Howard Zinn: "No puedes ser neutral en un tren en marcha"

Estamos, pues, lector, sí, ante lo que Blas de Otero definió en sus poemas como un 'redoble de conciencia' He aquí una invitación a la consciencia social como paradigma de comportamiento ético, de rebelión intelectual ante el discurso interesado y falso que tanto se nos prodiga por parte de aquellos que dicen ser nuestros legítimos representantes políticos. Las palabras del malhadado presidente USA para justificar la malhadada invasión de Irak fueron de un realismo mezquino: 'y, al final, como no existían razones aprobatorias para justificar la invasión, hubimos de inventar los argumentos que lo justificasen'.

Y el mal continúa, y la guerra(s) continúa.

Es difícil que un lector que tenga la voluntad de entender y de aceptar el compromiso de dar su opinión sincera acerca de la realidad que nos circunda (y asfixia en tantas ocasiones) no pueda rebelarse contra tanta iniquidad no solo material, sino también moral, y aceptar sin más lo que la realidad política hoy depara en los telediarios. ¿De qué guerra estamos hablando? ¿ De cuál? ¿De qué tipo de guerra estamos hablando? Y aquellas guerras cronificadas, latentes sin generar noticias, ¿qué es de ellas?

El libro constituye la crónica de toda una vida, la de este hombre, Howard Zinn, del que se nos dice que :"parece improbable que un profesor de historia se vea involucrado, o incluso sea protagonista, de tantas peripecias y ventura como él lo fue" al tiempo que se nos recuerda, no sin argumentos, que "pocos hombres han sido tan fieles al compromiso con la vida, la libertad y sus semejantes desfavorecidos".

Toda una vida, todo un compromiso que un novelista también comprometido, Carlos Fuentes, definió un día de una manera tan poética como ontológica: "La libertad no existe, la libertad es algo a lo que se tiende".

Y para ello se exige: condición moral, actitud ética, pensamiento leal en favor de la concordia y el diálogo. En contra, pues, de cualquier tipo de "Fake news" venga de donde venga, y sea cual fuere su difusor.

El libro, al fin, resulta ser una 'lección didáctica' entrañable, un fundamento racional y teórico acaso para que el mundo real, lejos de ser un vertedero de irracionalismo iconoclasta, sea el principio de una actitud constructiva necesaria.

Y, aceptémoslo, a pesar de todo -de todo el mal acumulado- alguien se dirá: y para qué implicarse críticamente si todo va a seguir igual, si es que no empeora aún más. A lo cual, entre otras cosas cabría responder: precisamente para eso, para que la realidad histórica no sea un cúmulo de errores intencionados, acumulados en contra del otro. No sea ya, una vez mas, el propiciar ese 'Homo homini lupus est' de Hobbes, y sí un paisaje donde quepan la palabra y la libertad del otro sin que constituya una amenaza, sino un viento renovador y necesario.

Cuando en la concentración de Brandels de 1975 nos encontrábamos en plena sesión -escribe el profesor Zinn: "apareció un estudiante corriendo y agitando un periódico: Saigón se había rendido, la guerra había terminado" Y añade, a modo de colofón necesario: Todo el público del auditorio se puso en pie y se oyeron exclamaciones de alegría (.) Sentí una gran alegría pero, por encima de todo, una sensación de alivio al pensar que por fin se habían terminado las muertes".

Bienvenidas tales noticias, bienvenida sea la necesaria moral de la libertad. Así se deduce como conclusión, simbólicamente, también, del prólogo de Noam Chomski, hombre de compromiso social donde los haya, cuando escribe que "la vida y la obra de Zinn son un modelo inolvidable, que seguramente dejará un sello permanente en la forma de entender la historia y de vivir una vida decente y honorable".

Puedes comprar el libro en:

9788411314084