Su lema o motivación, vendría a ser “ya que totalmente nos vamos, gocemos de la vida”. Que no deja de ser un eufemismo, nos vamos, por morirnos, porque sí, querámoslo o no, todos nos vamos a morir.
Pero ellas, La Flaca, la Pelona, la Llorona y la Calaca, venidas de México, se supone, son las anfitrionas que en un teatro de lo sensorial, nos incitarán a probar el tequila, a mirar estando a oscuras, a sentir el hielo en el cuello, a tocar al espectador que tenemos al lado, (de buenas maneras, no pongan el grito en el cielo), nos cantarán rancheras y pedirán que las acompañemos, tendremos que sentir la sensación de lo que es un enterramiento, un transitar hacia otra vida, recordar a nuestros seres queridos que, siempre, nos han dejado un legado, a oír los sonidos de un reloj (el del tiempo) que no existe. Ellas son Laura de Casas, Rocío Herrera, Guadalupe Marcote y Lidia Rodríguez, que quitarán parafernalia obituaria y tensión en momentos tan críticos.
Por lo que sé, es cierto que en México, la muerte es motivo de celebración, aun con la pena en el corazón, porque llegan a festejar la muerte vistiéndola de catrina o degustándola en alfeñiques; es un tema de inspiración para todas las manifestaciones artísticas, pero también es tragedia que siembra un miedo completamente racional.
En esta Cantina, donde nos sentamos con los pies descalzos ante unos platos que se han roto, descubrimos esa distancia que nos separa de su cultura a la nuestra, pero nos hacen encontrar el consuelo. Nos incitan a abrir nuestras percepciones, y nos hablan, en un juego de palabras del polvo que seremos, del polvo que nos quedaremos con ganas de echar, del polvo enamorado de Francisco de Quevedo.
No solo participa en este montaje la vista y la comprensión textual, también los suspiros y los silencios, la alegría de estar vivos, los deseos ocultos e indefinidos, la esperanza de que en otra vida seremos más nosotros mismos.
No es una cuestión de fe ni de religión, me atrevería a decir que tampoco de costumbres o creencias, cada uno tiene una manera distinta de hacer los rezos.
Lo que nos vienen a contar en esta performance peculiar e interactiva, es que el cuerpo perderá su apariencia, nuestra figura serán solo huesos, y que el tiempo vendrá a buscarnos cuando lo considere, sin atender a estatus, es decir, que nos perderemos en una extensa llanura debajo de la tierra, que nos marcará para que sepamos disfrutar de la vida, ahora.
FICHA ARTÍSTICA
La Cantina
Compañía: Teatro en el Aire
Dramaturgia: Rocío Herrera y Lidia Rodríguez
Dirección: Lidia Rodríguez
Intérpretes: Laura de Casas, Rocío Herrera, Guadalupe Marcote y Lidia Rodríguez
Fechas: 1 al 10 de septiembre
Espacio: La Parcería (calle Martín de Vargas, 13)