Todo se ha consumado, vacaciones de verano, la Semana Grande, la elección de la Mesa del Congreso, Tamara y su luna de miel. Por cierto, ha vuelto feliz. De momento no sabe si está embarazada. Dice que el Onieva se ha portado como un jabato y lo han intentado a saco, pero la preñez será cuando Dios quiera.
Ya te digo que Dios ahora mismo está “on fire”, saturado, agobiado, kaput. No da abasto. El cotarro se le ha ido de las manos. Hace solo unos días el planeta ha llegado a los ocho mil millones de bocas que alimentar. Es verdad que todo pasa y todo queda y lo nuestro es pasar. Pero joder, que cada cual espere su turno y vamos a pasar con un poco de orden. No se puede pedir a tontas y a locas. Ahora quiero un novio, ahora quiero un hijo y después que me toque el Euromillón.
Hay prioridades en las peticiones, tío. Tamara no puede tener privilegios por ser marquesa ni Eva Amaral por enseñar las tetas. Dirás que la intención de las dos es buena. Pero las intenciones no son suficientes. Tampoco es suficiente que un acto sea bueno, tiene que ser justo y eficaz. Lo demás, en el caso de Tamara, sería un gatillazo y ahí no voy a entrar. Y en el caso de Amaral, lo que sí te digo es que su intención es muy woke, infantiloide y cerril. Lo justo, ejemplarizante y meritorio sería quedarse en top less en Afganistán. Las playas del primer mundo están llenas de tetas al aire. Recuerda que sin tetas no hay paraíso. Y el infierno está empedrado de buenas intenciones.
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