Su obra, fruto de años de investigación, abarca los once capítulos: I.-El cortesano y su Viaje entretenido; II. Las áreas financiera y comerciales de los Ruiz y los Cervantes; III. Atrás quedan en Sevilla los recuerdos de Cervantes; IV. Cervantes, El Quijote y una galerada de impresión; V.- El Quijote reflejo del tránsito de la nobleza feudal a la nobleza cortesana; VI. Dos dramaturgos en medio de las negociaciones de paz; VII. Los Ezpeleta, una saga de espías navarros en la forja del imperio español; VIII. Un Tratado de Paz; IX. Historia de los asesinatos de Valladolid; X. De las fiestas de San Juan de Alfarache al Viaje al Parnaso de Rocinante; XI. El viaje al Nuevo Mundo de un señor discreto y las bodas de Isabel de Cervantes, y la bibliografía.
El historiador burgalés Alfonso confiesa que «estos últimos años de investigación ha favorecido la aparición de nueva documentación que sitúa a Cervantes y a su entorno de amigos y parientes en medio de la vorágine de la guerra secreta entre imperios como recoge el relato de Gerolamo Conestagio de Franchi sobre el intento de conquista de Argel, en el mes de 14 agosto de 1601, por Juan Carlo Doria, hijo de Agostino Doria, amigo de Cervantes» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 19-20), y aporta un precioso testimonio original sobre «Francisco Cervantes de Salazar, bachiller en Teología, que en 1524 tiene como compañeros de estudio a un prometedor Ambrosio de Morales o a los hermanos Loaysa, futuros obispos y presidente del Consejo de Indias, o nos enteramos que en 1525 el rector de la universidad es Pedro Hernández de Saavedra o encontramos al estudiante Pedro de Saavedra, natural de Esquivias, primo de Leonor de Cortinas, la madre de Miguel de Cervantes» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 12-13).
Gracias a los nuevos datos fiables del erudito burgalés Dávila Oliveda conocemos «al alumno Juan de Palacios, el famoso cura de Esquivias, o al enigmático capitán de los tercios Gaspar de Ezpeleta, natural de Tafalla de Pamplona, que coincide en sus estudios con la matricula, el 25 de octubre de 1567, de Mi[guel] M[arti]n de Çeruantes. Síndico, quien, en otro registro de 17 de octubre de 1566, aparece inscrito como alumno con el nombre de "Mica[e]llis Ceruantes - Al[calá]." Lo curioso es que en estos registros de matrícula fueron arrancadas violentamente las hojas de inscripción de los alumnos de medicina y cirugía de los años 1564 y 1565, donde debía estar inscrito el licenciado Mateo Alemán, procedente de la Universidad de Salamanca» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 21).
Otras joyas documentales reafirman «los parentescos de los apellidos Cervantes, Saavedra, y Avellaneda, unidos a los apellidos del maestro Juan López, Mateo Vázquez, Mateo Alemán, Pedro Laynez, Francisco de Figueroa, los libreros Robles, el cura de Esquivias, Juan de Palacios, el capitán de los tercios Gaspar de Ezpeleta, y los doctores y maestros universitarios Francisco Cervantes de Salazar, Pedro de Saavedra, natural de Esquivias, fundador del Colegio Máximo de Jesuitas y del Colegio Imperial de Madrid, Ambrosio de Morales, los Martín de la Cadena. Hoy se puede afirmar que los Cervantes alcalaínos cuentan entre sus ancestros con el famoso cardenal arzobispo de Sevilla, Juan de Cervantes Bocanegra, primo de su bisabuelo Rodrigo de Cervantes, "el Sordo", y con el cardenal Gaspar Cervantes de Gaeta, natural de Trujillo» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 23, 26).
Dávila Oliveda proclama que falta averiguar «¿cómo fueron las relaciones de Miguel de Cervantes Saavedra y Cortinas, natural de Alcalá de Henares, con su pariente Miguel de Cervantes Saavedra López, natural de Alcázar de San Juan, y con su pariente mexicano Miguel de Cervantes Torres, natural de Oaxaca» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 26-27).
Al lado de ello, expone que «si alguien duda del posible viaje a las Indias de Miguel de Cervantes, los versos de Antonio de Rojas, caballero de San Juan de Jerusalén, y amigo de Cervantes, parecen confirmar la estancia en las Américas de Agustín de Rojas, posible seudónimo utilizado por Cervantes para seguir representando sus obras de teatro» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 31).
Agrega que «por los Catálogos de Pasajeros a Indias sabemos que el año 1559 embarcó para Nueva España un Agustín de Rojas, natural de Fonseca, hijo de Pedro de Rojas y Juana Pérez de Medina, en calidad de criado de Pedro Zamorano.. y la relación de los Rojas con los Cervantes parece clara, más si pensamos que la obra El Viaje Entretenido» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 31-32), y nota apropiadamente que «quizás las observaciones a la pobreza de Cervantes que le atribuyen las biografías de Astrana Marín, Jean Canavaggio, y tantos otros, vengan de estas cuitas con la Contaduría de Hacienda, pero carecen de fundamento porque ninguna tiene en cuenta el testimonio de que Magdalena de Cervantes o Magdalena Pimentel de Sotomayor había ingresado en el Tesoro las cantidades reclamadas por duplicado» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 35-36).
Aun parece perfectamente claro que «queda un amplio fleco por estudiar, es el estudio de cómo intervino la compañía de los Cervantes en el mercado de esclavos, con su licencia de comercio con Argel y su interacción en el mercado de esclavos de las costas guineanas bajo el monopolio del comercio portugués» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 51-52).
De acuerdo con la nueva documentación de Dávila Oliveda, «Simón Ruiz, también intentó tender sus redes en la Orden Militar de los Caballeros de San Juan de Jerusalén y en el gobierno de la isla de Malta... Juan Ignacio Pulido nos indica que Simón Ruiz mantuvo con los caballeros españoles una relación propia del banquero que presta su dinero a la Orden» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 55-56), y remarca que «son inexistentes las investigaciones de la compañía de los Cervantes y los comerciantes portugueses, a excepción de los trabajos de Juan Ignacio Pulido Serrano, quien ya expuso la relación de Miguel de Cervantes Saavedra con la familia Mendes, con escaso o nulo eco por parte de los especialistas en la figura de Cervantes. Su trabajo ofrece una nueva visión sobre la importancia de los banqueros portugueses en el desarrollo del Imperio Español, monopolio de comercio en el que jugó un importante papel sobre la situación de los Cervantes» (Miguel de Cervantes. Apuntes. , 60).
Alfonso esclarece que «en la Biblioteca Colombina de la Catedral de Sevilla quedarían el archivo y la Biblioteca de Francisco Pacheco con los manuscritos de las primeras versiones del Rinconete y Cortadillo, El Celoso Extremeño y La Tía fingida y otro grupo de manuscritos y poemas que se atribuyen a Cervantes, pero que rechazan actualmente ciertos cervantistas sin presentar argumentos para ello», e informa sobre los manuscritos perdidos de Cervantes, eso es, que «la Universidad Complutense de Madrid ha realizado dos proyectos de investigación, cuyos trabajos ha resumido José María Lucía Megías en la publicación "Anales Cervantinos", aunque parece desconocer la existencia de otro manuscrito de La tía fingida que se conserva en la Biblioteca Colombina, en la colección de manuscritos de Porras de la Cámara, estudiado por Aureliano Fernández-Guerra y Orbe» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 71-72).
También mantiene que «no son estos los únicos escritos de Cervantes que parece que dejó atrás en Sevilla porque según recoge el último catálogo realizado de la Biblioteca Colombina y Catedralicia, en uno de sus manuscritos de poesías, fechado entre 1601 y el siglo XVII, encontramos la Canción de Crisóstomo, recogida en el primer volumen del Quijote, dos poemas sobre la Armada Invencible para la conquista de Inglaterra, y un poema a la elección del arzobispo de Toledo» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 78-79).
Según Dávila Oliveda «debemos reconocer que con los datos que tenemos actualmente no podemos asegurar la existencia de un lugar concreto, donde Cervantes se encerrase a escribir el Quijote, dando la sensación de que la obra viaja con él durante muchos años. y quizás tenemos que pensar que Cervantes compuso sobre las experiencias de la vida de Miguel de Cervantes Saavedra y Cortinas natural de Alcalá de Henares, de Miguel de Cervantes Saavedra López, natural de Alcázar de San Juan, y de Miguel de Cervantes Torres, natural de Oaxaca en México» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 90).
Por eso Dávila Oliveda plantea las siguientes preguntas: «¿de quién son las vivencias de infancia y estudios, de los traumas de las guerras, de las prisiones y de la esclavitud?; ¿de quién son las aventuras del Hidalgo de la Mancha?; ¿de quién son los recuerdos de las gobernaciones?, ¿del Cervantes de Saavedra Alcalaíno, del Cervantes de Saavedra de Alcázar de San Juan o del Cervantes natural de Oaxaca?; «¿Es el Quijote obra de un solo autor o varios hombres y mujeres han relatado sus vivencias a Miguel de Cervantes y éste ha transmitido sus vidas a la posteridad en el clásico de los clásicos de la literatura mundial?; ¿Es el Quijote una obra exclusiva de Miguel de Cervantes Saavedra, natural de Alcalá de Henares, estudiante en el colegio de primeras letras de los jesuitas, alumno del maestro Juan de López de Hoyos en el Estudio General de Alcalá, y Licenciado en Medicina, Derecho y Gramática por la Universidad, de Alcalá de Henares?» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 90-92).
Alfonso resalta que «hoy creemos que no existen ejemplares de la primera edición o impresión del Quijote, pero lo cierto es que nadie los ha buscado con ojo crítico en el Continente americano aunque tenemos rumores de la circulación de algunos ejemplares de un libro de un caballero de la Mancha» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 112).
Dávila Oliveda divulga adecuadamente que «hoy, Eduardo Aguirre, realiza una presentación genial sobre la evolución de la obra de Cervantes en nuestro pensamiento, reflexiones a las que yo francamente me adhiero, por lo que les recomiendo que lean sus libros, que recogen sus reflexiones sobre la pobreza "humana" de la que se quejó Cervantes en el ocaso de la vida, mientras esperaba la guadaña inexorable de la muerte.
Eduardo Aguirre concibió su ensayo durante el mandato de un gobierno en funciones, por lo que refleja perfectamente al pueblo que alumbró los personajes del Quijote que vivía en un eterno gobierno en funciones de secretarios y consejos en la monarquía imperial. Juan Gil, en su modesta opinión no habla sobre el perfecto personaje literario de ficción que es el Quijote, creado por la imaginación de Cervantes porque, como profesor de provincias, ve en el Quijote un personaje común de su época con los que convive día a día y con los que convive y se encuentra en cualquier ciudad a principios del siglo XX.
Como escribe Eduardo Aguirre, "no tenemos la papelera de Cervantes," es decir su archivo personal, sus diarios y sus manuscritos que indiquen el porqué, el cómo y el cuándo Cervantes concibió el Quijote y su Dulcinea manchega la antítesis de Galatea, transformada en cuidadora de cerdos, gallinas, aventadora de trigos y pajas y cultivadora de maldiciones, juramentos y carnes magras» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 133-134, 139).
Alfonso propala que «quizás Miguel recordase a su hermano Rodrigo cuando acudieron a la guerra de las Alpujarras, durante las vacaciones de verano de la Universidad de Alcalá de Henares, él como caballero hijodalgo andaluz exhibiendo Quixote de frío acero y su hermano como escudero al no tener aún la edad de 18 años para ser investido caballero, tal y como nos le presenta ahora Krzysztof Sliwa al recoger los nuevos documentos cervantinos hallados en los archivos públicos. Por desgracia los cervantistas despreciaron la vida de su hermano Rodrigo por lo que sus hazañas en los tercios son hoy un misterio, pero murió en la gloria de los honores de la caballería al alcanzar por sus propios méritos el rango de alférez» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 148-149).
Dávila Oliveda difunde correctamente que Ignacio Pulido Serrano, profesor de la Universidad de Alcalá, descubrió la documentación que recogía la prisión por deudas de Mateo Alemán en la Cárcel Real de Sevilla, entre diciembre del año 1601 y el mes de enero de 1602, lo que nos situaría a Cervantes en la citada prisión» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 149), analiza meticulosamente la posible vista de Cervantes en Inglaterra, y alude a la magnífica tesis doctoral intitulada: Valladolid. 1600. La entrada de Felipe III y Margarita de Austria a través de una relación manuscrita inédita, llevada a cabo en la Universidad de Valladolid bajo la dirección del Dr. Antonio Cabeza Rodríguez y del Dr. Carlos José Hernando Sánchez» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 150-151).
Alfonso pone de manifiesto que conocemos que «Shakespeare fue enviado por el rey Jacobo como uno más de los negociadores, también hay sospechas de que viajó a Valladolid en 1605 con el séquito del almirante Howard, dando testimonio de la firma del Tratado de Paz por Felipe III, como recogía en sus comentarios Astrana Marín. Podemos pensar por tanto que Cervantes acompañase a los embajadores españoles como parece recoger su soneto titulado: "La señora Oriana. A Dulcinea del Toboso"» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 159).
De igual manera, piensa que «no tenemos la certeza de la participación de Cervantes y Shakespeare en las negociaciones de paz, es más los cervantistas descartaron cualquier presencia de Cervantes en la corte de Felipe II y de Felipe III», y a la par destapa que «recientemente se han obtenido nuevos datos de Gaspar de Ezpeleta, natural de Tafalla, en los libros de registro de la matrícula de los estudiantes de la Universidad de Alcalá de Henares, que nos sitúan a un Gaspar de Ezpeleta en el Colegio de Médicos y Metafísicos, coincidiendo con un estudiante del Colegio de San Isidoro de nombre Micalis de Cervantes, natural de Alcalá, en el año 1566, en este colegio había estudiado el cura de Esquivias Juan de Palacios, tío de su mujer Catalina de Salazar y Palacios y Bozmediano» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 165, 168-69).
Además pone de relieve que «es posible que, en 1605, la hija de Cervantes, Isabel, estuviese preparando su boda en Valladolid con Diego Sanz del Águila, boda que haría emparentar a Miguel de Cervantes con Gaspar de Ezpeleta, primo de su consuegra, la Navarra María de Gallipienzo, madre de Diego y Juan Sanz del Águila, ambos caballeros y criados del rey Felipe III para sus asuntos secretos» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 205).
A continuación, sostiene que «los motivos de venganza políticos podrían explicar el asesinato de Ezpeleta, como refrendaría el libro La relación de lo sucedido en la ciudad de Valladolid, que parece reflejar la conspiración interna para impedir las paces entre ambos reinos», y enuncia que «hay una corriente de cervantistas que piensan que La relación de lo sucedido en la ciudad de Valladolid está escrita por Cervantes, la verdad es que el estilo de la narración parece de Cervantes y su publicación en octubre de 1605 parece un aviso a navegantes del duque de Lerma a los enemigos de la firma del Tratado de Paz» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 208-209).
Dávila Oliveda exterioriza que «sin duda el asesinato de Ezpeleta marcó un antes y un después, pero para ello debemos preguntarnos: ¿fue Cervantes el redactor en español del tratado de paz? ¿Fue Shakespeare el redactor en inglés del propio tratado? ¿Estuvo Cervantes en Inglaterra en las negociaciones del Tratado de Paz junto a Shakespeare y éste vino a Valladolid, donde convivió con Cervantes?» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 218-219), y señala que «los versos proféticos de Góngora, que se interpreta que fueron compuestos antes del asesinato de Ezpeleta, pero que en realidad debieron componerse tras su muerte, era Ezpeleta el que debía garantizar la seguridad de los "alumbrados" o protestantes ingleses durante su estancia en la Corte y el Reino de España bajo las órdenes del marqués de Falces, capitán de la guardia española y alemana, que garantizaba la seguridad de la Casa Real española, de ahí que Góngora aluda a su asesinato como "cayó de alumbrado"» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 228).
Dávila Oliveda cita a Filemón García Arranz, quien «hizo las siguientes preguntas intentado comprender la estancia y relaciones de Ezpeleta y Cervantes en Valladolid: "¿qué hacía don Gaspar de Ezpeleta en la corte? ¿La seguía sin ningún motivo especial justificativo o por el contrario residía en ella accidentalmente como tantos otros suplicantes?"» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 230), y declara que «todo apunta a que la muerte de Ezpeleta se produjo por una conspiración por motivos políticos y a que la investigación del asesinato se utilizó como cortina de humo para ocultar la verdad de lo sucedido, su muerte parece unida al asesinato de uno de los miembros del embajada de los persas en Valladolid» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 240-41).
Prueba que la documentación sobre Cervantes tiene «una laguna de casi tres años hasta el año 1608 momento en el que presta fianza por 200.000 maravedís a su pariente don Gaspar de Gaete y Cervantes, natural de Trujillo, garantizando su solvencia económica para viajar a América en la flota de Indias de 1608. En este lapsus de tiempo se encubre o desaparece la documentación del matrimonio de Isabel de Cervantes con Diego Sanz del Águila y todo lo referente al nacimiento de la nieta de Cervantes, de la que no sabemos si nació en diciembre de 1607 o en enero de 1608, a la que se puso de nombre Isabel» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 267-68).
Alega que «según todos los indicios, a falta de la documentación sobre este matrimonio, Isabel de Cervantes debió contraer matrimonio en Sevilla con Diego Sanz del Águila, del que los archivos españoles siguen guardando el más estricto secreto, a no ser que su documentación fuese requisada por las tropas napoleónicas y se encuentre a buen recaudo de la investigación en los archivos franceses, aunque tampoco deberíamos descartar la mano de algún cervantista que traspapelase sus documentos» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 356).
Especifica que «Krzysztof Sliwa recoge los nuevos documentos que el historiador y cronista de Cabra, Antonio Moreno Hurtado, ha descubierto sobre la familia de Andrés de Cervantes, tío carnal de Miguel de Cervantes, entre ellos, los documentos del obispo Juan de Cervantes en México» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 356-57), y destaca que «en 1608 Lope de Vega estrenó en Madrid la comedia Servir a señor discreto, que parece estar basada en la vida de Miguel e Isabel de Cervantes entre los años 1606 y 1608» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 358-359).
Con toda la razón enfatiza que «el parentesco entre la familia Pizarro, Hernán Cortes, Francisco de Orellana y los Cervantes de Gaeta, de Trujillo, y la familia de Miguel de Cervantes es algo que se sigue ignorando, entre otras cosas porque se oculta o enmascara la presencia en Italia del Cardenal Francisco Cervantes de Gaeta, que ampara a Cervantes en Roma» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 379), y difunde que «si nos fijamos en las fechas de la documentación desde la primavera del año 1606, en que Cervantes aparece en el concurso literario de Sevilla hasta las escrituras de la dote y matrimonio entre Luis de Molina e Isabel de Cervantes en 1608, Cervantes no parece localizarse en España, período que Astrana piensa que utiliza para escribir Las Novelas ejemplares y las obras de teatro inéditas» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 380).
Dávila Oliveda documenta que «según muestra la carta que Lope de Vega escribe al duque de Sessa en Madrid el 2 de marzo de 1612, su amistad con Cervantes parece indiscutible, hasta el punto de que éste le cede sus anteojos, lo que nos indica que Lope con cincuenta años tenía presbicia o la vista tan cansada como Cervantes, pero la cita también refleja la camaradería y amistad entre ambos compartiendo los lentes en las Academias literarias de Madrid en unos momentos en los que Lope acaba de componer la comedia de Servir a señor discreto, que parece basada en la vida de Isabel de Villafranca en Sevilla y su viaje al Nuevo Mundo, siguiendo los viajes de Miguel de Cervantes» (Miguel de Cervantes. Apuntes., 383).
En resumidas cuentas, los nuevos documentos localizados por el ex director Director del Archivo General de la Administración del Estado Español, Alfonso Dávila Oliveda, nos proporcionan muchas sorpresas, enlazadas con el «Príncipe de los ingenios españoles», sus familiares, amigos y enemigos, y ante todo con el viaje al Parnaso de las Américas de los escritores del Siglo de Oro español.
El excelente investigador Dávila Oliveda dialoga con la negligencia y la crítica mal fundamentada de los investigadores, cambia la historia de España, reactualiza las biografías de Agustín de Rojas Villandrando (1572-1635), de Mateo Alemán (1547-1614) y de Miguel de Cervantes (1547-1616), fundamentándose en el hallazgo de las nuevas perlas documentales, que se han preservado de su vida, esclarece los conceptos, precisa las fechas, y desentraña que los biógrafos de los genios de la literatura española dan a conocer su imagen que muchas veces no refleja la evidencia documental.
Sin atisbo de duda, las nuevas joyas documentales, dadas a la estampa en Miguel de Cervantes. Apuntes para una biografía. Volumen IV. El abuelo. (1604-1608), por la magnífica Editorial Círculo Rojo, brindan especial interés biográfico e histórico para la reconstrucción urgente e imprescindible de todas las biografías-, pero estricta y fielmente documentadas-, de los genios de la Literatura del Siglo de Oro español y para la nueva inmediata redacción honesta, rigurosa y seria de la Historia de España, de la Historia de la Literatura española, y de la Historia de América Latina, y deberían quedar fijadas en los papeles para rectificar así los grandes desaciertos en las enciclopedias, libros de enseñanza y revistas electrónicas. ¡Enhorabuena!
«Laus in excelsis Deo»,
Krzysztof Sliwa
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