Cuando un servidor, historiador doctoralmente especializado en Cartago y en el Reino de León, lee con interés este estupendo volumen, se considera impelido hacia la melancolía; entre otras razones de mayor o menor enjundia, porque estima, sin ambages, y con toda certidumbre, que al género humano de Europa le hubiese ido mucho mejor si la preeminencia histórica e historiográfica hubiese corrido o estado a cargo de León y no de Castilla, y de Cartago y no de Roma, aunque el etnocidio identitario, histórico y cultural fue muy diferente, ya que Cartago desapareció de la faz de La Tierra, y el Reino de León se sigue defendiendo y creciendo sensu stricto. Cartago era una civilización magnífica, una república comercial con un sentido muy desarrollado del crecimiento sociopolítico y comercial, el plausible anquilosamiento de sus estructuras comerciales y de producción nunca se produjo; los cartagineses o púnicos trabajaban y eran sumamente emprendedores, y socialmente mucho más avanzados que sus irredentos enemigos romanos, donde sus mujeres y su constitución eran mucho más libres que lo que representaban, lo mismo, en el SPQR. Igualmente, en el Medioevo, ¡TODO! lo evolutivo: Fueros, Cortes y libertades nacen en el SEÑORÍO DE MUJERES que es LEÓN, y lo antagónico está en Castilla. Pero, el ignominioso Catón “el Censor” consiguió que, por otro lado, Cartago fuese o debía ser destruida. «Año 264 a.C., Cartago y Roma inician hostilidades en la isla de Sicilia, un enfrentamiento que no sabían cuánto iba a durar ni las consecuencias que iba a tener. Desde ese momento, tanto cartagineses como romanos combatieron en tres guerras que abarcaron algo más de un siglo y que provocaron el final del imperialismo cartaginés y el comienzo de la expansión de la República romana más allá de sus límites naturales (146 a.C.). Esta sucesión de hechos fue primordial en la historia de ambas culturas, sin cuyo desarrollo no podría entenderse cómo Roma se alzó como la principal potencia del Mediterráneo en detrimento de Cartago. ‘Las Guerras Púnicas. Roma contra Cartago: historia de un conflicto’ pretende analizar la problemática de sus fuentes, sus antecedentes y el desarrollo de las tres guerras, sus batallas y los problemas políticos y sociales que acontecieron tanto a Cartago como a Roma. A través de sus páginas, el lector encontrará un relato documentado y ameno donde, de forma sencilla, podrá observar cómo se desarrollaron los conflictos, qué ocurrió en los periodos de entreguerras para llegar al siguiente choque, las relaciones diplomáticas entre ambos contendientes, sus ejércitos o los cambios político-sociales que se produjeron». El libro, muy destacable, presenta, en sus casi 600 páginas, una importante, numerosa y esclarecedora cantidad de notas a pie de página, además de una muy necesaria y amplia bibliografía, teniendo como añadido unas cuantas páginas de imágenes a todo color. En suma, una obra que no tiene desperdicio; por ello se puede decir que el espacio de tiempo transcurrido entre el año 264 a.C. y el 146 a. C. conllevó la destrucción genocida de Cartago, y la explosión de una Roma hegemónica surgida de las ruinas de la elegante urbe púnica, para a partir de ese momento histórico convertirse en la potencia absoluta del Mare Nostrum y expandirse por todo el Mediterráneo occidental. “El cuerpo central del libro describe los tres conflictos indagando con mayor incidencia en las discusiones científicas más relevantes, como la creación de la armada romana o los motivos que llevaron a Aníbal a no atacar Roma tras Cannas. Asimismo, se ha contextualizado en los periodos de entreguerras los hechos más importantes que desembocaron en el siguiente conflicto, centrando la atención principalmente en los acontecimientos políticos, facilitando el discurso narrativo sin perder la coherencia descriptiva”. En la página-239, se realiza un estudio muy interesante, en el que se suelen reiterar argumentos a favor y en contra de porque Aníbal Barca “el Grande” no se decidió a realizar el anhelado cerco sobre Roma; y esta página es muy esclarecedora. Coincido total y absolutamente con el profesor Dexter Hoyos, en qué, si hubiese permitido que su vehemente e inteligente primo Maharbaal se acercase a Roma, con su eficacísima caballería númida, Roma hubiese caído, sin solución de continuidad, en las manos de los africanos, pero por primera y única vez en su Historia, el caudillo cartaginés no dio la cara como era debido. Y, bien que lo lamentó, a posteriori, cuando maldijo por los dioses no haber intentado llegar a la urbe capitolina, en el cabo Lancinium. “Para Shean o Quesada Sanz Roma no se hubiera rendido ante Aníbal si este hubiera decidido marchar hacia allí, pues las dificultades logísticas para enfrentarse a la gran población de la ciudad, y sin el tren de asedio que hubiera necesitado para superar las grandes murallas de Roma, le hubiera resultado imposible tomar la ciudad”. Se indica como premisa ad contrarium que, remedando el cerco de Sagunto; parece ser, según sus detractores, que Aníbal Barca no había aprendido nada en todo ese tiempo en Italia, lo cual se contradice con su comportamiento militar brillante en Tesino, Trebia, Trasimeno, Falerno y Cannas. Aunque sí es verdad, porque el propio Bárcida lo indicó, según los historiadores antiguos, que nunca pensó en destruir Roma, sino en crear las condiciones para que hubiese un tratado entre Roma y Cartago, en el que los cartagineses fuesen los beneficiados y los que marcasen las normas. Aníbal Barca pretendía debilitar a la capital del SPQR, pero no destruirla; y este punto psicológico nos conduce a considerar el diferente comportamiento entre el imperialismo cartaginés y el de los romanos, siempre a favor de la urbe tiria. Ahora bien, Roma tenía una cohesión social y una identidad que no existía entre los habitantes de Qart-Hadasht. Aníbal se fija entonces en una urbe, de la Campania, que en este siglo III a.C. está casi a la altura de Roma, de una riqueza fuera de toda duda, es Capua, y cuando Aníbal abandone Italia, esa urbe padecerá toda la inquina de los romanos, hasta su destrucción. Tras la gran victoria de Cannas, en diversas ciudades de los aliados de Roma comenzaron a conformarse facciones políticas, que estaban bien a favor de Roma, o en el bando de Cartago. Creo que es suficiente acercamiento a este libro extraordinario, que recomiendo sin ambages; ya que nunca se agotan los estudios sobre las Guerras entre Roma y Cartago, que pudieron transformar el futuro de la Europa del momento; desgraciadamente no ganaron los buenos, y la Península Ibérica fue una de las tierras y gentes que más sufrieron. Deseo destacar, asimismo, el estudio sobre la batalla de Zama, que definió la inquina de Roma. Le Bohec indica: “…la destrucción de un antiguo enemigo que podría acabar rearmándose o la necesidad de un gran éxito militar para el mantenimiento de la aristocracia romana”. ¡Sobresaliente y necesaria obra! «Nihil novum sub sole. ET. Unus non sufficit orbis». Puedes comprar el libro en:
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