Tiene que ser una "fake". O es una "fake" o es un escándalo más inmoral que la hija secreta de Juan Carlos I. Dicen que se llama Alejandra y es una aristócrata discreta capaz de comprender que en el amor vale todo y un desliz lo tiene cualquiera. Y esa elegancia tolerante es lo que no soportan los puritanos mojigatos de salón que se niegan a soltar su presa. Desde la pérfida Corinna, a Sangenjo, pasando por Abu Dabhi, el emérito ya está mediáticamente amortizado. Al final nos van a contar los gatillazos que ha tenido en su vida. Sospecho que habrán sido pocos.
Otra cosa es que Pilar Eyre (un beso Pilar) nos desvele que Juan Carlos llama a Letizia "la Mandona". Conociendo a la reina consorte (y sin conocerla, también) seguro que Juan Carlos tiene razón. Y no digo más. Con todo, el gatillazo informativo más frustrante es la pedida de mano de Tamara. Que el reloj de Onieva cueste 50.000 pavos y la pulserita de rubíes de Tamara sea un apaño del artista orfebre de la familia, no sacian nuestra voracidad espuria. Necesitamos cuernos, escándalos, divorcios, cabreos. No me vengas ahora con bodorrios de pedigrí, tía.
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