Un poemario que se conforma en cinco partes (Nada, Átomo, Solitaria célula, Otro virus, Mundo), además de unos complementos añadidos de traducción a diez idiomas de un poema titulado "Inexistencia ebria". Por si fuera poco, un esclarecedor y lúcido prólogo de Marina Casado convierte este poemario en un deber inexcusable de lectura. Como fuente de vida y de construcción poemática, el amor es el centro impulsor y el beso su dogma de fe. Más aún, el poeta nos lo expresa con toda nitidez y belleza: "El beso fue el primer átomo". Un poco a la manera de Vicente Aleixandre, presente en este poemario, la naturaleza es un ideal referente que rescata virtudes y busca ciertamente un conocimiento extenso del texto y del contexto.
No olvidemos que Andrés París es un investigador bioquímico de gran prestigio. Al doctorado de Biociencias moleculares en curso y con beca, le sumamos tres poemarios con reconocimientos, Sonetos y velas vanguardistas (2011), Entre el infinito y el cero (2015), Como nace el agua (2020) La necesidad de entender oníricas imágenes, inquietudes diversas casi es un principio detonador que filtra con una palabra que oscila entre el escenario reflexionado y el tiempo vital, lo que explicaría poemas como "Glicobiología". Quizá como Ángel González también partícipe, nuestro poeta rehúye del "afán de sutilizar la realidad complicándola con alambicada interpretaciones". Su palabra es esencia, discurre por el centro mismo de la existencia de la mano del amor y del pensamiento concreto y singular.
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