Estamos ante una nueva novela-histórica, dentro de ese género que aclara y, en muchas ocasiones, completa a la Historia sensu stricto. En este caso se refiere a la hija-primogénita (Tecuichpo) e hispanizada del último tirano imperial de los aztecas o mexicas llamado Moctezuma II Xocoyotl y de la emperatriz Teotlacho-Teizalco. Destaca, asimismo, la portada barroca, colorista y magnífica, que otorga colorido a la obra. «Yo, Tecuixpo Ixtlaxóchitl, la noble doncella, fui la única legítima del emperador Moctezuma. A la muerte de mi padre fui elevada al rango de emperatriz de los aztecas. Odié a los españoles y luego los amé. Desprecié a su Dios y luego creí en él. Un terremoto de cambios derrumbó mi interior, pero supe construir algo hermoso sobre esas ruinas. Entonces nació Isabel de Moctezuma y, con ella, una nueva esperanza para muchos que se habían perdido a sí mismos en las tinieblas de lo desconocido. José Miguel Carrillo de Albornoz ha novelado con gran maestría la vida de su antepasada doña Isabel de Moctezuma, una mujer que nació princesa, fue dos veces emperatriz por sus matrimonios con Cuítláhuac y Cuauhtémoc, los dos sucesores de Moctezuma, y se convirtió en la madre del mestizaje hispano-mexicano. Tras la conquista tuvo una hija con Hernán Cortés, a la que repudió, y seis hijos de sus matrimonios con Pedro Gallego de Andrade y Juan Cano de Saavedra. Reina sin trono tras la caída del imperio azteca, acabó sus días como la señora más venerada y respetada del México virreinal. Su recuerdo es una leyenda que aún hoy perdura en la memoria de los mexicanos». En esta novela-histórica, casi documental, se defiende, con muchos y positivos argumentos, la diferencia esencial existente entre los dos imperios que confluyeron en América, el de las Españas y el británico de Inglaterra. Aunque está claro, para vilipendio de los españoles, que la monarquía de Tudor no tuvo un personaje execrable como el converso Antonio Pérez, y su concienciado genocidio sobre sus indígenas ha pasado de puntillas, teniendo, además, una serie importante de indocumentados políticos, ya desde el siglo XIX, en las Españas; o incluso encomenderos que se autopurificaron por intereses espurios, y estos ya en el siglo XVII. Sea como sea se procura inhibirse, historiográficamente, con respecto a lo que pensaban los indígenas de los dos grandes imperios, el Inca y el Azteca-Mexica, en las Américas. Desde el 12 de octubre de 1492, cuando Rodrigo Bermejo de Triana gritó lo de ¡tierra!, la concepción de Fernando "el Católico" y de sus descendientes: Juana I y Carlos V y, sobre todo, Felipe II, fue el intentar que el mestizaje marital se produjese, sin negar, por supuesto, que existiesen comportamientos incalificables; pero, pensamos en la destitución, verbigracia, del propio Cristóbal Colón, que vino a las Españas encadenado y encarcelado, lo que provocaría las críticas acres que realizó contra, según él, el desagradecido Rey Fernando "el Católico" V de León y de Castilla, II de Aragón y I de Navarra, monarca que no se casaba con nadie, en lo político. Isabel de Moctezuma es un personaje, claramente histórico, que conforma una de las claves demostrables relativas a lo que fue el mestizaje, ya que hasta en dos ocasiones, por causa de sus dos matrimonios indígenas, fue nuevamente emperatriz de los mexicas. Se la puede considerar como la, fidedigna, precursora del mestizaje asumida de forma libérrima, en muchas ocasiones, ya qué tras tener una hija con el conquistador de Medellín, el celoso extremeño, que sería un bachiller en la Universidad Leonesa de Salamanca, se volvería a matrimoniar dos veces, y alumbraría hasta a seis vástagos, ejemplo obvio del mestizaje y de la integración. La prosa de una gran riqueza del Vizconde de Torre Hidalgo nos ilustra, claramente, sobre todo lo que se puede o debe escribir con respecto al personaje; que nos demuestra que fue una mujer fuerte, luchadora y con convicciones. La obra nos conduce, sin solución de continuidad, por la vida azarosa y enriquecida de la emperatriz Isabel de Moctezuma, conociendo a sus antepasados y, sobre todo, lo que incrementa el interés de la obra; profundizar, certeramente, en lo que fue o se pretendió realizar con el descubrimiento de Las Indias o de la América Hispana. Su evolución vivencial abarca desde 1510 hasta 1551. Sus matrimonios aztecas lo serán con 10 y 11 años. A los 17 años se matrimoniará con un español (Alonso de Grado-1526), del que enviudará. Hernán Cortés la prometerá matrimonio, ya que será el padre de su hija ilegítima, bautizada como Leonor Cortés, a la que Isabel Moctezuma (llamada por el autor 'La Novia de Extremadura') no aceptará, al incumplir Hernán Cortés su compromiso marital. Se casará con otros dos españoles, con Pedro Gallego de Andrade, con el que alumbrará a su primogénito-varón (Juan de Andrade Moctezuma), y luego con Juan Cano de Saavedra (1532), con el que tendrá cinco hijos (Pedro, Isabel, Catalina, Gonzalo y Juan, el cual la sobrevivirá, y llevará a sus hijos pequeños (Gonzalo y Juan) al predio cacereño, donde se producirá la mezcla de linajes. Las dos hijas, Isabel y Catalina, profesarían en el convento mexicano de la Concepción. El cronista Bernal Díaz del Castillo la describe con pelos y señales, ya que siempre estuvo al lado de su padre, durante el cautiverio del mismo. Cuando reciba el señorío de Tlacopan se transformará, de inmediato, en la mujer más rica del virreinato de la Nueva España. Paradójicamente, Hernán Cortés sí se hará cargo de la niña, la cual será educada por el licenciado Altamirano, consiguiendo para la susodicha Leonor Cortés ejecutoria de nobleza; aunque, en dicho documento sólo aparece el nombre del padre, como si fuese de madre ignota. Su preclara inteligencia le conducirá a aceptar la nueva situación política, que deciden los españoles, y de esta forma poder evitar una rebelión, que hubiese sido terrible y definitiva para los supervivientes del imperio de los aztecas. Me ha gustado mucho esta obra sobre una mujer hispano-americana de prestigio, y que enalteció a las dos etnias con las que se relacionó, la azteca o mexica y la española. "En su regio lecho, en la lejana ciudad de México, Isabel de Moctezuma se despertó llorando. Le había llegado claramente el postrero adiós de Coatitzal. Sus lágrimas eran el homenaje a la sabiduría que abandonaba el valle de Anáhuac, empobreciéndolo. Ellas eran dos luminarias de otros tiempos; dos faros poderosos en la oscuridad que crecía. El uno se había apagado ya. Pronto le seguiría el otro". La obra se cierra con un estudio y cita pormenorizada sobre la genealogía de la casa del emperador azteca Moctezuma II, sumamente interesante y esclarecedor. Una estupenda novela-histórica. «Si fas endo plagas caelestium ascendere cuiquam est mi soli caeli maxima porta patet». Puedes comprar el libro en:
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