- Cuando la luz del sol te ilumina, eres tonta si te apartas.
- Esa es una bonita frase, Vani, que seguro que has copiado de alguna película, pero ¿quién te asegura que mañana volverá a salir?
- Ya entiendo por qué tus amigos te llamaban “Leoncio”; porque siempre ves la parte positiva de la naranja. Y luego me dirás que las estrellas nacen del caos. Eso es lo que tú tienes en esa cabecita loca de rizos enmarañados.
- No me jodas tía, que los que ven sólo soluciones es porque no tienen toda la información. Mejor vivir en la ignorancia y no encender la tele ni para asustarse con las noticias. Podemos abandonar la incertidumbre obteniendo respuestas con los medios que tenemos a nuestro alcance, pero a veces es mejor vivir en la “ignorancia motivada”, como dice la psicóloga Valeria Sabater, cuando no queremos conocer el por qué de unos hechos concretos. Te genera aún más ansiedad, si cabe, cuando te hablan de las causas.
- ¿Conocer los polvos que dieron lugar a estos lodos?
- ¡En efecto, mente abierta! ¿No les pasa a los negacionistas? Un suponer.
- ¿Te refieres a los del pesoe ese y la izquierda progre? Ahí no veo solución ninguna. Están gilipollas los que nos llevan al precipicio, pero los que no quieren enterarse, están aún peor. Es la única manera de que sus creencias y principios no se tambaleen ante las tropelías que cometen los descerebrados que ha elegido el pueblo soberano. Hace años vi una pintada en una pared del metro que no he olvidado: “diez mil millones de moscas no pueden equivocarse. ¡Come mierda!
- ¿Quieres decir, Vani? ¿que la mayoría también se equivoca?
- La mayoría y la minoría, tía. Este país está lleno de mujeres y hombres de puta madre, inteligentes, trabajadores y coherentes. ¿Y sabes lo que está ocurriendo? Que cuatro putas/os ignorantes, indocumentados y vagos están obligando a tirar de la picaresca a los listos para defenderse de algunas locas que no tienen nada que ver con mi género.
- No vas a defender ahora a los hombres que nos han tenido sojuzgadas, menospreciadas, sometidas, esclavizadas y usadas como felpudos tantos años. ¡Que te desconozco, tía!
- No te pases joder, que no voy por ahí y jamás defenderé lo tiene que ver con el maltrato y la violencia sostenida que no para ¡La situación está para mear y no echar gota! ¡Y no es por Rubiales!
- ¡Hasta la higa me tienen con el tema! Yo soy feminista antigua, Vani, y entiendo tu descojone. El muy jeta, no sabía que antes de atizar el ósculo a la dama jugadora tenía que haberse cambiado de sexo registral. Hasta tres veces puedes hacerlo, en el término de dos años, con la Ley Trans de la señora Montero. Sólo es necesario «la libre declaración de la persona sentida» y rellenar el formulario que te ponen en las narices. En menos de cuatro meses te lo solucionan sin médicos, psiquiatras ni consentimiento paterno, léase mayormente de la madre, un suponer. Rellenas la solicitud y dices que ya no te sientes tío. Te llaman a una charla y tú erre que erre, ¡Qué no me siento tío! Y ante la persistencia de tu determinación, te lo arreglan en un plis plas. ¡Tantos asesores y Rubiales no lo sabía!
- ¿Y pasados unos meses afirmas que hay reversibilidad?
- Cómo te lo cuento, colega. ¡Qué yo quiero ser tío! ¡Qué me siento macho! Pues otra vez inicias el proceso de cambio cuando pasen seis meses. Y así hasta que llegue una clarita y se acabe este mamoneo.
- ¡Pero a estos iluminados que han puesto esto en marcha alguien tiene que haberles dao una pedrá en la frente!, digo yo, porque no entiendo el desatino ni tampoco que la sociedad trague con tanta gilipollez.
- ¿Qué te decía antes? Mejor la “ignorancia motivada”, si no quieres parar de llorar desde que te levantas por la mañana, porque se te caen los pelos del sombrajo. Fíjate lo que tiene que ver esto con la identidad sexual que defienden. Las cifras de cambio de sexo en el Registro Civil se han disparado desde la aprobación de la Ley; según el Ministerio de Justicia, en 2022 fueron 1.306 personas. ¡Más de tres al día! ¡Una absoluta burrada! No te hablo del crecimiento que supone con respecto a los últimos años, porque da miedo y vértigo. Y mira que lo avisaron…
- Y los que más se cambian de sexo registral son los tíos, supongo…
- ¡Ya te digo! Quien hace la ley hace la trampa y es una manera de defenderse en la actualidad. Hemos pasado de un país de machos ibéricos a uno de acojonaos. ¡Y cómo les entiendo! Pobres criaturas.
- Pues digo yo que también en los centros de salud estarán asombrados cuando llegue una tal Mari Pili García con problemas de próstata.
- ¡Ya te digo! Si no fuera porque la enfermedad puede acarrear disgustos serios, se partirían el culo los doctores.
- ¡Joder! ¡Imagínate que el Manolo Pérez, que estrena carnet con el nombre de Aitana, viaje con su mujer a la República Unida de Tanzania y la abuela de su mujer pretenda, con las colegas de su tribu, que son las que mantienen las tradiciones más horribles, hacerle una ablación!
- Pues se queda sin pinganillo a la primera de turno, pero no hables de MGF (Mutilación Genital Femenina), que todavía hay veintinueve países en África -sin contar Oriente Medio, algún país de América Latina y Europa del Este, América del Norte, Australia y Nueva Zelanda, y otros donde, en poblaciones migrantes, arraigan prácticas ancestrales-, en los que ciertas comunidades siguen practicando esa aberración a las niñas antes de los quince años.
- Seguro que por esos lugares no se pasean las que hacen la vida imposible a los hombres, y mira que tenemos todas tarea por delante para defender, todavía, causas que violan la integridad física y psíquica, de la mujer. Sacan la lengua a bureo donde no deben. Y joden la sociedad y la convivencia.
- ¿Tú te sientes mujer?
- ¡Cien por cien! Y me gustan un huevo los hombres, ese sexo débil…
- ¡Ahí me has dao, tía!, ¡Ahí me has dao! Me pasa igual que a ti…