¿Qué habría pasado si...?

En "Un punto azul en el Mediterráneo" nos encontramos con dos generaciones unidas por un hilo conductor: el amor y la redención.

Sí. En la novela narro una relación entre una abuela y una nieta, que crece y se fortalece, a medida que juntas van curando las heridas del pasado. Una abuela, Marina, que es la encarnación del deseo de vivir en paz consigo misma, pero una devastadora revelación trastocará su vida; y una nieta, Alma, que vuelve al pueblo de su infancia estival, Palamós, para buscar la paz interior junto a su abuela.

Sin buscarlo, la vida le ofrece a Marina una segunda oportunidad para perdonarse. Para Alma, entender a su abuela la ayudará a transitar por su propio duelo: la ruptura sentimental de un amor no correspondido con una mujer.

¿Cuál fue la idea inicial de esta novela?

En todas las familias hay un miembro que desencadena la posibilidad de una historia… Una de mis abuelas, sin quererlo, me puso en bandeja esa posibilidad.

Un día, en una comida familiar, mi abuela desveló a la familia un secreto, que a mí me resultó fascinante: en su juventud había tenido un novio alemán que le había pedido matrimonio. Él debía volver a su país para alistarse al ejército de la Wehrmacht, donde se formaba la élite nazi. Mi abuela rechazó la propuesta, pero no porque él fuera nazi (pues en esos momentos se desconocía la relevancia de ese término), simplemente ni se le pasó por la cabeza abandonar su vida en Cataluña ni a su familia.

«¿Qué habría pasado si mi abuela no hubiera rechazado esa propuesta?». Un punto azul en el Mediterráneo responde a esa vieja cuestión, que muchos nos hacemos a lo largo de la vida ante ciertas situaciones.

Entonces se podría decir que hay un poco de realidad dentro de la ficción.

A partir de esa idea todo el resto es ficción, puesto que la respuesta a la pregunta que yo hago trastocará la vida de sus protagonistas. Mi abuela se difumina y da paso a un personaje completamente diferente. Lo que hay de realidad en el libro son los hechos históricos y algunos de los personajes secundarios que formaron parte de esos hechos. También es cierto que yo he volcado emociones personales y pequeñas historias de la familia que han ayudado a dar veracidad a la historia, pero el resto es fruto de la invención.

¿Cuánto de usted y su abuela hay en Marina y Alma?

Un día, mientras desarrollaba la novela, me di cuenta de que había volcado características de mis dos abuelas para construir a Marina. Mi abuela paterna, la que vivió ese momento vital, por su carácter nunca hubiera sido Marina, sin embargo, hay ciertos rasgos de ella. En cambio, mi abuela materna tenía una personalidad arrolladora y de ella emergieron muchas pinceladas para construir el personaje.

En cuanto a Alma nunca pensé en mí para crearlo, todo lo contrario. Puede que sea fruto de algunas de mis emociones, pero lo mismo ocurre con el resto de los personajes. Al final, los personajes son los que se apropian de la historia. Lo que si tengo en común con Alma es que yo también viví una relación cómplice con mis dos abuelas. Con mi abuela materna viví mis largos veranos de infancia y adolescencia en Donostia-San Sebastián, los inviernos eran para mi abuela paterna y algunos veranos también en Palamós. Mis abuelas representaban para mí el amor incondicional, la libertad, la empatía y la complicidad. Sí, de una manera inconsciente me he servido de esta relación tan especial para poder viajar a un pasado que, de alguna forma, a ellas les tocó vivir. Por eso, el libro es un homenaje a mis dos abuelas, ellas fueron y han seguido siendo mi punto de luz.

Como curiosidad, ¿qué opinión tiene su abuela de la novela?

Desgraciadamente, ninguna de las dos vive, pero estoy convencida de que a las dos les hubiera encantado esta historia y, de alguna manera, ser protagonistas de ella. Creo que se hubieran sentido muy orgullosas del libro.

La historia es muy emocionante. ¿Escribirla también lo fue?

Mucho, recuerdo el día que la acabé. Miré a mi mujer y me puse a llorar. Fue fruto de muchas emociones, pero también la historia me cautivó. Entonces, creí en ella y supe que debía publicarla. Ahora mismo, rememorando esos momentos vuelvo a sentir la misma emoción como cuando coloqué la palabra “Fin” en el manuscrito.

Tengo entendido que este libro la salvó durante el confinamiento.

Sí, en aquel tiempo de reclusión escribir esta novela fue mi salvavidas. Esa pulsión de la escritura me ayudó a transitar por esos duros momentos.

Vivir la pandemia también me ayudó a escribir esta historia que sucede entre guerras. Más allá de todo lo que investigué durante ese tiempo, fueron las sensaciones, las emociones que vivimos todos en ese momento de confinamiento las que me ayudaron a meterme en el relato. De pronto, nos recluían forzosamente en casa, había toque de queda (que no se había dado desde la Guerra Civil española). Nos acechaba un peligro que no controlábamos y teníamos tanto miedo que hacíamos largas colas en la calle para comprar papel higiénico, los supermercados comenzaron a quedarse vacíos… No llegamos a pasar hambre, pero sí vivimos esa percepción de escasez, de inseguridad. A ello, se añadía la ansiedad personal generada por el desconocimiento sobre esa enfermedad tan contagiosa que mataba… Nos aislamos… Algunos nos recluimos voluntariamente durante meses, yo lo hice durante ocho meses, que me sirvieron para acabar la novela…

Un punto azul en el Mediterráneo nos habla de un amor pasado y uno presente, ambos marcados por el duelo interior ¿Le ha gustado escribir ambas tramas por igual o tiene alguna preferida?

Me inclino por el amor que fue, por eso toma el protagonismo en la novela. Un amor de adolescencia imposible, que se vive con todas sus consecuencias y que jamás se olvida. ¿Quién no ha soñado con un amor así?

Se trata de un relato con muchas capas. ¿Qué fue lo más complicado del proceso?

Dejar de documentarme, ponerme delante de la hoja en blanco y comenzar a escribir. Hasta ese momento, cuando me encargaban un libro, tras un largo período de documentación, tenía las ideas claras y lo plasmaba rápido sobre el papel. En el caso de Un punto azul en el Mediterráneo, fue como armar un enorme puzle: iba colocando las piezas, al principio de manera desordenada, inconexa, hasta que empezaron a encajar las piezas y fui descubriendo las tramas, los personajes, los conflictos…

Y la reconciliación, ¿qué papel juega en su novela y en la vida en general?

La reconciliación es vital para una relación de amor duradera. En este caso, los protagonistas se enfrentan a un período de enorme sufrimiento. Es una batalla entre los personajes para ganarse el amor del otro, su reconciliación con el otro…

Es una oda al amor, la esperanza, la valentía, la redención, pero también es una resistencia valiente contra la pérdida de la identidad, la dignidad del ser, la traición, de cómo superar el dolor sedimentado, para poder perdonarte y perdonar.

Un punto azul en el Mediterráneo es una novela sobre cómo el pasado más cruel nos asalta y sobre cómo al mirarlo de frente podemos salvarnos. En definitiva, se trata de una historia de transformación, de aprendizaje. Solo el tiempo nos da la posibilidad de escuchar a la otra parte sin dolor.

Pone sobre la mesa una verdad ineludible: nadie puede esconderse de sí mismo para siempre.

Sí. Abuela y nieta viajan hacia un tiempo entre guerras para exorcizar los fantasmas del pasado y cerrar viejas heridas. Un viaje transformador en busca de la verdad.

En esta historia de amor hablo sobre la importancia de ser uno mismo; sobre la angustia de dejarse arrastrar por los acontecimientos y el valor intrínseco de mirar de frente al dolor, comprenderlo y perdonar.

Escritora, periodista, publicista, antropóloga e historiadora, además de guionista. ¿Sigue siempre el mismo proceso creativo en cada uno de sus trabajos o es diferente en función de lo que tenga entre manos?

Comienzo a darme cuenta de que sigo un proceso creativo similar en cada uno de mis trabajos, aunque el resultado sea muy distinto. Cada proyecto, sea cual sea su naturaleza, plantea una cuestión o un dilema a resolver. Como antropóloga e historiadora, tengo la manía de indagar sobre aquello que tengo entre manos, de cuestionármelo todo y cuando he trabajado sobre la documentación me doy cuenta de que he resuelto parte del problema. Como guionista, elaboro la idea del proyecto, el argumento y monto la escaleta…, que me sirven para ordenar mis propias ideas. Y después llega el momento de plasmar las palabras, que las elijo en función de medio donde las transmito: un blog, una revista, un anuncio de publicidad, las redes sociales o, en definitiva, un libro. Al final, todo se resume en contar una historia a través de las palabras, al menos en mi caso.

Esta es su primera novela. ¿Qué supone Un punto Azul en el Mediterráneo para usted?

Ver a mi padre, periodista de pura raza, llorar de felicidad porque su hija ha logrado llegar donde él quería para sí mismo, me hizo sentir mucho orgullo y amor por mis padres.

Me siento muy feliz de haber llegado hasta aquí, de haber escrito mi primera novela, de que una editorial como HarperCollins se enamorase del libro y lo quisiera publicar sin cambiar una sola palabra. Escribir sin saber qué pasará con el manuscrito es una aventura arriesgada, que en este caso me llevó tres años y que fue el fruto de una pandemia. Finalmente, esta novela me ha dado alas para aventurarme en otra novela en la que ya estoy trabajando. ¿Qué más puedo pedir?

Puedes comprar el libro en: