La generalidad de los libros de Historia de la editorial Actas son ¡sobresalientes!, cuidado exquisito en los temas historiográficos, presentación delicada, y calidad indubitable en la Historia. Por consiguiente, este volumen cumple todos los requisitos apriorísticos. Tras la apabullante derrota de la milicia portuguesa en la batalla de Alcazarquivir, el 4 de agosto de 1578, en la denominada como batalla de los Tres Reyes, pasaron a mejor vida los dos pretendientes al trono de Marruecos, a saber: el sultán de Marruecos, Abu Marwan Abd al-Malik, y el ex-sultán saadita llamado Muhammad Al-Mutawakil, y el Rey de los portugueses, que pretendía decidir sobre el norte de África, Sebastían I o D. Sebastiao, el monarca lusitano navegante. Más de 7.000 soldados portugueses quedaron tendidos en la tierra de Alcácer Quibir. El estupor en la corte lusitana fue apoteósico, ya que el trono tenía un descendiente eclesiástico, el cardenal D. Enrique; el cual fallecería en los albores del año 1580. Solamente quedaban dos pretendientes vivos, una mujer como era la duquesa de Bragança e Infanta Catalina de Portugal; frente a ellos se encontraba el todopoderoso Habsburgo español, monarca donde cuyos dominios no veían el mismo Sol, y me refiero al Rey Felipe II. Su madre había sido la Emperatriz Isabel de Portugal, por lo que el Rey-Prudente tenía derechos inalienables al trono del antiguo legionense Territorio Portucalense. Sea como sea, Felipe II sale de Badajoz el 13 de junio de 1580, se dirige hacia la dehesa de Cantillana, para pasar revista a las tropas, ya preparadas, para reivindicar los derechos felipinos al trono de la dinastía Avis; las tropas las está comandando el III duque de Alba, que ya es conocido por su enérgica y terrible forma de combatir. En el mes de mayo, las cortes de Almeirim ("quem me ha de soceder, sera quem conforme a direito ouver de ser") no han tomado, todavía, ninguna determinación en ningún sentido. «La Monarquía Hispánica de Felipe IV, asediada por múltiples enemigos desde hacía décadas, encontró en el rebelde Portugal a un contumaz adversario que le disputó, en el propio territorio fronterizo peninsular, la posibilidad de volver a ser un reino independiente. Mucho se ha hablado de las gestas, personalidades y heroicidades de los Tercios conocidas por todos, pero muy pocos se han detenido a analizar las que ocurrieron y se planificaron en esta larga guerra de casi 28 años, muy arrinconada por su agrio resultado final. Y se sorprenderán al conocer que, en realidad, hubo más éxitos que fracasos, aunque estos últimos fueron más decisivos para el devenir de la contienda; que hubo otros atrayentes personajes, en ambos bandos, que lucharon con el convencimiento de la victoria, y, sobre todo, conocerán el verdadero fin de la hegemonía española en el Continente provocado por una alianza de franceses e ingleses ayudando a los resistentes lusos pues, para que un gigante sea derrotado, hacen falta varias fuerzas contrarias trabajando al unísono. Esta obra de historia militar recupera en su conjunto esa caída marcial final y mostrará, a todo aquel aficionado, seguidor o especialista de la antigua grandeza de la Casa de los Austrias españoles, el poderío, la decisión y adaptabilidad que siempre atesoró». En las Cortes de Tomar del año-1581, el Rey Felipe II consiguió lo que había estado en la mente de su padre Carlos V "el Emperador", que era el cerrar la curva del Imperio Universal. Ya se había intentado la reunificación entre Portugal y León, Castilla, Navarra, Aragón y Granada, tras el matrimonio entre la infanta Isabel y el rey Manuel de Portugal, el fruto marital sería el infante-príncipe D. Miguel, sobre él recaería la unión definitiva entre los seis reinos; pero el niño-infante pasaría a mejor vida en el año-1500. Página 17: mutatis mutandis, '.razones históricas y culturales con Castilla.'; error histórico de importancia, ya que el Territorio Portucalense o Condado de Portugal nunca se independiza de una anhistórica Castilla, sino como territorio dependiente del Reino de León, tras un enfrentamiento y odio familiar entre dos hermanas, la Reina Urraca I de León y la infanta-condesa Teresa de Portugal. Esta Unión de Armas es observada con envidia en el resto de Europa. Estimo de gran interés los documentos y las imágenes existentes en el presente volumen, que además son muy esclarecedores. Libro que supera las 400 páginas, lo que estoy a favor, ya que estimo, modestamente, qué en el mundo de la Historia, se deben aportar la mayor cantidad de datos posibles, para que los lectores tengan un discernimiento más correcto. Entre 1622 y 1643, el Rey Felipe IV "el Pasmado" ha dejado de lado, como casi siempre, sus deberes y sus obligaciones regias, aunque quien rige, con mano de hierro, los destinos políticos de las Españas es la soberbia todopoderosa que lleva consigo el Conde-Duque de Olivares, en sí mismo. Nunca aceptará el Conde-Duque la más mínima crítica a su forma de hacer política, y eso conllevará la pérdida de Portugal, casi la de Cataluña e, inclusive, hubo rebelión del duque de Medinasidonia en Andalucía. "El reino ibérico de Portugal, en palabras de Olivares, era 'sin duda, de lo mejor que hay en España, así por la fertilidad de la tierra en algunas partes como por la disposición de las otras para la mercancía con los puertos excelentes que hay en aquellos reinos; son abundantes de gente y por la disposición dicha, de personas de gran caudal'. Estas opiniones se encuadraban en 1625, y tas el dolor de comprobar la negativa de Aragón, Valencia y Cataluña a sumarse a esta iniciativa, Olivares prosiguió con esa influencia en su política para generar la llamada 'Companhia do commércio da India' en 1628". Las noticias de la rebelión portuguesa llegaron a Madrid una semana después de haberse producido; el Conde-Duque ordenó, bajo pena de muerte, la prohibición absoluta de hablar de la secesión de uno de los Reinos. "Si esto ha tenido lugar sin el consentimiento del duque de Braganza, podemos esperar que solo sea un levantamiento popular, y por lo tanto no tan grave. Si el duque está con ellos, el asunto es de mayor importancia y más grave". Durante un dilatado periodo de tiempo, los portugueses se defendieron, y esa derrota española pudo marcar, para siempre, la historia posterior de ambos Estados. La derrota conllevó la pérdida de un Imperio global que podría haber cambiado la faz del mundo, e incluso los Borbones no habrían gobernado en las Españas. El libro es de Historia, muy documentado, y nos acerca a una tragedia que motivó que los españoles, al perder la guerra, perdieron un reino importante para su fenotipo. "Esa fue la verdadera derrota, la guerra que nunca debieron perder". Los lusitanos se crecieron, hasta tal punto, que el 25 de junio de 1706, el marqués das Minas llegó a entrar en Madrid. Estimo, con modestia y rigor, que estamos ante una obra prístina y esencial sobre esta guerra, que en Portugal enaltecen y en las Españas se oculta. «Diaboli tremens et die me iudicit terriblem tremens. ET. Miles Factus». 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