tanto mujeres como hombres porque donde realmente me meto es en sus voces, no en sus cuerpos; digamos que habito una voz, me meto en su conciencia. Creo que no somos tan distintos las mujeres de los hombres. La cabeza no tiene sexo; por lo tanto, no me resulta complejo adoptar una u otra voz”, elucubra la autora argentina. “Como vengo del teatro, me cambio la chaqueta con facilidad, tengo pericia para la ventriloquía metafísica que me habilita a decir cualquier cosa”, añade con humor.

De todos los relatos que conforman el libro de Fernanda García Lao, sólo uno es autobiográfico, el que cierra el libro “Mis dos hemisferios”. “Me genera mucho pudor escribir cosas sobre mí. Procuro mantener la distancia y ser lo más objetiva posible”, explica y agrega “cuando el yo no es mío lo subjetivizo”.

A la autora argentina, la gusta jugar con el lenguaje y las voces. “Escribí mi novela Sulfuro en segunda persona, el protagonista no tiene voz, se cuenta a sí mismo lo que está haciendo. También suelo escribir los diálogos sin signos de puntuación. Tengo cierta influencia de la poesía experimental de Pizarnik. Me gusta que la lengua tenga un estado salvaje y novedoso”, sostiene Fernanda.

Ya no hay nada sagrado en este mundo

También cree que el ritmo es fundamental en sus relatos. “Siempre busco que cada personaje tenga una dirección propia y que convivan protagonistas muy diferentes entre sí, unos son más precisos, otros serán más desbordados. Mis espíritus pasan de mi cabeza a las páginas de los libros. “Ya no hay nada sagrado en este mundo”, señala la escritora.

Para finalizar, hablamos de los títulos de sus libros. “Algunas veces empiezo a escribir con el título ya decidido, otras veces me surge durante el proceso de escritura. No tengo una regla fija. No utilizo moldes para mi literatura, procuro que siempre sea diferente y no repetir la misma fórmula una y otra vez. Lo que sí me gusta para mis relatos es tomar escenas de la vida cotidiana, pero fijándome en lo extraño. No busco la excepcionalidad sino la excepción a la regla”, concluye Fernanda que está trabaja según le pide el cuerpo.

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